La trampa de la deuda más cara



por Héctor Giuliano

Un viejo cuento decía que todos los días un hombre cruzaba la frontera con una carretilla llena de pasto. El guardia del puesto de control, sospechando que llevaba contrabando, revisaba afanosamente la parva de pasto pero no encontraba nada. Cansado de la rutina infructuosa y en la certeza que el sospechoso pasaba “algo”, un día le propone dejarlo cruzar siempre, sin controlarlo, si le confesaba qué era lo que portaba de contrabando. Y el otro, aceptando la oferta, le contesta: “Todos los días estoy pasando una carretilla distinta.”



La moraleja elemental es que muchas veces las trampas son obvias y están a la vista, pero no se perciben o no se saben ver. Con la trampa del Endeudamiento permanente de la Argentina pasa lo mismo: todos los días nos sacan una “carretilla de intereses”.

Existe una constante en la Historia Financiera Argentina de las últimas décadas - desde 1976 hasta Hoy – que reside en que todos los gobiernos (militar, radical, peronista, aliancista y kirchnerista) mantienen la Política de Estado de Endeudamiento Público sin capacidad de repago y luego, cuando inexorablemente sobrevienen las Crisis de Deuda por insolvencia apelan a la misma receta básica:

1. “Zafar” de la mayor parte posible de sus vencimientos de pago a corto plazo para poder garantizar la terminación del mandato,

2. “Patear para adelante” el grueso de los compromisos, al más largo plazo posible, pactando para ello condiciones tan incumplibles como las que llevaron a la Crisis, y

3. Volver siempre, indefectiblemente, al Mercado de Capitales retomando para ello el proceso de nuevo endeudamiento con una gran reestructuración supuestamente exitosa o salvadora, y presentando la misma como el comienzo de una nueva etapa donde – ahora sí – vamos a poder pagar la Deuda Pública.

La experiencia histórica prueba que todas estas experiencias, seguidas hasta el presente, fracasaron; sin perjuicio de lo cual la maniobra – como el ciclo del Eterno Retorno – vuelve a repetirse. Así pasó con la Política Económica de Martínez de Hoz y su “tablita cambiaria”, formulada desde el discurso del 2 de abril de 1976 y que terminó en la crisis financiera avizorada del segundo semestre de 1981 y la cesación de pagos – Guerra de Malvinas mediante – de 1982.

Así volvió a pasar con los Planes Austral – de 1985 – y Primavera – de 1987 – que fracasaron estrepitosamente a comienzos de 1989 provocando incluso la salida anticipada del gobierno Alfonsín. Así volvió a ocurrir con el Plan de Convertibilidad de 1991, armado para poder instrumentar el Plan Brady de 1992-1993, que tuvo una pre-crisis en el ´95 – cuando la Crisis mejicana del Tequila – y luego dejó el cuadro de sobre-endeudamiento que le terminó explotando a la administración siguiente. Así volvió a pasar con la más grande de estas crisis financieras periódicas causadas por la Deuda Pública contraída irresponsablemente, sin capacidad de pago por parte del Estado: la Crisis de fines del 2001, que volteó al gobierno De la Rúa.

Y así lo vemos también ahora, con el Megacanje Kirchner y su regreso al Mercado de Capitales, que es el eufemismo que se utiliza siempre para decir que volvemos a endeudarnos. Y ello siempre con el mismo discurso citado más arriba: zafar a corto plazo, patear obligaciones de cumplimiento imposible para el futuro más largo y abrir una nueva etapa de endeudamiento público. Con lo que el círculo vicioso de la Usura vuelve a funcionar.

Megacanje y nuevo endeudamiento.

