Entre la Desorientación y el Temor

Por Antonio Monteagudo


El panorama ofrece signos de desaliento para la industria frigorífica que anunció suspensiones de trabajadores. Las críticas resonaron en las asambleas de productores. Incertidumbre sobre el futuro ganadero. (para leer la nota completa, cliquear en el título) DESORIENTACION, temor e incertidumbre dominaban el escenario de la ganadería durante la tercera semana de abril. El panorama ofrecía signos de desaliento para la industria frigorífica, obligada a suspender personal, con la perspectiva de que, en mayo, unos 4.500 empleados podrían resultar afectados y en tal caso, según la promesa presidencial, el Estado debería asumir el costo de los subsidios correspondientes. Entre tanto y tras las concurridas asambleas y críticas manifestaciones de productores de Mercedes (Corrientes), Río Cuarto (Córdoba) y Trenque Lauquen, (Buenos Aires), el secretario de Coordinación Económica, Guillermo Moreno, intentaba acelerar la ampliación del pacto con el sector, para fijar valores de referencia a los cortes derivados de hacienda liviana, que registra la mayor demanda de los consumidores. La gran incógnita continúa siendo la misma desde hace casi nueve meses: ¿Qué futuro le espera a la actividad? ¿Cómo se incrementará la oferta de carne si se liquidan los vientres? ¿De qué modo se estimulará al productor para reinvertir y acrecentar su esfuerzo? ¿Cuál es el camino de retorno de la desconfianza y el temor que actualmente paralizan al hombre de campo? ¿Cómo se recupera la credibilidad perdida de los mercados y a qué costo? EL FUTURO. La desorientación campeaba entre autoridades y funcionarios públicos, porque si bien el precio en góndolas y mostradores registró alguna rebaja en los cortes de novillo pesado, las medidas oportunamente adoptadas (restricciones en los pesos de faena, suspensión de las exportaciones, acuerdos de precios) no alcanzan para estructurar una política eficaz, perdurable. Sobre el cierre de esta edición, un grupo de criadores era convocado para dialogar con representantes del Gobierno. No obstante, al margen de los resultados de esta nueva instancia, las claves continuaban siendo las mismas: urge la coyuntura; el largo plazo continúa en lista de espera. En tal sentido, uno de los puntos más ríspidos de la declaración de Río Cuarto fue la denuncia acerca de que “la estrategia del Gobierno agravará el problema del mercado interno, que se encontrará desabastecido de carne por dos motivos: a) Menor producción por desaliento y fuga de productores a otras actividades agrícolas; b) Mayor consumo por parte de la población, al seguir siendo la carne más barata que sus sustitutos y rendir más”. Obviamente, los 1.500 participantes de la Asamblea efectuada en tierra cordobesa exigieron “el inmediato levantamiento de la veda a las exportaciones” y rechazaron el acuerdo de precios suscripto por el Gobierno, las entidades nacionales del campo y la industria frigorífica, por considerarlo inviable y porque no asegura el levantamiento de la veda a las exportaciones de carne vacuna”. Con respecto a la prohibición de los embarques, durante una gira efectuada por países de la región, este cronista registró el siguiente comentario: “La decisión de la Argentina de dejar de vender carne al mundo sería equivalente a que Alemania impidiese la salida de sus reputados Mercedes Benz o BMW”. Y, tras cartón, en Bogotá accedió a la confirmación de que “negociadores rusos, chilenos e israelíes han iniciado gestiones tendientes a comprar productos cárnicos en Colombia, a fin de morigerar el impacto provocado por la abrupta interrupción del abastecimiento desde la Argentina ”. En línea con estas diligencias, Chile continúa aprovisionándose en Paraguay, que también accedería a ocupar algunas plazas vacantes, hasta hace un mes vedadas a las pretensiones de Asunción. Otra constante en las reflexiones de importadores, funcionarios y comunicadores latinoamericanos es “el descrédito en el que ha incurrido nuestro país, al dejar de honrar sus compromisos comerciales”. Infieren que no será sencilla ni gratuita la recuperación del terreno perdido. PARCHES Y CASTIGOS. En otro contexto, fronteras adentro, a principios de la década de 1970, los precios máximos, la voracidad tributaria, la cuotificación, la veda, etc., sólo precipitaron el fracaso. Ayer y hoy, opinan los más memoriosos, “resultan parches que, a contrapelo de los ciclos biológicos, dan la espalda a la realidad y soslayan olímpicamente las características y circunstancias regionales”. Medidas de neto corte “unitario, discrecionales, que abortan desde el origen la concreción de una eventual y beneficiosa mejora de la composición de la oferta futura, porque están inspirados en el castigo, sin margen para estímulos o premios para los más eficientes