La hora de los sinceramientos




Por Juan Manuel Flores

A dos semanas del ballotage, última instancia electoral, las fuerzas políticas se reacomodan como quizás debieron haberlo hecho desde el principio
Y al final, Mauricio Macri y Javier Milei blanquearon su relación y concurren juntos a la segunda vuelta electoral. El renunciamiento del ex presidente fue sólo a los efectos de sacar de la cancha a Horacio Rodríguez Larreta primero, y a Patricia Bullrich después.

A principios de este año, era claro que se estaban formando dos bloques opositores diferentes, no respetando a pie juntillas los moldes partidarios: un sector moderado, en el que estaban Horacio Rodríguez Larreta y la Unión Cívica Radical; y otro más duro, con Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Javier Milei. Éste último espacio, anticipando sin remilgos un programa de gobierno basado en la restricción de la demanda, la reducción de salarios, la eliminación de subsidios, la pérdida de derechos para los trabajadores y la represión de toda manifestación social como vehículos para lograr la eliminación del déficit fiscal y la reducción de la inflación. Pero Juntos por el Cambio no se dividió al momento del cierre de listas, y mantuvo la ficción de unidad de su espacio, dejando adentro a Larreta y Bullrich. Incluso, con la desprolijidad del Jefe de Gobierno de apoyar en términos reales al radical Martín Lousteau, y formalmente al Intendente de Vicente López, Jorge Macri, para la gobernación porteña.

La performance electoral de Larreta quedó muy debajo de sus aspiraciones, y quedó afuera de la carrera antes de la primera vuelta. ¿Qué hubiera pasado si Milei participaba de esa interna? ¿o si la interna hubiese sido entre Milei y Bullrich, dejando a Larreta solo en el espacio del centro?

Tras dos instancias electorales, el representante del polo opositor que quedó vivo es Milei, algo desgastado por una campaña interminable y por las constantes polémicas generadas por sus propuestas disruptivas, cuando no disparatadas.

La reaparición de Macri a su lado, lo puso otra vez en el primer plano de la política, y de alguna manera, lo sacó de la jefatura de su propia campaña, aunque según los estudios realizados, impulsó que muchos de los votantes del PRO se acercaran a Milei.

Como contrapartida, esta alianza llevó a un puñado de legisladores electos de LLA a dejar de apoyar a Milei. ¿Tendrá ello algún efecto electoral?

Pese a ser el ministro de economía de una gestión que hizo trepar la inflación hasta el 140% anual, Sergio Massa encaró este proceso electoral como un virtual jefe de estado que busca su reelección. En los hechos, el tigrense se hizo cargo del alicaído gobierno nacional en agosto del año pasado y penó hasta las PASO con pocos resultados alentadores para la capacidad adquisitiva de la población.

Después de las primarias, y del nuevo acuerdo con el FMI, Massa cambió el eje de la elección. Con un ritmo incansable, impuso su agenda a través de medidas concretas de corto plazo destinadas a aliviar la situación de consumo de la población. Logró sacarle a Milei el dictado de la agenda pública. Se dejó de hablar de la casta, para poner foco en la devolución del IVA y la elevación del tope imponible de Ganancias. ¿Pero agotó allí sus propuestas, o le queda algo para la segunda vuelta?

Previo a ello, Massa había logrado alinear a todo el peronismo detrás de su figura, como el único candidato del espacio con chances de hacer una elección aceptable. Hasta 24 horas antes del cierre, el postulante parecía ser Wado de Pedro, impulsado por la Vicepresidenta Cristina Kirchner. Pero el rechazo de gobernadores y sindicalistas bloqueó al mercedino y habilitó a Massa, quien integró la fórmula con el jefe de gabinete Agustín Rossi, propuesto por el Presidente Alberto Fernández.

Así, voluntariamente o no, entre Massa y Alberto congelaron a Cristina, quien terminó poniendo el foco en la Provincia de Buenos Aires. Aunque tampoco allí reinará, ya que el gobernador Axel Kicillof consolidó su liderazgo como jefe político del distrito, distinguiéndose del kirchnerismo duro, como por ejemplo, el de Máximo Kirchner. La categórica victoria obtenida en su reelección lo convierte en un líder completo, sin deberle a nadie su lugar de poder.

Un dato importante es el rol que jugará la provincia de Córdoba. En 2015, inclinó la balanza en favor de Mauricio Macri. Hoy Massa busca evitar que ello se repita. El gobernador electo Martín Llaryora, el intendente electo Daniel Passerini y la diputada nacional Natalia de la Sota ya se han expresado a favor de Massa, sugiriendo el fin del cordobesismo sostenido hasta el 22 por el actual gobernador Juan Schiaretti. Veremos cómo llega ese acuerdo al particular electorado cordobés.

El peronismo supo construir y sostener su unidad, y ello es quizás el principal motivo de la inesperada victoria del domingo 22. Un triunfo de Sergio Massa en el ballotage inauguraría un nuevo liderazgo en el movimiento nacido en 1945, con un perfil más centrista que el mostrado por el kirchnerismo desde 2003.

Ahora, todo ésto sucede en medio de una grave crisis inflacionaria, que licúa el poder adquisitivo de los asalariados, la base electoral del peronismo.

Pero también afecta a la franja de clase media baja, compuesta en su mayoría por trabajadores autónomos, sin cobertura social, acostumbrados a depender de sí mismos, sin esperar ayuda del Estado ni de sindicatos u organizaciones sociales. Allí están los trabajadores de las aplicaciones, los plomeros y electricistas que trabajan en hogares, las manicuras, los paseadores de perros, los cuidadores de ancianos y enfermos, las vendedoras particulares de ropa, las que armaron un delivery artesanal de comidas, los artesanos, los recicladores, los que se la rebuscan para sobrevivir…

Este sector –que empezó a pasarla mal en la segunda gestión de Cristina Kirchner y la pasó peor con Mauricio Macri- apoyó al Frente de Todos en 2019, y tras el aislamiento de la pandemia de 2020 que lo congeló económicamente, en las elecciones de 2021 se quedó en su casa el día de la elección. Pero luego se sintió identificado por la propuesta libertaria de Milei, dado que siente que el conjunto de protecciones que ofrece el peronismo no los alcanza.

En la semana pasada, Massa se reunió con dirigentes que presuntamente representarían ese espacio. Ahí es el único nicho en donde el peronismo puede darle vuelta a los votos de Milei, pero deberá ser creíble a través de propuestas concretas y visibles. No será fácil. Otro espacio que aparece como campo de batalla para el ballotage es el universo de votantes de Patricia Bullrich. Una lectura sólo ideológica sugiere que esos votos irían automáticamente para Milei. Pero habría que ver si esos votantes –muchos de ellos están frente a una opción que les resulta desoladora- participarán o no de la elección. Además, si consideramos emocionalmente el voto, los electores de Bullrich ponderan el orden, la previsibilidad y la estabilidad. ¿Con quién asociarán esos valores, con Massa o con Milei? Es por ello, que la alianza con Macri a Milei lo lleva a moderarse en sus formas y propuestas, para construir una imagen más previsible.

Dentro de su sinuosa evolución, antes del encuentro con Macri, Milei había hecho por sí y a través de su candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel, una virtual apología de la dictadura militar y del terrorismo de Estado. Además, no pierde oportunidad de descalificar a Raúl Alfonsín, el primer presidente del actual período democrático que lleva ya 40 años. Ése es un error estratégico grave, ya que lleva la discusión a una etapa predemocrática, siendo la democracia el único pacto que respeta la sociedad argentina para su convivencia. Antes Milei, llevaba a recordar el momento de 1989, mostrándose a sí mismo como un nuevo Menem, que venía para derrotar a la inflación. Pero con esta nueva postura, se termina mostrando como una especie de nuevo Videla…

Las huestes se agrupan para la batalla final. El resultado es impredecible, y parece que será muy parejo. ¿Quién logrará imponer el clivaje que divida aguas? ¿democracia vs. dictadura? ¿producción y empleo vs. ajuste empobrecedor? ¿estabilidad económica vs. populismo inflacionario? ¿ciudadanos vs. casta?

El que sepa interpretar lo que piensa y siente éso que llamamos la “gente” –y que de ninguna manera es un concepto uniforme y homogéneo- será el que se lleve la victoria.

Buenos Aires, 5 de noviembre de 2023




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