La Argentina en el nuevo escenario mundial


Por Jorge Castro

Es sumamente auspicioso que el Foro de Pensamiento Peronista focalice su mirada en lo que sucede en el mundo. Hace más de 40 años, en su libro “La Hora de los Pueblos”, Perón dijo que “en el mundo de hoy, la política puramente nacional es una cosa casi de provincias. Lo único que importa es la política internacional, que se juega adentro y afuera de los países”.(para leer la nota completa, cliquear en el título)

Esta definición constituye la antítesis de la actitud asumida sistemáticamente por el actual gobierno, que supedita en todos los casos las decisiones de política exterior a las exigencias de la política doméstica de corto plazo, con la consecuencia de un aislamiento internacional cada vez más acentuado que ha quedado emblemáticamente reflejada en el episodio de la Fragata Libertad, que constituye un acto de humillación nacional. La advertencia de Perón en “La Hora de los Pueblos” tiene hoy más vigencia que nunca. Hay una nueva situación mundial yla Argentina se encuentra frente a ella ante una extraordinaria oportunidad histórica. 

 CAMBIO DE LIDERAZGO

 El dato estratégico central de esta nueva situación mundial, luego del punto de inflexión histórico que fue la crisis global 2008/2009, es que la globalización del sistema mundial es liderada ahora por los países emergentes (China, India y Brasil) y no por EE.UU. El último informe de la Organización de Cooperación para el Desarrollo (OCDE), el club que nuclea a las 34 economías altamente desarrolladas, pronostica que antes de que finalice esta década el PBI de China superará al de Estados Unidos. En otros términos, Xi Jinping, el flamante Secretario General del Partido Comunista Chino ungido por el Congreso del Partido reunido en Beijing, será el lider de la primera potencia económica mundial. En consecuencia, Barack Obama en la presidencia de Estados Unidos será la cabeza el presidente de la segunda potencia económica mundial. El traslado de poder mundial al mundo emergente (de Occidente a Oriente, de Norte a Sur, del Atlántico al Pacífico) implica una reducción drástica de la pobreza en el mundo y la emergencia de una clase media global, ante todo en Asía y América Latina.

 DESPUÉS DE LA CRISIS DE 2008

 ¿Qué ha surgido de la crisis financiera mundial de 2008/2009? Tres son sus efectos principales. En primer lugar, un nuevo sistema de poder mundial, caracterizado por el fin de la hegemonía unipolar estadounidense, que duró 17 años (1991-2008) y que ha sido sucedida por una plataforma permanente de gobernabilidad del sistema global, expresada en el G20, constituida básicamente por Estados Unidos y China, con una creciente presencia de India y Brasil. En segundo lugar, un nuevo mecanismo de acumulación global, cuyo eje son los países emergentes (China, India, Brasil), que crecen ahora sobre la base de su demanda interna y del aumento del consumo masivo y popular, y ya no sólo a través del alza incesante de sus exportaciones. En tercer lugar, una nueva revolución tecnológica, con eje en Estados Unidos, caracterizada por una interconexión cualitativamente superior de la economía, la sociedad y las instituciones políticas, y que es un fenómeno tanto técnico como cultural. Este salto cualitativo de la integración mundial se realiza a través de una continua y acelerada reestructuración tecnológica y organizativa de todas las instituciones sociales, políticas y económicas, que produce niveles de aumento de la productividad hasta ahora nunca alcanzados.

 NUEVO SISTEMA DE GOBERNABILIDAD MUNDIAL.

 El paso del unilateralismo al multilateralismo de la política exterior de EE.UU., ratificado políticamente con la reelección de Obama, adquiere carácter estructural después de la crisis financiera global 2008/2009. Por su naturaleza, este sistema sustituye al unilateralismo norteamericano de los 17 años transcurridos entre 1991 y 2008, sustentado en la estructura unipolar del poder mundial, cuyo eje, surgido de los hechos, no de la intencionalidad de George W. Bush o de los neoconservadores, era Estados Unidos. Este nuevo sistema de poder global, cuya plataforma de gobernabilidad es el G-20, que ha sustituido en los hechos al G-7, y cuyo liderazgo efectivo se reduce al G-2 (EE.UU./China), tiene un carácter crecientemente desterritorializado, porque se funda sobre la tendencia básica de la época, que es la globalización, que es el mundo de flujos, no de espacios territoriales. En esta visión, la globalización es la integración mundial del capitalismo realizada por la tecnología, las empresas transnacionales y los flujos de capital. El G-2/G-20 se transforma en el poder capitalista dominante. Tiene los recursos y el vínculo estructural que le permiten fijar pautas, reglas y normas que constituyen el poder en el mundo de hoy. China se convirtió en la principal acreedora de EE.UU. en septiembre de 2008, cuando su tenencia de títulos del Tesoro alcanzó 739.600 millones de dólares. Hoy dispone de más 3.200 billones de dólares de reservas y es titular de 1.5 billones de dólares de bonos del Tesoro estadounidense. Lo que está en marcha entre EE.UU. y China no es un equilibrio de poderes ni un proceso de dominación territorial (imperial), sino un acuerdo estratégico, de alcance global, entre las dos superpotencias.

