Lo Insustancial ya supera a la soberbia



Por Alfredo Brandon


El escabroso devenir del gobierno; sus posturas intrincadas, y hasta sórdidas, se tornan apabullantes para muchos funcionarios que desnudan su desconcierto e incapacidad frente a los asuntos de un estado que se encuentra en constante beligerancia; que depende mas de lo vehementemente antojadizo que de un modelo político consistente y continente. Si la materia sustancial del estado, hombres formados para el bien, se envilece mediante el sentido extremo de la mezquindad, estaremos a las puertas de una sociedad degradada en sus valores más sustantivos; entonces si, nuestro futuro como nación será incierto pues habremos perdido toda norma de entendimiento y convivencia.

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En un estadío subrayado por la soberbia, los funcionaros “K” tratan de ocultar los desatinos presidenciales fingiendo una solvencia de ribetes circenses; sosteniendo “planteos técnicos” cargados de sofismas burlescos. Los más expuestos han sido los “Bufones del Rey” de economía y de la secretaria Legal y Técnica (A. Boudu, R. Felletti, H. Lorenzino y C. Zannini) quienes han demostrado una frondosa insustancialidad político-profesional en la planificación estratégica del DNU 2010/09, DNU que fue pergeñado al solo efecto, no de pagar deuda, sino de garantizar el “nivel de demanda” (gasto corriente); una perfecta oportunidad para que los “fondos buitres” puedan demostrar el “alter ego” transformando así las reservas en embargables. Este atroz arrebato de ignorancia profesional no puede ser respaldado con la búsqueda de fantasmas desestabilizadores o traidores dentro de la alacena; lo cierto es que este devenir económico-financiero plantea interrogantes –hay plan/matriz financiera?- que superan holgadamente la capacidad intelectual de los responsables del palacio de hacienda.

No es necesario que los funcionarios luzcan togas austeras, pero tampoco resulta una buena iniciativa de los apolíneos ministros enfundarse, casi como distintivo snob, en Armani; ostentar un par de gemelos extravagantes, anteojos Vogue, medias de fino hilo egipcio; oler a ‘Clive Christian’ como apetece algún vice ministro y calzatures italiane. Digamos que como para salir del anses y transformarse en ministro de economía, ya es demasiado; los viajes, los alojamientos suntuosos y los banquetes foráneos vendrán con el tiempo. Lo grave de esta corte de “opulentos para nada”, a costa del estado, es que su idoneidad y su sustancia política están seriamente cuestionadas y no merecen más que un traje de segunda mano.

A lo largo de estos años la Argentina ha ido decreciendo en cuanto a sus valor “políticos-cualitativos”. Aquella suma de virtudes que supo anidarse en hombres de talla y envergadura para ejercer las lides políticas se han deformado; la falta de liderazgos se erige como una realidad preocupante a la hora de abordar con éxito los asuntos de la política. Temerarios principiantes con intereses non santos se propusieron como ejecutantes de una partitura muy delicada y que compromete seriamente el destino de un país; pues bien, entonces acordemos que ante esta descomposición dirigencial, cuasi zoológica, la melodía se torna inaudible.

La errónea decodificación de la realidad y la inconsistencia política de los funcionarios para afrontar las crisis pone sobre relieve una actitud inmadura frente a los asuntos de estado; a tal punto que inducen a la jefa de estado a cometer yerros que le ocasionan un gran desgaste y desprestigio. La presidente, tan contradictoria como irascible, debería ser rectora en cuanto a madurez política, pero no; se ocupa más en agitar que en calmar los vientos huracanados generados por funcionarios insensatos. En ningún momento plantea soluciones ante el conflicto, claro ella es parte del problema. Porqué la presidente no sincera ese mensaje contradictorio de decir que la maniobra de los DNU fue para obtener crédito barato (6%/7%) en los mercados –o sea, nos vamos a endeudar- y no a tasas usurarias del 15% cuando en verdad este gobierno tomó deuda entre el 14,76% y el 15,29%. A esta pregunta los funcionarios la responden con evasivas, pues no hay sustento argumental, ni siquiera desde el sofisma. Lo cierto es que este DNU obedece a necesidades de “caja” clientelar poniendo en riesgo –en principio U$s 17.650 Mll- las reservas del BCRA.

Para cada remezón que acontece en Balcarce 50 no aparece una solución política, por el contrario, aparece una reacción espasmódica que raya con el enojo, lo cual desnuda una gran discapacidad política e imposibilita todo tipo de dialogo y agudiza cada vez más los desacoples en la Rosada para con el mundo político exterior. Es alarmante ver como algunos ministros confunden actos de gobierno con logro de objetivos; han soterrado los valores fundamentales supliéndolos por códigos barriales (¿?), transforman una opinión adversa en un enemigo y sostienen un discurso desde lo imaginario o desde lo obtuso, jamás desde la razón. Ello, sin más, demuestra una depreciación simple de las conductas equilibradas, sea desde lo moral como desde lo ético. Si no hay sustancia no hay ser y en la política la sustancia es indispensable para que no prevalezca el vacío del no-ser.

Los intereses mezquinos en la vida pública ciertamente son deleznables, por lo tanto no se equiparan con los intereses de la política pues ellos devienen en poder, y el poder se nos confiere con el solo objetivo de ejercer el bien, el bien común; condimento sustancial de la obra política. En la antigüedad se sostenía que “la ciudad estaría mejor gobernada por las personas que no se preocuparan por el cargo que ocupan y si por lograr la felicidad”, el hombre que ejerza el poder debió haber sido instruido en el conocimiento del bien y por lo tanto tiene la obligación de gobernar sin que le atraiga el poder.

La languidez política del indescifrable ideario kirchnerista se funda en sus propias “falencias encolerizadas” y en la ausencia de ideas; donde solo se agita el discurso único –hasta irrespetuosos- que propone el asalto a los poderes públicos. Lo disimulado de su soberbia no la vuelve menos perniciosa, pero sin lugar a dudas hoy es más letal la aparición de funcionarios insustanciales en los asuntos de la política. La desmesura de los adláteres del gobierno es de tal magnitud que desnuda su execrable intención de saqueo y desnaturaliza toda expresión que intente sustentar la falacia de un proyecto nacional que solo existe para satisfacer ambiciones económicas y de status, negando toda construcción política en pos de intereses inconfesables.
Enero 2010*Derechos reservados “El País” * Málaga /

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