Siguiendo la regla permanente de Política de Nueva Deuda, el Gobierno Kirchner, inmediatamente después del Megacanje cerrado el 1ero de junio de 2005 – del cual nos hemos ocupado exhaustivamente en los números anteriores - volvió a colocar nuevos títulos públicos en el Mercado sin demostrar todavía cuál es su real capacidad de repago de los mismos. La página web del Ministerio de Economía, en el punto correspondiente al Ejercicio de Sustentabilidad de la Deuda Pública, mantiene la leyenda de “en construcción última versión”, pese a lo que la actual administración ya está recibiendo elogios y adhesiones por parte de bancos colocadores, calificadoras de riesgo-país, organismos internacionales y gobiernos de los Países Desarrollados. Y emitiendo nueva deuda en consecuencia. El autor de esta nota ya lo ha mencionado en artículos anteriores pero cabe recordarlo: que la Argentina no tiene capacidad de pago para amortizar Capital ni para pagar la totalidad de los Intereses de la Deuda y que, por lo tanto, su destino es refinanciar la totalidad de los vencimientos de Capital, pagar la mayor parte posible de los Intereses devengados y capitalizar el resto por Anatocismo. Tal es la fórmula a la que apela hoy – siguiendo la regla fáctica que domina la historia financiera argentina de las últimas tres décadas – la Administración Kirchner; “vendiendo” (una vez más) el argumento que ahora sí vamos a poder cumplir con los pagos de la Deuda.

El stock de Deuda Pública de la Argentina está hoy en el orden de los 150.000 a 160.000 MD (*), la nueva Tasa de Interés promedio ponderada (todavía no publicada) no bajaría del 5 % anual; y el piso de los intereses devengados por año sería de unos 8.000 MD (más de 23.000 MS, que equivalen al 30 % del Gasto Público presupuestado). El Gobierno ha comprometido para este año el pago de unos 3.200 MD (9.600 MS) por concepto de Intereses de la Deuda, capitalizando la diferencia por anatocismo. Esto quiere decir que, solamente por este procedimiento de capitalización, la Deuda Argentina estaría aumentando ya en unos 5.000 MD, a lo que hay que sumar que la nueva Deuda en Pesos – que configura actualmente más de la tercera parte del total – ahora está indexada por inflación (se actualiza por CER), de modo que aumenta continuamente potenciando la base de cálculo de tales intereses.

Las únicas excepciones a esta práctica son el pago de amortizaciones parciales que está empezando a producirse con Bodenes y, sobre todo, las cancelaciones con los Organismos Multilaterales de Crédito (fundamentalmente con el Fondo Monetario Internacional) correspondientes a Capital, además de los Intereses. Esta política de pago privilegiado al FMI – en término y sin descuento – es parte de una imposición al país hecha por el Organismo y el Grupo de los 7 con el objetivo de bajar la exposición del Fondo con los Países altamente endeudados, como el nuestro; pero el Gobierno Kirchner la presenta como un logro de “des-endeudamiento” (pagar más de lo que se reembolsa para dejar un neto a favor del Acreedor). Es así como la Argentina, que a fines del 2004 debía poco más de 14.000 MD al FMI, actualmente habría rebajado su Deuda a 11.100 millones (por Capital, sin contar Intereses), después de haberle pagado cifras récord en su historia.

Conforme un artículo reciente, basado en datos oficiales del FMI – publicado por Mathus Ruiz en “La Nación” el 8 de agosto de 2005 – el Gobierno Kirchner, pese a sus frecuentes declaraciones contra el Fondo, ha batido récords de pagos netos al organismo, que sumaron algo más de 4.200 MD (exactamente, 4.244) en lo que va de su gestión. Esta cifra surge de Cancelaciones por 12.100 MD y reembolsos por 7.900MD; a lo que hay que sumar que se pagaron, además, 1.125 MD por concepto de Intereses. Solamente en lo que va del año – de Enero a Julio del 2005 – se hicieron pagos netos por 2.160 MD (la mitad del total abonado). Y la política es seguir pagando en efectivo la mayoría de los pesados vencimientos que restan hasta fin de año – en principio, más de 1.500 MD – porque el nuevo acuerdo de refinanciamiento de Deuda pedido por la Argentina no se firmaría antes de las Elecciones parlamentarias del 23.10. De modo que, mientras la administración Kirchner no cierre tal Acuerdo, el país seguirá pagándole al Fondo en efectivo sus vencimientos, para bajar significativamente su Deuda con el mismo antes de reprogramar los pagos de la Deuda remanente, que es precisamente lo que más le conviene y lo que está exigiendo el FMI. Se ha especulado que el Gobierno pudiera anunciar en Octubre – poco antes de las Elecciones – alguna medida espectacular como la desafiliación de la Argentina del FMI y/o la cancelación del saldo de la Deuda final con el Fondo, pero esas son versiones hoy incomprobables y sospechosas de argumento electoral. Por el momento, en cambio, lo único concreto es que la administración Kirchner está pagando escrupulosamente bien sus grandes deudas con el FMI, que lo seguiría haciendo por lo menos hasta Octubre y que pudiera efectuar algún anuncio importante por esa fecha, relacionado con el Acuerdo de Refinanciación a que se llegue con el Fondo. De todas maneras, es importante destacar que el Stock de Deuda Pública Total de la Argentina no bajaría con estas cancelaciones netas al FMI porque las obligaciones que se descargan del Organismo se compensan con nueva deuda tomada en el Mercado Privado de Capitales, a tasa de interés más cara.

Así, en las últimas emisiones de Títulos Públicos – caso de los Boden 2014 en Pesos, colocados después del Megacanje Kirchner – el Estado Argentino está tomando nueva Deuda a una Tasa de Interés implícita (Tasa más indexación por Inflación) del 15 % anual, lo cual significa un costo financiero adicional altísimo para el país. Y lo que no se paga al FMI compensándolo luego con la emisión de nuevos bonos de Deuda en el Mercado, se lo abona con Reservas Internacionales – como ya se está haciendo – que se compran en el Mercado también contra emisión de nueva Deuda por parte del Banco Central (BCRA). En definitiva, que - cumpliendo la regla inexorable de la Usura – el resultado fáctico del Megacanje Kirchner (tal como lo venimos repitiendo hasta el cansancio en El Traductor) es mantener el Sistema de la Deuda permanente – la Deuda como Política de Estado – pagando parte de los Intereses y refinanciando la diferencia y la totalidad de los vencimientos de Capital en forma perpetua.

Deuda e inflación.

Días pasados, el Ministro Lavagna sostuvo la discutible tesis que la Política de Dólar alto que lleva adelante la administración Kirchner bajo su dirección no significa Salarios bajos, como tradicionalmente se sostiene. Paralelamente, tanto desde el Ministerio de Economía como, sobre todo, desde el BCRA, se mantiene la tesitura que las emisiones de dinero sin respaldo que se están haciendo para comprar dólares en el mercado, sosteniendo su valor de cotización – hoy en los 2.90 $ - no generan la Inflación que se está produciendo en el país. Aunque el tema sería demasiado largo para discutirlo aquí y por eso nos vamos a limitar a una manifestación más que resumida, corresponde aclarar que ambas posturas declaradas desde el Gobierno no son exactas. En el caso del Ministro Lavagna, porque soslaya la realidad que la gran caída del Salario Real por la Inflación ya se produjo con la mega-devaluación del 2002, llevando los niveles de Pobreza e Indigencia a proporciones máximas en la Historia Argentina; y además porque la correlación entre dólar alto y precio de los bienes transables (dentro de los cuales están los Alimentos de la Canasta Familiar Básica) se sigue dando, dada la tendencia lógica – bajo régimen de Apertura Económica y sin Control de Cambios – al traslado del nivel de precios externos al de los precios internos. Por ende, desde el punto de vista fáctico y conceptual, lo que sostiene el Gobierno en esta materia – por boca de su Ministro de Economía – no sería cierto.

Por otro lado, en cuanto a la intervención del BCRA en el Mercado Cambiario – como ya lo hemos dicho en otros números de El Traductor Gráfico – esta política gubernamental, que está destinada a comprar dólares para sostener su valor y para hacer acopio de Reservas Internacionales, tiene un alto Costo Financiero Cuasi-Fiscal porque luego el mismo Banco Central sale a rescatar o “esterilizar” ese excedente monetario colocando DEUDA - a través de Letras (LEBAC) y Notas (NOBAC) - por la cual paga Tasas de Interés más altas, ya sea porque es comparativamente elevada la Tasa en sí misma o porque se ha venido emitiendo en pesos indexados por la Inflación, que es creciente. A su vez, los dólares de las Reservas – como hemos visto más arriba – se utilizan en parte como pago de la Deuda Externa (fundamentalmente a los Organismos Internacionales), lo que implica que su salida será cubierta después con nueva Deuda del Gobierno (tomada también en el Mercado a tasas más caras). De modo que el BCRA se endeuda por un lado para comprar dólares - en forma indirecta, trasponiendo la emisión sin respaldo antes de la colocación de Letras – y que el Estado Central se endeuda por otro con la novación de Deuda que realiza constantemente sobre el Principal. Y ambos, a tasa más cara por la nueva Deuda que por la Deuda que cancelan vía novación de títulos.

En las dos versiones – Ministerio de Economía y Banco Central – tenemos, sin embargo, un elemento común que – muy sintomáticamente – siempre se omite: el aumento de la Tasa de Interés como principal factor de presión inflacionaria. El efecto multiplicador financiero del Interés es más rápido, más general y más intenso a través de toda la cadena de actividades que cualquier efector multiplicador de la Inversión económica. El aumento de la Tasa de Interés es el principal componente de aumento del Gasto Público. El aumento de la Tasa de Interés pesa sobre la Economía Pública y Privada, porque la Deuda del Estado fija siempre el “piso” de los intereses alternativos de plaza. Y la toma de Deuda a tasas más caras conduce, inevitablemente, al aumento de la presión inflacionaria por vía financiera antes que por vía económica. Por eso, cuando las autoridades tratan de achacar la responsabilidad de las actuales subas de precio a reacomodamientos de los precios relativos del Mercado, a las mejoras salariales y/o al supuesto aumento de la Demanda de Consumo, todas esas versiones o facetas parciales sólo tocan a una parte menor de la explicación inflacionaria.

La realidad es que el principal factor concreto que impulsa el llamado “rebrote inflacionario” en la Argentina es el aumento de las tasas de interés, que pesan sobre toda la Economía, Pública y Privada. Y que ese aumento de los intereses viene determinado por el problema de fondo de la Deuda antes que por las condiciones económicas del Mercado. Por eso, hay que tener mucho cuidado cuando se plantean ante la Opinión Pública argumentos o explicaciones diversivas de la realidad primaria en la cuestión inflacionaria, porque la misma es financiera antes que económica. Y no lo es sólo “mecánicamente” – por efecto automático del aumento de la Base Monetaria – sino por efecto del mayor costo financiero que supone la elevación de las tasas de interés, que determinan los niveles de financiamiento de la actividad general. Pero, como siempre, esto forma parte de las cuestiones “pesadas” o importantes que siempre se soslayan ante y para la Opinión Pública, a la que se desvía o distrae hacia otros asuntos y con otros argumentos.

