Un acuerdo que parecía imposible

Por Rodolfo Terragno

Fue el día de las elecciones bonaerenses. Unos aspiraban a que el resultado prorrogase el reinado de los Kirchner. Otros, que fuera la fosa del kirchnerismo. A mi juicio, aquellos comicios no tenían importancia. Escribí esa mañana, en Clarín : “Las elecciones de hoy sólo podrían ser el inicio de una etapa promisoria si –salvaguardando sus respectivas identidades y aspiraciones— las distintas fuerzas políticas buscaran un acuerdo mínimo, que permitiera impulsar sostenidamente el desarrollo económico y social”.

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Esa noche, el país se dividió entre quienes prodigaban euforia y quienes se sumían en el desconsuelo. La idea de un acuerdo multipartidario pareció, entonces, utópica. Para muchos, era propia de esos intelectuales biempensantes, propagandistas de la “racionalidad” e ignorantes de la real politik. Poco después, cuando dí a conocer el Plan 10/16 -un conjunto de políticas de Estado que deberían regir entre los dos bicentenarios- fue alentador que acudieran a la cita dirigentes de la UCR, la Coalición Cívica, el GEN, el socialismo y un kirchenirtsa, Daniel Filmus.

Hubo quienes lo vieron como un simple ejercicio de relaciones públicas. Algo que los políticos se permitían porque las elecciones estaban lejos. Quien le dio mayor impulso a la iniciativa fue Eduardo Duhalde. No porque adhiriese a “mi” plan, sino porque éste coincidía con su propia idea: la de promover un “Pacto de la Moncloa” . A partir de entonces comenzamos a trabajar juntos para identificar puntos a ser colocados bajo un “paraguas” , protegiéndolos de toda competencia electoral o parlamentaria. Ambos publicamos en Clarín una invitación a las distintas fuerzas políticas, para facilitar un acuerdo que no podía reconocer “dueños” ni “precursores”. Dejamos en claro que no auspiciábamos fusiones, ni alianzas electorales.

Duhalde me dijo: “La gente cree que el radicalismo no sabe gobernar y el peronismo no deja gobernar. Debemos demostrar, cada uno a su turno, que ambos sabemos y ambos dejamos. Si no, la democracia argentina no tiene futuro”. Era la propuesta de una nueva política .

Para llevarla a cabo, no debíamos limitarnos a un solo sector del peronismo o el radicalismo. Un acuerdo sobre políticas públicas , a ser aplicadas por dos, tres o más gobiernos, no podía ser desvirtuado por las discrepancias o los recelos del presente. A través del ministro del Interior, Florencio Randazzo, le elevé el Plan 10/16 a la Presidenta. No he tenido respuesta, pero ella no tiene obligación de responderme. En todo caso, algo he dejado en claro: quien promueve el consenso no puede excluir a nadie . Comencé a discutir la idea con dirigentes de todos los sectores, desde Francisco de Narváez hasta Pino Solanas. No todos estaban dispuestos a suscribir mi propuesta, pero mostraban disposición a un consenso.

Era mayor el escepticismo de los analistas políticos que las dudas de los políticos. Subrayaban lo “difícil” que era pactar políticas de Estado. Olvidaban que la organización nacional se fundó sobre acuerdos que parecían “imposibles”. La pregunta era recurrente: “¿Cómo hacer para que los políticos celebren y honren acuerdos de largo plazo?”.

Una vez más, este diario sirvió para promover el acuerdo, permitiendo una réplica al desaliento. “Entre 1818 y 1860”, insistí, “se sucedieron batallas y degüellos. El odio parecía eterno; y la sangre derramada, no negociable. Pero al final hubo acuerdo y Nación ”. Ahora, no se trataba de vivir tragedias. Había (hay) que realizar una tarea nada trágica, pero sí esforzada. Los objetivos: asegurar “gobernabilidad, rigor institucional, estabilidad jurídica, desarrollo productivo y superación de la miseria”. La idea de un acuerdo pluripartidario siguió su curso. Se redactó un texto preliminar firmado por Oscar Aguad, Ricardo Alfonsín, Eduardo Amadeo, Hermes Binner, Carlos Brown, Eduardo Duhalde, María Eugenia Estenssoro, Daniel Katz, Mauricio Macri, Gabriela Michetti, Gerardo Morales, Ramón Puerta, Ernesto Sanz, Felipe Solá y Margarita Stolbizer, entre otros.

Todos nos comprometemos a sostener ciertas políticas, “cualesquiera sean las posiciones que nos toque ocupar en el futuro, sea en el gobierno como en la oposición”. para alcanzar desarrollo productivo, federalismo económico, pleno empleo, erradicación de la pobreza, educación de calidad, lucha contra la corrupción y seguridad. Bastará para inaugurar un período sin antecedentes en la historia contemporánea de la Argentina.

Publicado en Clarín el 27/07/10

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