Game over


por Mariano Rovatti

Según infidencias coincidentes, el domingo a la noche, con los resultados de la elección volviéndose irreversibles, Néstor Kirchner desató su furia dando trompadas a la pared e insultando al Jefe de Gabinete Sergio Massa, imputando su derrota a la entrega de los intendentes del conurbano.

Lejos de aquellos sueños de transversalidad, como nunca antes el ex presidente se había refugiado en las estructuras tradicionales del PJ bonaerense para sostener su supervivencia política.

Conciente de su segura derrota en la mayoría de los distritos importantes, jugó el resto de su capital político a ganar -aunque fuera por un voto- las elecciones en el mayor distrito del país, para que pudiera seguir en pie su plan de volver a la presidencia en el 2011.

Apretó a Daniel Scioli, Sergio Massa, y a los intendentes para que se embarcaran con él en su aventura política. Advirtiendo que éstos -con el objetivo de asegurar la gobernabilidad en sus distritos- empezaban a pergeñar un doble juego, los obligó a jugarse por él, a través de las candidaturas testimoniales.

Parecía que la movida le daba resultado al pinguino, y que el doble juego sería desactivado. Pero los intendentes desarrollaron su campaña al lado de Kirchner sin nombrarlo. Comprobaron que eran ellos los que le subían el precio al Flaco y no al revés.

La furia desatada por Kirchner se produce al advertir que la mayoría de los intendentes obtuvieron con sus listas municipales muchos más votos que los que sacó la nómina de diputados nacionales, en un terreno en el que nunca se acostumbró a cortar boleta.

Además, resultó extraño que el kirchnerismo perdiera la elección general por apenas dos puntos, y que en los municipios no se desplegara la habitual gama de tramoyas electorales, garantizándose súbitamente la pureza del sufragio.

Los intendentes acaban de consumar un sutil golpe al liderazgo de Kirchner, desalojándolo del trono justicialista y haciendo ostentación de su poderío territorial.

Las causas de esta insurrección habrá que buscarlas en la lógica declinación del kirchnerismo, después de seis años de ejercicio del poder. Más aún, si consideramos el desgastante estilo de conducción de Kirchner. Pero también hay que recordar que éste cometió errores estratégicos de manera permanente, sobre todo luego de entregarle el bastón de mando a su esposa.

Si analizamos el conflicto con el campo, veremos cómo Kirchner erró el camino, al elegir a aquél como su enemigo. Toda la oposición encontró en el sector rural el elemento aglutinador que no supo hallar por sí misma. La derrota del gobierno en esa guerra terminó hiriendo gravemente su salud política.

En este proceso electoral, fue el mismo Kirchner el que alentó una polarización que no le convenía. Planteó el comicio como un plebiscito entre dos presuntos modelos antagónicos, sin tener el plafond necesario para encararlo desde una posición ventajosa.

A través de estas decisiones estratégicas groseramente equivocadas, y de sus constantes intromisiones en la gestión de su esposa. pareciera que sólo se ha dedicado a boicotearla.

Néstor y Cristina Kirchner tenían un acuerdo, por el que se sucederían recíprocamente dos veces cada uno, totalizando un período de dieciséis años del matrimonio en el poder.

Pero a mediados de 2007, Néstor medía 10 puntos más que Cristina en las encuestas. Un sector del kirchnerismo susurraba al oído del ex presidente que rompiera el pacto, dado que él -y no ella- aseguraba el triunfo en primera vuelta.

Pero a Néstor le resultó imposible romper ese trato, y la candidata fue ella. Y como no le alcanzaba para ganar, se hizo la alianza con Julio Cobos, que le dio el 5% necesario para evitar el ballotage. Lo que pasó luego es conocido.

Pareciera que Néstor, tras su salida del poder, vio a aquel acuerdo como una concesión; o peor, como una pérdida. Jamás aceptó su rol de marido de la presidenta, y lo que en un momento fue doble comando, termino siendo presidencia de facto, lisa y llana, en manos del santacruceño.

En su conferencia de prensa de la madrugada del lunes, Kirchner mencionó cuatro veces la palabra que más miedo le genera: gobernabilidad.

Kirchner comprueba que -además de los intendentes- ha perdido sus otros dos principales sostenes políticos: los gobernadores y la CGT.

Los caudillos provinciales que antes se inclinaban verticalmente ante sus arengas, a cambio de fondos para sus dependientes economías, ahora se preparan para protagonizar una nueva era, el poskirchnerismo, interactuando de manera horizontal entre sí. La CGT, cuenta las bancas obtenidas y hará lo de siempre: priorizar sus intereses sectoriales, dejando a los políticos peleándose entre ellos. Hugo Moyano ya hizo cargo a Néstor Kirchner de la derrota, despegándose rápidamente de su figura.

Todos los gestos de Kirchner posteriores a la derrota, coinciden en asumirla personal y exclusivamente, dejando limpia la imagen de Daniel Scioli. La abdicación del trono justicialista en su favor es su más claro símbolo.

Tras haber enterrado su capital político, Kirchner busca en Scioli su continuidad, evitando que la fuerza de los hechos consagren sin esfuerzo a Carlos Reutemann como el candidato del justicialismo para el 2011. Quizás, aliente la realización de internas abiertas, confiando en el poderío bonaerense.

También Kirchner busca anudar algún tipo de acuerdo con los gobernadores. La designación como nuevo Ministro de Salud del vicegobernador tucumano Juan Manzur -hombre del gobernador José Alperovich, y discípulo de Ginés González García- parece sugerir esa intención. Además, la cabeza de Graciela Ocaña era una promesa de Kirchner a la CGT. No es casual que al día siguiente de la elección se consume un hecho del que surgen dos derivaciones políticos relevantes, tendientes a reforzar el disminuido capital político gubernamental.

Una duda que surge es cómo seguirá la relación entre Daniel Scioli y los intendentes. Si éstos aceptarán que continúe en su cargo, o si lo prefieren a Alberto Balestrini, que en definitiva es uno de ellos.

La derrota kirchnerista no se limita al territorio bonaerense. En la Capital Federal, salió 4°, con el 12%; en Córdoba, 4° con el 9%; en Santa Fe, 3° con el 8%; en Mendoza, perdió por paliza con el cobismo que duplicó sus votos; en su propia cuna, Santa Cruz, perdió frente al radicalismo. Una verdadera catástrofe, aunque la Presidenta intente convencernos de aquí no ha pasado nada.

En el orden nacional, obtuvo en total el 30% de los votos, si incluímos con generosidad a distritos cuyos líderes hasta hoy son aliados, y mañana seguramente no lo serán (Das Neves, Gioja, Capitanich...). El 70% le votó en contra.

La victoria opositora no tiene una cara única. El Waterloo de Kirchner no implica la irrupción de un nuevo líder en su reemplazo. En cada distrito, la oposición encontró el instrumento que tuvo a su alcance para enfrentar al gobierno y expresar el hartazgo social por el estilo confrontativo y excluyente de los Kirchner, que además de insoportable, resultó en varias ocasiones ineficaz. Lo que fue el cobismo en Mendoza, fue De Narváez en Buenos Aires, el macrismo en Capital, Luis Juez en Córdoba y Reutemann en Santa Fe. Incluso en algunos de esos distritos, quien salió segundo también era opositor.

De cara al 2011, estas elecciones resultaron eliminatorias para los derrotados. En lo que hace a sus proyectos personales, Néstor Kirchner, Elisa Carrió y Hermes Binner, quedaron fuera de la carrera por el sillón mayor, pero conviene hacer algunas aclaraciones:

La titular de la Coalición Cívica entró con lo justo al Congreso y su pollo Alfonso Prat Gay llevó al ACyS a un pálido tercer lugar con un escaso 18%, lo que implica un fracaso rotundo para una fuerza que pretende ser gobierno. Pero Carrió logró que el Acuerdo se convierta en la primer fuerza opositora del país, con un total nacional del 30% empatando la línea del oficialismo. De todos modos, difícilmente pueda liderar el espacio dado que no fue capaz de ganar en su distrito. Ha realizado una gran construcción política, que seguramente será disfrutada por otro.

Hermes Binner casi lo hace ganar a Rubén Giustiniani, pero no le alcanzó, y sus aspiraciones presidenciales quedan postergadas. De todos modos, gobierna aceptablemente una provincia importante como Santa Fe, y ello le da expectativas de acompañar en la fórmula a uno de los que quedó en pie.

Dentro del Acuerdo, quedó allanado el camino para la candidatura de Julio Cobos, quien logró reunificar al radicalismo mendocino, incluyendo al felipista Enrique Thomas, y darle una paliza al oficialismo, pese al esfuerzo en contrario que hizo el gobierno nacional. Además, del éxito territorial, se legitimó moralmente, ya que ésta fue la primera experiencia electoral después del voto no positivo, tomado como una traición por el kirchnerismo.

También triunfó en Corrientes, en donde los tres senadores nacionales electos le responden. Deberá trabajar duro en la populosa Provincia de Buenos Aires, en donde el Acuerdo logró sólo el 21%. Allí parece haber elegido como su principal aliado a Ricardo Alfonsín. La caída de las casi 90 listas colectoras cobistas jugó en contra del Acuerdo, porque un gran número de intendentes, diputados y cuadros políticos que quedaron afuera terminaron corriendo a media máquina. Encima, Cobos se saca fotos con De Narváez...

Su estilo consensual y dialoguista es la contracara del confrontativo y beligerante derrotado en las elecciones del domingo. Si no hay novedades en materia de sucesión presidencial, renunciará a su cargo durante el próximo año, a fin de consumar plenamente su retorno a la UCR, y salir del incómodo rol de ser vicepresidente y opositor a la vez.

La alianza entre Mauricio Macri y Francisco De Narváez ha obtenido su primer logro. El Colorado construyó una imagen que buscó sintetizar el macrismo y el peronismo disidente. Ya se encargó de aclarar que el candidato en 2011 a presidente será Macri, y que él buscará la gobernación. En nuestro anterior artículo, mencionábamos que luego de una victoria como la que finalmente consiguió, estaba habilitado políticamente para pelear la presidencia, dada la dimensión de su derrotado, lo que fue repetido por varios medios de comunicación. La objeción legal por su lugar de nacimiento es relativa, ya que la Constitución Nacional y la Provincial, en este punto, exigen lo mismo.

El macrismo festejó alocadamente su victoria pero deberá tomar nota que en la ciudad autónoma, a pesar de salir primero, perdió el 15% de los votos (un tercio de lo que sacó en la primer elección del 2007) y en el global tuvo la misma proporción desfavorable que el oficialismo nacional: 70 a 30. Dentro de dos años, cuando haya que elegir nuevamente al Jefe de Gobierno, si se repitieran las cifras de este domingo, el macrismo tendría escasas posibilidades de retener el gobierno de la ciudad, si tenemos en cuenta la necesidad de transitar por el ballotage.

Allí resultó sorpresiva la formidable elección de Fernando Solanas, desplazando al radicalismo del segundo lugar y alcanzando un cuarto de las voluntades. Con un discurso más cercano al peronismo ortodoxo que al progresismo de sus aliados, logró captar la mayoría del caudal histórico del justicialismo, descontento con la figura del banquero y comunista renegado Carlos Heller.

Al gobierno le queda como principal argumento de poder el manejo de la caja, pero quizás, por poco tiempo. El Congreso ya tiene otra conformación, y el oficialismo es minoría en ambas Cámaras. Aunque los nuevos diputados y senadores recién asumirán en diciembre, las súbitas conversiones estarán a la orden del día. Uno de los primeros objetivos legislativos de la oposición será derogar la ley de superpoderes, y así generarle otra herida profunda a la salud política del gobierno.

En la Argentina, los procesos de descomposición del poder suelen ser acelerados, brutales e irreversibles. Quedan aún dos años y medio para que la Presidenta complete su mandato.

Mucho tiempo.

Buenos Aires, 1° de julio de 2009

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