¿Massa leyó a Laclau?



Por Gonzalo Neidal

A partir del momento en que Sergio Massa salió triunfador en las PASO, desde diversos sectores surgieron diversas objeciones y reparos a su perfil político. Se le imputa, principalmente, su falta de definición, su ambigüedad, la vaguedad de su discurso, lo genérico de sus propuestas. La intelectual Beatriz Sarlo, fue una de las más severas al tildarlo de demagogo. Sarlo señala que Massa dice aquello que la gente quiere oír, que su discurso está cargado de una gran cuota de obviedad. Una suerte de bálsamo genérico que alivia todos los males populares.

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Se le señala, por ejemplo, que Massa se pronuncia por una mayor cuota de seguridad, algo en lo que nadie podría estar en desacuerdo, claro. Pero esas simples palabras, cuando son pronunciadas por el intendente de Tigre, aparecen como la verdad revelada y concitan el asentimiento, el aplauso y el voto de amplios sectores que, según encuestas posteriores a las PASO, se continúan ensanchando con el transcurso de los días.

Decir aquello que la gente quiere oír es la especialidad de los políticos en campaña. Es una tontería reprochárselos. Si una cuestión tan obvia como la importancia de luchar contra la inseguridad y de combatir el delito le significa a Massa una cuota importante de adhesiones, ha sido porque algo tan simple y evidente como eso ha sido negado sistemáticamente desde la cumbre del poder político. Es conocida la frase de Aníbal Fernández acerca de la “sensación de inseguridad” y los temerarios y oportunistas dichos de Eugenio Zaffaroni sobre que la inseguridad es una suerte de creación de la prensa. Cuando algo tan obvio es negado desde el poder, nadie puede quejarse de que sea tomado como una rústica bandera por un político opositor y que, detrás de ella, logre encolumnar una cantidad triunfadora de votos.

Laclau y sus significantes vacíos

Ya en los sesenta Laclau mostraba su interés por develar la fisiología del poder. El vínculo entre el líder y las masas fueron su pasión temprana. Ya cuando abandonó el partido de Abelardo Ramos, lo hizo porque pensaba que ese grupo político demandaba a sus adherentes demasiadas “determinantes teóricas no esenciales”. En otras palabras, les exigía coincidencias en un conjunto de supuestos teóricos y políticos que, en concepto de Laclau, resultaban abrumadores y sellaban la condición de secta de todos los nucleamientos de izquierda.

A partir de ahí, Laclau fue elaborando su teoría acerca de los “significantes vacíos”, esto es la convergencia de reivindicaciones populares fragmentarias que son unificadas en la persona de un líder. El pueblo se unifica en su representación a partir de reclamos parciales, de un mosaico de demandas sociales, políticas, sindicales, etcétera, que son enarboladas por una conducción política que las unifica y representa.

Da la impresión que Sergio Massa hubiera leído el esforzado corpus teórico del profesor Laclau y lo estuviera aplicando al pie de la letra. Porque Massa no está haciendo otra cosa que sumar fragmentos de reclamos de distintos sectores hacia el gobierno nacional. Sus propuestas, entonces, están diversificadas y tienen una formulación amplia y abarcadora. Su paraguas es amplío para poder albergar a anchos sectores de disconformes.

Seguridad y algo más

A su propuesta sobre seguridad, que ha desteñido la formulación clásica de Francisco de Narváez, Massa ha ido sumando otras, tan gruesas y obvias como ella pero igualmente importantes:

a) Impuesto a las ganancias. Su disminución para que este gravamen deje de carcomer el sueldo de los trabajadores y empleados en relación de dependencia.

b) Reforma constitucional. Se ha pronunciado claramente por la negativa a un nuevo período presidencial y a la reforma de la Carta Magna con ese objeto.

c) Reforma Judicial. Le ha dicho que no a las modificaciones promovidas por el gobierno nacional y que ya está estancada en la justicia.

d) Ley de Medios. Ha tomado clara distancia de la ley en la que el gobierno ha puesto tanto énfasis.

e) Inflación. Se ha mostrado como un enemigo de la inflación, a la que le adjudica un efecto pernicioso sobre los ingresos de los sectores más pobres de la sociedad.

f) Producción. Ha tenido claros gestos de enderezar su actividad hacia una relación más civilizada con los empresarios del rubro y el color político que fueren.

g) Diálogo. Promueve un estilo político que elude la confrontación y abraza el diálogo, el acuerdo y la conciliación.

Estos guiños y gestos de Massa constituyen definiciones. Más que ambigüedad, hay en ellas amplitud y una, formulación genérica deliberadamente abarcadora. Da la impresión que hubieran sido aconsejadas por el propio Laclau.

Además de todas las virtudes políticas que tiene este modo vago y ancho de proponer, al menos en esta etapa de la lucha electoral, cuenta con una cualidad adicional: saca de quicio al gobierno y a sus personajes más prominentes y relevantes. El gobierno oscila entre la furia y la modificación de sus políticas tradicionales.

La furia fue lo que expresó Cristina en su caliente discurso donde habló de “los dueños de la pelota”, error en el que no insistió pues fue producto de una calentura momentánea donde la verdadera Cristina se sobrepuso a la Cristina que le aconsejan los asesores de imagen.

Pero después de las PASO el gobierno está rectificando algunos rumbos en los que ha insistido durante años. Por ejemplo: en la reciente reunión con empresarios y sindicalistas, la presidenta habló off de record de que en realidad la inflación es mayor a la que anuncia el INDEC; también intenta encontrar una solución para disminuir el impacto del Impuesto a las Ganancias sobre los sueldos y, además, ayer el secretario de seguridad Sergio Berni reconoció que hay inseguridad y que no es un producto de la exageración de los medios.

Milagros de las PASO y de las evidencias de la pérdida de la mayoría.

Publicado en www.agendapolitica.com.ar

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