Hoy, nuevamente, asistimos a los auto-elogios del Gobierno por el “éxito” del Megacanje Kirchner (que nos abre la puerta al nuevo endeudamiento más caro), al coro de apoyos de los centros financieros de Poder y de los Países Desarrollados por la reestructuración de la Deuda en default, a la colaboración interesada de los Organismos Multilaterales de Crédito que apoyan la gestión del Gobierno, a los apoyos – condicionados o no – de los sectores locales beneficiados con la Política de Tipo de Cambio alto, a la lucrativa colaboración bancaria en la nueva ola de bonos post-default que renuevan Deuda Pública a tasa de interés más cara, a la “fabricación” de buenas notas por las Agencias Calificadoras de Riesgo sobre la Deuda Argentina, a la contracción de nueva Deuda con el Banco Mundial (2.000 MD más para el bienio 2004-2005 bajo el programa CAS), a más deuda con el BID (otros 2.000 MD en curso) y al nuevo “Festival de Bonos” previsto para seguir renovando Deuda continuamente. De una u otra forma se cumple así en la Argentina con la regla inexorable que toda decisión importante es deuda. Y entonces entramos otra vez en el esquema cíclico de la Política de Estado de Endeudamiento Público, tal y como ha venido ocurriendo – en los tiempos recientes – desde hace 30 años. El día de mañana – siempre, con fecha a determinar imprecisa – nos “desayunaremos” otra vez más que esta nueva deuda tampoco la podíamos pagar; y sin embargo, se contrajo.

Será el momento de otra Crisis de Deuda, que probablemente le tocará soportar a un futuro Gobierno y no al que tomó el grueso de tales obligaciones. Será el momento de crisis de los nuevos compromisos que hoy se están contrayendo, de las obligaciones que se están tomando – por así decirlo - “bajo nuestras narices” y sin que nadie relevante hoy diga algo fuerte en contra; son las ilusiones de la pseudo-solvencia fiscal para renovar la Deuda y pagar sus Intereses. En definitiva, será el momento de afrontar los costos de una Nueva Crisis después de soportar los años de sangría financiera producidos por la “carretilla de intereses” que citábamos en el cuento del copete.

(*) Las cifras se expresan siempre en Millones de Dólares (MD) ó Millones de Pesos (M$). Addenda: Teatralización con el FMI.

Estando ya escrito este artículo, se conoció la noticia que una Misión Técnica del Fondo Monetario, que iba a venir en estos días a Buenos Aires, habría quedado cancelada dada la supuesta decisión del Gobierno Kirchner de no negociar un nuevo Acuerdo con el FMI antes de las Elecciones de Octubre. Esta delegación técnica – con el nuevo encargado para el área, Andrew Wolfe, al frente – venía para recabar informaciones preliminares sobre las Cuentas Públicas y los lineamientos del futuro Presupuesto 2006, aunque su tarea no era tan importante ni urgente para el Organismo. Más aún, se especula que los funcionarios del Fondo no vendrían, en realidad, para no interrumpir sus vacaciones de Agosto en los Estados Unidos y porque al Directorio del Organismo no le interesa apurar las supuestas “negociaciones” sino alargarlas. Por el contrario, definir – en buenos o malos términos – la relación de pagos con el Fondo sí es importante y urgente para el Gobierno Kirchner porque, tal como lo explicamos más arriba, cada día que pasa “sin Acuerdo” significa que la Argentina le sigue pagando en efectivo, descontando así la Deuda según lo exige el FMI y el G7.

Muy distinto sería si el Gobierno suspendiese los pagos al FMI hasta no lograr tal acuerdo, como realmente correspondería en caso de “negociación dura”, porque entonces habría una presión contra el Fondo. Pero de esta manera – pagándole al FMI mientras no se llega a un Acuerdo – eso es “pan comido” para el Fondo, puesto que toda demora del arreglo de refinanciación de la Deuda mientras se le sigue abonando con puntualidad significa estar adelantando el pago al contado (lo mismo que el Organismo le exige) de los montos que deben discutirse como materia de refinanciación. Pagarle antes de negociar significa así, en la práctica, no negociar sino allanarse a las conveniencias y exigencias del Fondo: cobrar lo más posible al contado para bajar su exposición financiera con la Argentina. Pero el presidente Kirchner sigue en campaña, con sus declaraciones públicas altisonantes contra el FMI mientras bate récords de pagos al mismo, vende la imagen “para la galería” que está enfrentando al Fondo cuando en los hechos se está acomodando a sus principales reclamos; y continúa confundiendo a la Opinión Pública mientras mantiene y apuntala el Sistema de la Deuda en la Argentina.

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