Lecciones del cristinazo

Por Mariano Rovatti

Montecarlo, julio de 1977. Carlos Monzón le da la revancha a Rodrigo Valdez, a quien había vencido ajustadamente sobre el mismo escenario, un año antes. En el segundo round, cuando ambos todavía se estudiaban, un golpe corto y seco del colombiano manda al piso al campeón mundial. Monzón caído fue una imagen extraña que duró unos pocos segundos. El santafecino se levantó y dio vuelta la pelea. Tras una paliza en el décimo round, ganó ampliamente por puntos. Fue su centésimo y último combate de una carrera brillante, con un record de catorce defensas exitosas, sólo batido por Bernard Hopkins, hace unos pocos años. El fallecido periodista Horacio García Blanco, presente al borde del ring, a centímetros de Monzón cuando tocó la lona, contó que le oyó decir al campeón: negro de mierda, ahora me levanto y te mato. Metafóricamente, cumplió su promesa. (Para leer el artículo completo, cliquear en el título)

La estirpe de un político tiene mucho de la de los boxeadores. En la política se pelea. Para llegar a la victoria, hace falta estrategia, recursos materiales, conducción y sangre, alma…huevos.

El actual oficialismo tuvo varias caídas: el plebiscito en Misiones de 2006, la batalla del campo en 2008, las elecciones generales de 2009, la muerte de Néstor Kirchner en 2010 y las cuatro derrotas locales al hilo (Santa Fe, Córdoba y dos en Capital) este año. De todas ellas se repuso con entereza anímica y convicción.

Tras la derrota de 2009, impuso la agenda legislativa contra reloj, antes de diciembre, cuando asumían los nuevos diputados. Ese impulso además le sirvió para retomar la iniciativa política, dejando inactiva a la oposición.

Cuando hubo que elegir autoridades de la Cámara de Diputados, el radicalismo y la Coalición Cívica le perdonaron la vida al kirchnerismo, al no remover a Eduardo Fellner de la presidencia del cuerpo, como quería el ex peronismo federal. Maneras distintas de concebir el poder.

Salvo en la ley del 82% móvil, la oposición jamás pudo aprobar un proyecto propio por sus propias contradicciones, y la oportuna borocotización de algún senador.

La recuperación oficialista fue un mérito propio y culpa opositora a la vez, como hemos analizado ya en nuestro anterior artículo Causas y efectos del cristinazo. Hoy, tras las elecciones primarias, el oficialismo está en victoria y la oposición golpeada. Pero aún faltan dos meses para la elección real, la que asignará cargos y determinará relación de fuerzas en el Congreso.

¿Puede la oposición revertir la situación? Sí. No para derrotar a Cristina Fernández, pero sí para evitar una catástrofe que determine un período próximo de brutal hegemonía del gobierno, dominando a piacere el Congreso.

¿Qué tiene que hacer? Cambiar de actitud. Los primeros que creyeron Cristina ya ganó fueron los dirigentes opositores. La depresión que hoy exhiben es un lujo que no se pueden permitir. Ricardo Alfonsín fue internado por una afección pulmonar. Eduardo Duhalde se recluyó en un silencio absoluto. La única reacción opositora fue una tibia operación para unir candidaturas detrás de Hermes Binner, de dudosa concreción.

Más allá de cualquier eventual acuerdo electoral, la oposición tiene que salir con ánimo renovado a recuperar los votos que se le perdieron en el trayecto 2009/2011.

¿Dónde están? Básicamente, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el primer cordón del Gran Buenos Aires, centros urbanos como Córdoba y Mar del Plata, y en cientos de ciudades y pueblos de la Pampa Húmeda.

¿Cómo se recuperan esos votos? Recorriendo esos lugares con propuestas concretas, asegurando mejores condiciones para la producción agrícola y ganadera, en el interior, y una mayor calidad institucional en las grandes ciudades. En todo el país, denunciando y proponiendo soluciones en los puntos débiles del gobierno: inflación, inseguridad, corrupción, pobreza, jubilados, etc.

¿Cómo no perder más votos? Cambiando la actitud derrotista, y asegurando que los logros gubernamentales serán sostenidos, y los planes sociales serán mantenidos en su totalidad.

En síntesis, la oposición deberá redoblar su militancia, poniendo más cabeza, pero sobre todo, más corazón.

Buenos Aires, 23 de agosto de 2011


No hay comentarios: