Por Silvio Maresca
La publicidad nos ha hecho conocer una nueva faceta del candidato que hasta ahora desconocíamos. Lo cierto es que opina también sobre la historia del desarrollo científico, pues sostiene -poco más o menos- que la ciencia construye sobre lo ya construído ya que cada investigador retoma dónde deja el anterior.
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Parece ignorar por completo -tanto él como sus asesores y publicistas- que hace ya más de 50 años Thomas Kuhn publicó su conocido ensayo "La estructura de las revoluciones científicas", obra en la que muestra fehacientemente que el desarrollo del pensamiento científico reconoce no sólo continuidades sino grandes rupturas que implican un cambio de paradigma. Cambio drástico de teorías, problemas, fenómenos investigados, técnicas de observación y experimentación y, por último, concepción del mundo.
O sea, que si puede hablarse en las ciencias de un "progreso", éste se produce no sólo a través dela acumulación de los conocimientos sino a través de transformaciones revolucionarias. En síntesis y como queda dicho: no siempre se trata de continuidades sino, muchas veces, de cambios totales de rumbo. De no ser así, todavía estaríamos inmersos en la astronomía de Ptolomeo, en la física de Aristóteles o en la psicología prefreudiana de la conciencia.
La concepción del desarrollo científico de que hace gala Scioli es propia del positivismo del siglo XIX; ni siquiera ya unívocamente del neopositivismo (Círculo de Viena) o de la filosofía analítica.
Éstos son los ignorantes que aspiran a presidir los destinos de nuestra nación en los próximos cuatro años. Y los otros candidatos no son mucho mejor. Una vez Julio Bárbaro dijo algo así como que una vez, estando en una librería, casi se desmaya cuando vio entrar allí un político.
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