Los Estados Unidos y las Islas Malvinas

Por Emilio Cárdenas


David Cameron recuerda aquello del toro en el bazar. Con sus torpes declaraciones recientes acusando a la Argentina de colonialismo ha causado en daño enorme a su país. En nuestra región, sin duda, como lo confirman las recientes declaraciones de apoyo del embajador de Chile en nuestro país. Más allá, como veremos, también. (si no sale el artículo copleto, cliquear en el título)
En efecto, en el briefing diario del vocero del Departamento de Estado norteamericano del 19 de enero pasado la cuestión salió al aire. Ocurrió en respuesta a la siguiente pregunta formulada por un periodista: "¿Han tomado los Estados Unidos posición respecto del reciente intercambio de declaraciones entre el Reino Unido y la Argentina sobre las "Falklands" (Malvinas, obviamente)?
Ante ella, el vocero respondió: "Esa es una cuestión bilateral que necesita ser resuelta directamente entre los gobiernos de Argentina y el Reino Unido. Nosotros alentamos a ambas partes a resolver sus diferencias a través de los canales diplomáticos normales. Reconocemos la administración "de facto del Reino Unido en las islas, pero no tomamos posición sobre la soberanía".
De lo antedicho surgen varias cosas, no menores.
Primero, para los Estados Unidos hay un diferendo y el camino para resolverlo es el del diálogo. No otro. El de las negociaciones, entonces. Esto coincide ciertamente con la posición argentina. Y es diametralmente opuesto a la actitud británica que, con típica arrogancia, sostiene que no tiene nada que dialogar con la Argentina sobre el diferendo.
Segundo, el país del norte alienta a Gran Bretaña a abandonar su intransigencia. La Argentina, en rigor, sólo está esperando poder dialogar. Lo quiere. Es Gran Bretaña quien se niega. La admonición norteamericana tiene obviamente un solo destinatario: Gran Bretaña. Según los norteamericanos, el diálogo es hoy el camino.
Tercero, los británicos, nos confirma el vocero, están de facto en las islas. Lo que es muy distinto a estar de jure. Una cosa es estar allí por la fuerza de las armas y otra, bien distinta, es estar por imperio del derecho.
Pese a que el vocero dice, además, que su país no ha tomado posición en materia de soberanía, no sólo reconoce expresamente que la disputa existe, sino que admite que la presencia británica en Malvinas no es conforme a derecho, sino apenas un hecho. Para recordar. No es poco.
Los desatinos de Cameron no se limitan, queda visto, a desafiar a los escoceses. Los errores tampoco. Y el costo puede terminar siendo grande. Lo que no debe sorprender, cuando los desaciertos son mayúsculos.

Publicado en La Nación

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