 CAMBIOS EN ESTADOS UNIDOS

 En los últimos veinte años se ha producido una aceleración extraordinaria del proceso de globalización, que en su notable dinamismo parece revelar un cambio cualitativo, de tipo estructural, que sería una nueva fase en la historia de la acumulación capitalista. Lo decisivo es que la producción mundial se fragmenta geográficamente a un ritmo sin precedentes, con el objetivo de minimizar costos. Más de 40% del total del comercio internacional de mercancías de Estados Unidos es ya intrafirmas globales. Es realizado por empresas transnacionales que venden productos fragmentados (bienes intermedios) a sus asociadas y afiliadas ubicadas en el resto del mundo[1]. Hoy, en Estados Unidos, las empresas transnacionales son responsables de 67% de las exportaciones. En el sector manufacturero, la inmensa mayoría de esas exportaciones son bienes intermedios. La casi talidad de las exportaciones de las empresas transnacionales del sector manufacturero a sus asociadas o afiliadas en el resto del mundo está constituida por bienes intermedios, para su posterior ensamblaje o procesamiento. Las transnacionales radicadas en EE.UU. representan ya el 40% del producto de todas las empresas no financieras, así como la totalidad, prácticamente, del aumento de la productividad del trabajo de esos sectores en los últimos 10 años. El sector transnacional representó el 100% del incremento de la productividad del trabajo de toda la economía norteamericana en el período 1995-2005, salvo en el sector agrícola. Esto significa que duplica la productividad del resto y que su participación en el incremento de la tasa productividad es más del doble que su contribución al producto bruto interno. También aumentó significativamente la desocupación, que se duplicó entre 2008 y 20010 (de 4,6% a 9,6% de la población económicamente activa). Es el resultado de una fase de estancamiento económico acompañada por un incremento extraordinario de productividad.

 NUEVA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA

 El ciclo capitalista no se mide por el aumento de la demanda o el crecimiento del producto sino por la tasa de ganancia. La punta de lanza de la rentabilidad estadounidense corresponde a las empresas de alta tecnología. Las tres principales son Apple, Google y Microsoft. Estas empresas tienen una formidable liquidez y una enorme capacidad de compra de empresas periféricas, en Estados Unidos y en el resto del mundo. Hay una nueva revolución tecnológica en Estados Unidos, en que el acceso a Internet, y por lo tanto las operaciones de las empresas en la red, se realizan a través de una pluralidad de instrumentos individualizados y portables, y no más mediante computadoras personales. Es la “cloud computing”, computación en la nube. Esta simbiosis entre telecomunicaciones e Internet, que es un fenómeno esencialmente norteamericano, modifica las condiciones de la acumulación global. Las raíces de los grandes ciclos de innovación no son sólo tecnológicos, sino también culturales. Expresan una época, una forma de ver las cosas. Dice Martín Heiddeger, “la esencia de la técnica no es técnica, sino cultural”. En la tecnología de la información, el mundo de Bill Gates, Steve Jobs y Mark Zuckenberg, se ha desatado en los últimos cinco años una nueva oleada de cambios tecnológicos que originó, a través de un verdadero espasmos de creatividad, un sistema global hiperconectado, fundado en una instantaneidad convergente y personalizada (Facebook), que es la mayor transformación desde el surgimiento de las computadoras personales en la década del 80 y de Internet en la década del 90. Este liderazgo tecnológico permite que, según acaba de informar la Asociación Internacional de Energía (AIE), Estados Unidos esté a punto de convertirse en el primer productor mundial de petróleo, lugar del que desplazará en 2020, a Arabia Saudita y antes- en el 2015- será el primer productor mundial de gas, dejando atrás a Rusia. Este cambio de fondo es el producto del desarrollo de nuevas tecnologías que permiten la explotación de los recursos energéticos no convencionales (“shale oil” y “shale gas”). Vale apuntar que la Argentina, gracias a los yacimientos de Vaca Muerta, en Neuquén, constituye la segunda reserva mundial de recursos energéticos no convencionales. Esto significa que en pocos años más Estados Unidos dejará de ser importador de combustibles y pasará a convertirse en exportador de energía. La industria norteamericana tendrá una fuerte alza de competitividad internacional.

EL ASCENSO DE CHINA

La transnacionalización de la economía estadounidense tiene su correlato en la creciente irrelevancia de la distinción tradicional entre “centro” y “periferia”. El boom exportador chino se manifiesta cada vez más en una ecuación de dos componentes: trasnacionalización y alta tecnología. El 60% de las exportaciones chinas es obra de las empresas transnacionales y el 30% de sus exportaciones son productos de alta tecnología. Y en este sector, que es el de más rápido crecimiento, la participación de las transnacionales es de más del 80% del total. Hoy los países emergentes, liderados por China, representan más de la mitad del producto industrial global. Históricamente es la culminación del despliegue mundial de la Revolución Industrial que comenzó en Gran Bretaña en 1780, y que ha llegado a todo el planeta. La OCDE ha señalado que el vuelco de la riqueza mundial desde los países avanzados a los emergentes es un proceso que se desarrolla desde hace 20 años, pero que se aceleró y asumió un carácter irreversible en la primera década del siglo XXI. El punto de inflexión histórico fue un acontecimiento geopolítico: el colapso por implosión de la Unión Soviética en 1991, que acarreó la unificación del sistema mundial. Indica la OCDE que este vuelco de la riqueza mundial no es un fenómeno transitorio, sino un cambio estructural de alcance histórico, irreversible.

EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACIÓN

Tres son los desarrollos fundamentales que se produjeron desde entonces. En primer lugar, el shock laboral y salarial provocado por la duplicación de la fuerza de trabajo mundial. La plena integración al sistema capitalista de China, India, la ex Unión Soviética y los países integrantes del ex bloque comunista de Europa Oriental, incorporaron una nueva fuerza laboral de 750 millones de trabajadores, 450 millones y 300 millones, respectivamente. El resultado fue que se duplicó la fuerza de trabajo del sistema capitalista, en lo que constituyó la mayor ampliación de su historia. En términos económicos, esta duplicación redujo a la mitad la relación capital/trabajo y disminuyó en una proporción semejante el costo laboral, sobre todo el menos calificado. Al mismo tiempo, la rentabilidad del capital se multiplicó por dos. En segundo lugar, se produjo una modificación de la naturaleza del mercado mundial de commodities, como consecuencia de la irrupción de China e India en la demanda internacional. China se convirtió en el mayor consumidor de 4 de las 5 principales materias primas; y el precio de los commodities se convirtió en una función de la demanda de la República Popular, a diferencia de lo que había sucedido hasta 1991, en que dependía del ciclo estadounidense. En tercer lugar, China se convirtió en la mayor exportadora mundial de capitales, y en acreedora neta de la economía global. La consecuencia de esta transformación estructural del mercado mundial de capitales fue el mayor boom de crédito de la historia, ante todo en los países avanzados, origen de la crisis financiera global de 2008 y 2009.

LOCOMOTORA DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

 China se ha transformado “en la usina del crecimiento global” y, dice la OCDE, y agrega que un papel semejante ha asumido Brasil, sólo que en el plano de la agricultura y la producción de alimentos, así como el de Arabia Saudita lo es en petróleo y gas. La OCDE señala que “en los últimos 20 años, China ha duplicado su participación en la producción manufacturera mundial, triplicado su porcentaje de la producción de acero, y cuadruplicado su parte en el crecimiento del PBI global. China tiene ahora más de una décima parte del total de las reservas mundiales y recibe un décimo de los envíos que realizan a sus hogares los emigrantes que trabajan en el exterior. Una de cada tres marcas en el mercado mundial es china y una de cada seis patentes también lo es”[2]. China es “el más potente instrumento de reducción de la pobreza en la primera década del siglo XXI”[3]. El porcentaje de la población china que vivía con menos de 1 dólar diario era de 84% en 1991 y hoy es menos del 15%. En el mismo período, la pobreza en India –con 1.100 millones de habitantes, una sexta parte de la población mundial– cayó de 60% al 42%. Lo más importante de la irrupción de China e India en la economía mundial es la modificación estructural que ha provocado en los términos de intercambio globales (precios relativos de las exportaciones vs. precios relativos de las importaciones). La consecuencia ha sido que, para el resto de los países emergentes, desaparecieron las ventajas comparativas en los productos industriales trabajo-intensivos y reaparecieron, en gran escala, las ventajas comparativas en la producción de commodities y materias primas. Esta es la mayor implicancia estratégica que tiene este proceso para el resto de los países emergentes, ante todo en América Latina y África. Su estrategia de desarrollo surge ahora por necesidad del cambio irreversible de los términos de intercambio. .

