Nubosidad variable



Por Mariano Rovatti

Ayer, hasta que Martín Redrado anunciara su decisión de renunciar a la presidencia del Banco Central, Julio Cobos estaba dispuesto a sumar su voto al del gobierno, y acompañar la destitución del Golden Boy. Más allá de toda consideración jurídica, el Vicepresidente había evaluado que si apoyaba a Redrado, le hacía el juego al gobierno, que ha utilizado el conflicto del BCRA para colocar al mendocino como cabeza de un eje conspirativo en contra de la Presidenta.

La decisión de Redrado convirtió en abstracto el dictamen del comisión bicameral, que de todos era no vinculante para el Poder Ejecutivo.
Teniendo en cuenta cómo se dieron las cosas, es suficiente logro para la oposición que el asunto haya tenido que ser girado al Congreso. Ahora viene lo mejor, el debate de qué hacer con las reservas del Banco Central. Todo lo demás es pura cháchara.

Para Cobos, estar otra vez en el centro de la escena con un voto de desempate hubiera significado más desgaste que rédito político. Mejor para Cobos evitar eso y rápido. Por ello es que se había prometido el dictamen el próximo martes.

La novela del Banco Central es una señal de alarma para el Vicepresidente.

Las circunstancias vividas durante este proceso muestra que sus caminos se van estrechando.
El Vicepresidente había reconocido públicamente hace pocas semanas que era “muy probable” su candidatura presidencial . Manifestó que no renunciará al cargo, solicitando tan sólo una licencia 60 días antes de los comicios.
En verdad, resulta difícil imaginar cómo hará para concretar esa intención.
Apenas ocho meses después de asumir su cargo, Cobos quedó –por imperio de las circunstancias políticas- del lado de la oposición al mismo gobierno que de alguna manera integra.
El caso Cristina-Cobos es muy difícil de ver repetido en algún lugar del mundo.
Ambos fueron elegidos por el 45% de los votos, doblando a la fórmula que ocupó el segundo lugar, Carrió-Giustiniani. Cobos y su armado radical K le aportaron a la fórmula oficial el 5% necesario para evitar el ballotage. Durante la campaña, la figura del mendocino había sido sistemáticamente postergada por los responsables de la misma, lo que generó conflictos entre los socios de la fórmula.
Ya en el gobierno, Cristina Fernández no le permitió al cobismo el acceso a ningún espacio importante de poder, confinando al ingeniero a limitar su rol a tocar la campanita del Senado, cuerpo legislativo copado por representantes justicialistas.
La hora de Cobos llegó con el desempate de la Resolución 125, en la apuesta más fuerte del gobierno de Cristina, la batalla contra el campo.
Para el kirchnerismo, Cobos había resultado un traidor, aunque en verdad, jamás había sido contenido por el oficialismo. Durante toda la crisis de 2008, Cobos nunca fue consultado por miembro alguno del gobierno.
Alli Cobos saltó de su oscuro rol a ser el político más prestigioso del país, situación que mantiene hasta el presente –con alguna leve declinación- según todas las encuestas de opinión. Tuvo otra ayuda del destino cuando falleció Raúl Alfonsín, durante un período en que la Presidenta se hallaba fuera del país; Cobos aprovechó la escena para avanzar en su reconciliación con el radicalismo y tener horas de exposición mediática.
Desde julio de 2008, Cobos maneja una situación inédita y difícil de sostener, marcando permanentemente sus diferencias con el gobierno, pero tratando a la vez de no levantar una hecatombe política.
Con intención o sin ella, construyó su imagen como la contrafigura de Néstor Kirchner. Al estilo confrontativo y visceral del Pingüino, el cuyano opone un perfil dialoguista, respetuoso y moderado.
Hasta ahora, ese juego le venía saliendo bien, ya que mientras él se mantenía a la cabeza de las encuestas, el gobierno se desgastaba paulatinamente.
Sin que el radicalismo pudiera exhibir otro candidato alternativo, su retorno a la UCR parecía resuelto sin traumas, más allá de los berrinches de Gerardo Morales y los demás dirigentes que se quedaron en el partido en el 2007.
Pero el escenario fue modificándose en los últimos tiempos.
La reforma del sistema electoral prácticamente impone la vuelta del bipartidismo, fortaleciendo las viejas estructuras del PJ y la UCR. Indirectamente, ello debilita en términos relativos a Cobos, ya que ahora sí o sí necesitará de la estructura radical, sin recurrir a armados paralelos.
En la última elección, sus listas bonaerenses fueron volteadas por sus propios aliados, por lo que la mayoría de los legisladores del ACyS no le responden directamente.
Si bien Cobos mide mejor que nadie, en el radicalismo las listas las siguen armando los personajes de siempre: Enrique Nosiglia, Federico Storani, y unos pocos más.
Las últimas actitudes de Elisa Carrió sugieren que romperá el Acuerdo. Al igual que el kirchnerismo, Carrió desacredita constantemente al Vicepresidente equiparándolo con el resto de la clase política.
Alguna vez, en el cobismo soñaban con la presencia de Hermes Binner en la fórmula. Hoy, el gobernador santafecino está más cerca de su propia candidatura por el Partido Socialista, anudando algún tipo de acuerdo con Fernando Solanas.
Cobos vería que su armado electoral podría resumirse en la UCR como exclusivo baluarte, con riesgo de que se resquebraje el caudal del 30% obtenido por el ACyS.
Recientemente, surgió dentro del radicalismo la posibilidad del lanzamiento de Ricardo Alfonsín. Pese a estar aun muy tierno para semejante aventura, las encuestas no le dan mal. Inesperadamente, Cobos podía dejar de ser el candidato natural del radicalismo, debiendo pasar por la instancia de la elección interna.
En esa hipótesis, algunos conocedores de la entraña radical, sostienen que entre los afiliados de la UCR, Alfonsín puede hacerle frente a Cobos, mientras que éste está mejor posicionado entre los independientes. Desde que fue con los Kirchner, unos cuantos simpatizantes del radicalismo ven con desconfianza a Cobos,y si se dejan llevar por el corazón, apoyarían a Ricardito.
Aún faltan 20 largos meses para la interna, y 2 meses más para la general. Al Vicepresidente le costará mantener su delicada situación, sin ser blanco de críticas simultáneas del oficialismo y la oposición. Es difícil sostener una situación tan delicada sin desgastarse. Y si hubiera un deterioro abrupto del gobierno, el mismo podría arrastrarlo al Vicepresidente.
Si bien algunas mentes afiebradas hacen cuentas soñando con un probable juicio político a la Presidenta, está claro que esa posibilidad es inviable por varios motivos, en especial, la falta de aval de la sociedad a un hecho semejante.
A Cobos le conviene que su rival sea Néstor Kirchner. Pero la decisión de hacer las internas abiertas y obligatorias debilitan el peso de los aparatos, con lo que las posibilidades de un candidato peronista no kirchnerista han revivido.
Si todo ese espacio supera su falta de liderazgo, y se aglutina en torno a las postulaciones de Carlos Reutemann a la presidencia y Francisco de Narváez a la gobernación bonaerense, con el apoyo de algunos intendentes, no es descabellado imaginar que Kirchner pueda perder la interna. Privadamente, Reutemann confirmó que será candidato, pero no quiere que su nombre se desgaste antes de tiempo.
Si la final fuera Cobos-Reutemann, el resultado sería incierto, aunque el mendocino cuenta con la ventaja de que ya serán diez años seguidos de gobiernos peronistas, y quizás la sociedad esté algo cansada de los compañeros….

Buenos Aires, 30 de enero de 2010

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