Un año de Macri: buscando drivers para el crecimiento



por Juan Cerruti 

 Ha transcurrido 25% del mandato de Mauricio Macri. O si prefieren, 1 año. Es un tiempo suficiente para un primer balance. Mucho en el haber, otro tanto en el debe, y una incógnita hacia adelante.

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En el haber: el trabajo de rebalanceo ya se hizo mayormente. En 12 meses se devaluó, salió del Cepo, se acordó con los holdouts, se comenzaron a sincerar las tarifas públicas, se restablecieron vínculos internacionales, se transparentó el Indec y las instituciones parece haber comenzado un lento proceso de recuperación de credibilidad. No es poco. 

Menos aún si a ello le sumamos que el Congreso volvió a ser un lugar de diálogo, negociación y acuerdos, que posibilitaron la gobernabilidad. Entonces, si se hizo “todo bien”, ¿por qué no crecemos? 

Ciertamente la inflación descendió un par de escalones. Pero la reactivación del nivel de actividad aún no se vislumbra con claridad. Para responder esta pregunta es útil observar cuales fueron las últimas grandes recuperaciones de la economía argentina con cambio de paradigma económico: 1992 (fin de la hiper e inicio de la Convertibilidad) y 2002 (fin de la Convertibilidad, crisis y devaluación) 

 En ambos casos la recuperación se apoyó en una brecha relevante entre el producto efectivo (nivel de actividad real en ese momento) y el producto potencial (el máximo nivel de producto al que puede aspirarse dados los recursos). Es decir, había capacidad instalada ociosa en la industria y desempleo. Eso hizo que se generaran rigideces de precios (salarios e inflación minorista) provocando rentabilidades por encima del promedio, que actuaron como drivers para “encender” la mecha de la inversión y el PBI. 

En el caso de 1992 se le sumó una fuerte recomposición de los saldos reales por la desaceleración de la inflación y un influjo de capitales externos relevante, producto de las privatizaciones con garantía de tipo de cambio (caja de conversión). En el caso de 2002 el driver principal fue la rentabilidad del sector externo, producto de la devaluación y el alza de los precios de los commodities agropecuarios. 

 Ahora bien, a diferencia de Carlos Menem y Eduardo Duhalde, el actual gobierno no heredó un modelo que “explotó”. Aunque era inviable en el largo plazo, largo plazo que estaba cerca.... 

El desempleo hoy transita más cerca del pleno empleo que de los niveles de 2002. Las privatizaciones no son una opción, tampoco el seguro de cambio estilo Convertibilidad. Los commodities agropecuarios, en el mejor de los casos se mantienen, y la ya devaluación se hizo con la unificación cambiaria. En resumen, ninguno de los drivers del crecimiento anteriormente citados están disponibles en la caja de herramientas de la política económica hoy. 

Es decir, no hay ganancias extraordinarias de corto plazo producto del seguro de cambio con apertura externa (Convertibilidad) ni bolsones de rentabilidad extraordinarios producto del tipo de cambio hiper depreciado y caída del salario real en dólares (2002 a 2007). Esta particularidad responde al hecho de que lo vivido en el traspaso de mando de CFK a MM es la primera transición de un gobierno argentino en democracia sin (o con moderado) “output gap” (brecha entre el producto efectivo y el potencial). 

Ello implica que la agenda del gobierno en vez de focalizarse en la demanda agregada (como hizo Carlos Menem, pero sobre todo Duhalde y luego NK) deba poner la lupa en la oferta agregada. Cuando ya no hay qué consumir, es necesario invertir para generar más oferta. Y aquí el tema se pone más áspero porque los tiempos de la oferta agregada no son los de la demanda. El camino es largo. 

Pero no hay opción. Macri heredó una economía con salarios altos, rigidez laboral, infraestructura en decadencia y alto costo de capital. Lograr que estos factores se transformen en drivers de la inversión, y en definitiva del desarrollo, lleva tiempo. Y el tiempo sea tal vez el bien más preciado para el actual Gobierno. En el interín, es clave comunicar bien y generar expectativas correctas. Sin atajos.


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