e innovadores”. A juicio de algunos representantes de la industria, “las nuevas señales del Gobierno no mejoran las anteriores. A esta altura no podemos seguir pensando que no saben lo que hacen. El acuerdo firmado que, en principio, pensamos expresaba una nueva línea de trabajo, terminará siendo otro enredo con pocos resultados. Pese a todo, la ganadería y las carnes tienen un futuro extraordinario y sobrevivirán”. Eugenio Carnevale, perseverante criador del Partido de Magdalena, coincide en que “más allá de todas las circunstancias, debemos seguir apostando a la ganadería, pues cada vez será mayor la demanda de proteínas rojas y, por tanto, el aporte de las vacas resultará fundamental para el desarrollo del país”. En cambio, Bruno Castiglioni, de Rufino, Santa Fe, critica “la idea del Gobierno de fijar un precio tope por categorías al productor -por ejemplo: 2,40 $/kg. para los novillos- y destinar el excedente a un fideicomiso administrado por el Estado”. Entiende que “la eventual medida acabaría con el Mercado de Liniers, porque se pagaría lo mismo por un animal especial que por uno falto de terminación, conviniendo entonces la venta ‘directa’ y a rendimiento en gancho. Todo esto sin hacer un juicio de valor sobre la transparencia del Gobierno y el carácter confiscatorio de la medida. Estoy cada vez menos entusiasmado en hacer cría bovina intensiva (CBI) los 365 días del año y más propenso a sentarme pocos días en una cosechadora de soja”. SIN MERCADOS NI CAMINOS. Martillero y productor de Chascomús, Ismael Vértiz asegura: “Cuando el Presidente pide que exporten, pero que primero vendan la carne a los argentinos al precio que corresponde, debiera saberse que las exportaciones, amén de proveer de divisas al país (no al sector), fueron y son alentadas desde el propio Estado, entre otras cosas con un gran programa de trazabilidad monitoreado por SENASA y pagado por los productores. Para atender ese destino, el productor le pone más kilos a sus novillos (con una fuerte inversión) y los envía al frigorífico (no al mercado) que es el que fija la cotización y plazos de pago. No se exporta todo lo bueno y acá queda lo malo, como piensa alguna blonda cronista de noticieros. Ese riesgo comienza justamente ahora con las limitaciones para exportar las vacas de conserva. Cuando llueve en el campo no hay caminos por 2 o 3 días (a veces semanas) para cargar, a pesar de que los precios sean buenos. Los caminos rurales no son la 9 de Julio y, a pesar de estar pagados por los productores, los municipios desvían esos recursos a otras áreas dejando literalmente ‘a pie’ a los pobladores rurales, que quedan sin acceso no sólo a mercados sino también a colegios, centros de salud, etc. El perfil del productor medio (la inmensa mayoría, según los censos oficiales) no es un acaudalado y gordo estanciero impartiendo órdenes desde un lujoso escritorio, como algunas nefastas caricaturas cinematográficas hicieron creer en otras épocas. Casi todos los que yo conozco están hoy con sus botas de goma, vacunando, regulando sembradoras, corriendo los eléctricos, llevando a la maestra hasta la escuela rural o haciendo las interminables colas en dependencias oficiales (en los pueblos, bien lejos de sus casas) para pagar sus impuestos...” ¿UN NUEVO MACONDO? Curioso, contradictorio, casi irreal como aquel mágico Macondo de Gabriel García Márquez, el proscenio en el cual se desarrolla la historia cotidiana de nuestros productores exhibe, sin embargo, algunas facetas y atributos inéditos. Entre ellos, la convivencia de criterios tan disímiles como la carencia de un plan ganadero nacional junto con el enjundioso desarrollo de emprendimientos en diversas provincias, que privilegian la actividad pecuaria. Chubut, La Pampa , Neuquén, Santa Fe asoman como nuevos paradigmas de quienes no se resignan a perder el rumbo e intentan trabajar para el porvenir. Y lo imaginan sin restricciones, temores, ni antinomias. En realidad, Macondo no es más que el nombre de un árbol del trópico parecido al ceibo, nuestra flor nacional. Aparentemente, ni el propio “Gabo” sabía qué significaba cuando decidió que así se llamaría la comarca de su novela. Según comentarios de la época, en 1967, cuando se publicó “Cien años de Soledad” en Buenos Aires, comenzaron a llegar visitantes argentinos a Aracataca (tal el nombre auténtico del pueblo, ubicando en el departamento colombiano de Magdalena), en búsqueda de ese Macondo fantástico. Los habitantes locales, que todavía no conocían el libro, se sorprendieron con la ola de turistas. Pero entendieron al leerlo. Cambiados los nombres y ciertas circunstancias, casi cuatro décadas después la leyenda tal vez se convierta en realidad entre nosotros. Sólo se trata de darse cuenta a tiempo.

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