"Maravilla" Martínez: el triunfo del boxeo incruento

La clarísima victoria de Sergio Gabriel Martínez sobre Julio César Chávez Jr. dejó varias cuestiones interesantes, tanto en lo deportivo como en lo social y aun en lo político. El boxeador argentino es cultor de una estirpe de pugilistas que anteponen la habilidad, la velocidad y la buena técnica por encima de la fortaleza física y la potencia de los golpes.(para leer la nota completa, cliquear en el título)

Como Nicolino Locche, Luis Federico Thompson, Gustavo Ballas o Miguel A. Campanino, Maravilla aprovecha la fuerza del rival para imponer su propia superioridad. Este estilo resta argumentos a los detractores del boxeo, y lo preserva como deporte, haciéndolo menos duro que otros como el rugby o el fútbol americano. 

 En la pelea del sábado 15, Martínez se impuso en todos los aspectos: físico, mental, estratégico y técnico. En los once primeros rounds desplegó una clase sobre un rival atontado, que sólo despertó en la última vuelta, derribando al argentino, sin comprometer su victoria por decisión de los jueces.

 El resultado restituye seriedad al Consejo Mundial de Boxeo, la entidad más confiable de las cuatro que gobiernan el mundo de los puños. Chávez, un sobreprotegido del añoso José Sulaiman, en la práctica fue ungido campeón en un escritorio. La victoria del quilmeño pone las cosas en su lugar, ciñiendo la corona en la cabeza del mejor de la categoría.

 Esto también revitaliza al boxeo argentino, que venía disfrutando de una recuperación. De 128 campeones mundiales entre hombres y mujeres, con cuatro entidades cada uno y dieciséis categorías, la Argentina tiene trece monarcas, el diez por ciento que no está nada mal, para una actividad que varias veces se la creyó al borde de su desaparición. Incluso, el cine y la televisión hoy recogen el auge del boxeo con historias de ficción ambientadas en el mundo de las narices chatas, con éxito de público.

 Maravilla es un veterano de 37 años, emigrante del país durante la crisis del 2000/2002. En ese período hicieron lo mismo Lionel Messi, Emanuel Ginobili y Luis Scola, entre muchos otros. Se fueron del país muy jóvenes, antes de lo que hubiese sido lógico en épocas normales. Pero la crisis adelantó sus tiempos, y perseguidos por ella viajaron al Viejo Mundo, lo que modificó sustancialmente sus vidas.

Portadores de talento argentino se formaron como hombres y deportistas en el contexto europeo, con normas que se cumplen, sistemas más exigentes y organizaciones más aceitadas, que les permitieron explotar sus potencialidades hasta convertirlos en números uno.

 Pese a ello, se asumen permanentemente como argentinos, y dan testimonio de ello. Ninguno protagoniza escándalos, y aunque como lo hace Maravilla, pueden actuar en televisión, no se farandulizan, pese a la fama, el éxito, la gloria y la montaña de dinero a la que accedieron. Ojalá que no pierdan el rumbo.

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