 UBICACIÓN DE LA ARGENTINA

 La Argentina es uno de los países más favorecidos por el nuevo contexto mundial, en el que el eje del proceso de globalización pasó de los países avanzados a los países emergentes, de los cuales los tres principales son China, India y Brasil. A partir de 2008, la masa del ahorro mundial se dirige hacia el mundo emergente y ha dejado de financiar al mundo avanzado. El giro en la direccionalidad del flujo global de capitales significa que el ahorro mundial está en búsqueda de mejores oportunidades de inversión, que son las que ofrecen el crecimiento de los países emergentes, cuyo ritmo duplica y triplica al de los paises altamente desarrollados. El mundo emergente responde hoy por 80% del crecimiento de la economía mundial. La Argentina es uno de los tres principales países exportadores de alimentos. Los otros dos son Estados Unidos y Brasil. Pero la Argentina tiene una particularidad en lo que hace a su participación en la economía mundial. Es su escasa población relativa en relación a sus competidores. Estados Unidos tiene más de 300 millones de habitantes, Brasil cerca de 200 millones, la Argentina sólo 40. Esto hace que la Argentina coloque en el mercado mundial la masa de su producción agroalimentaria, mientras que sus competidores lo hacen con el saldo que les resta después de satisfacer las necesidades de consumo de sus gigantescos mercados internos. Por eso la importancia de la Argentina en el mercado mundial como exportadora de alimentos es aún mayor que la de su condición de productora. A esta particularidad, hay que sumarle que el agro argentino se ha convertido en los últimos veinte años en el más competitivo del mundo, incluso superior en niveles de productividad e innovación a los del Medio Oeste norteamericano, lo que se refleja en el hecho de que sus costos de producción son aproximadamente un 30% inferiores en la Argentina que en Estados Unidos.

LOS MERCADOS DEL PACÍFICO

 Esto sucede cuando, según las previsiones de la OCDE y de la FAO; la demanda mundial de alimentos se duplica en los próximos 20 años, con precios récords en el mercado mundial. El eje de esa demanda mundial de alimentos está en Asia (China, India y el resto de la región) y esto ocurre cuando la población china, arrastrada por la nueva clase media urbana, se encuentra en pleno proceso de transición dietaria, por el vuelco del consumo de alimentos desde los granos y vegetales a las carnes rojas y en particular porcinas. China faena 600 millones de cabezas de ganado porcino por año y los dos insumos fundamentales para la alimentación de esos animales son la soja y el maíz. En el 2000, la importación de soja en China era igual a cero. En 2001 alcanzó a 55 millones de toneladas y este año será de 70 millones. La soja en el mundo proviene de tres países: Estados Unidos, Brasil y la Argentina. Estos tres países son responsables del 80% de la cosecha mundial y 90% de las exportaciones. El 60% de esas exportaciones van a China. Ahora China comenzó también a importar maíz. Este año compró más de 15 millones de toneladas. Si China adquiere en el exterior el 20% de su demanda de maíz, sus importaciones ascenderían a 80 millones de toneladas. En la actualidad, Estados Unidos exporta 90 millones de toneladas de maíz. La Argentina exporta 17 millones y es el segundo exportador mundial.

DOS PRIORIDADES ESTRATÉGICAS

 Un factor estratégicamente relevante para la Argentina es lo que sucede en Brasil, erigido en la sexta potencia económica mundial. Brasil es el “país-espejo” de la Argentina en el mundo en esta segunda década del siglo XXI. En 2011, Brasil atrajo 66.500 millones de dólares en inversión extranjera directa. Es el tercer país del mundo en materia de inversiones, detrás de Estados Unidos y China. El 46% de esos 66.500 millones de dólares se dirige hacia la producción manufacturera. Brasil aprovecha esta extraordinaria oportunidad histórica para, a partir de los beneficios que surgen de la producción agroalimentaria y minerales,reconvertir y aumentar la productividad de su industria manufacturera, mientras se transforma en un anillo cada vez más integrado de la cadena transnacional de producción industrial, que es el núcleo estructural de la globalización. La profundización de la alianza con Brasil y el vuelco hacia China y las economías emergentes del Asia Pacífico, lo que supone el fortalecimiento de la asociación con Chile, constituyen las dos prioridades estratégicas de la Argentina en esta segunda década del siglo XXI. La Argentina tiene por delante una gran oportunidad histórica. Para aprovecharla, existe, sí, un obstáculo político, que es necesario remover. El 8 de noviembre fue un paso decisivo en esa dirección y abrió una crisis política que el sólo el peronismo está en condiciones de afrontar y resolver.
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[1] Gordon H. Hanson, Raymond J. Mataloni, Jr, Matthew J. Slaughter,“Vertical Production Networks in Multinational Firms”, Working Paper 9723, National Bureau of Economic Research, May 2003. [2] Ibíd. [3] Ibíd..

 El presente texto es la transcripción de la exposición dada por Jorge Castro el día 14 de noviembre en el segundo encuentro del Foro de Pensamiento Peronista.

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