Cómo financiar el déficit



por Héctor Blas Trillo

El país ha entrado nuevamente en la categoría de deficitario. Según algunos cálculos, el año 2012 cerró con más de 8.000 millones de déficit primario, y con 56.000 de déficit financiero. Estos datos difieren de los oficiales, pero de una forma o de otra la situación en materia fiscal se ha tornado comprometida en los últimos años, hasta llegar a 2012. Y la expectativa es que 2013 registre cifras aún mayores de déficit.(para seguir leyendo, cliquear en el título)


El déficit, como es lógico, debe ser financiado de algún modo, lo cual, especialmente en un año electoral como lo es 2013, puede llegar a ser complicado.

Las posibilidades existentes son las siguientes:

1. Aumentar los impuestos: una medida a todas luces impopular y considerada por muchos arbitraria. El aumento de impuestos exacerba el crecimiento de los precios, genera descontento y aparece como la eterna solución a los problemas financieros de los políticos.

2. Bajar el gasto público: lo mismo que la anterior propuesta, resulta también una medida de difícil concreción por lo impopular. La baja del gasto puede darse por la quita de los subsidios (que como hemos visto ha quedado prácticamente desactivada en enero de 2011), o, lo que resultaría más impopular todavía, la quita o reducción de los diversos planes de ayuda a carenciados y a desocupados.

3. Reducir la evasión para aumentar así la recaudación. No parece posible en las condiciones actuales, lograr mucho en este aspecto. Los mecanismos de control cruzado y los regímenes de información, sumados a los pagos a cuenta en concepto de retenciones, percepciones y anticipos, hacen que los verdaderos nichos de evasión estén directamente vinculados a actividades desarrolladas por individuos que están fuera del sistema. Y allí la persecución se torna laboriosa y de resultado difícilmente cuantificable. Además de que no es dable esperar cifras espectaculares. Si vemos lo logrado en diversos operativos de la AFIP, notaremos que los valores son, proporcionalmente, insignificantes.

4. Devaluar la moneda, lo cual permitiría reducir el déficit en moneda extranjera, pero al mismo tiempo aumentando en pesos el precio de las importaciones, especialmente de energía, producto del “modelo”, lo cual perjudica al propio gobierno y su política en la materia. Si se habla de importaciones por un valor estimado en 12.000 de dólares por este rubro, es obvio que no es lo mismo adquirir el dólar a 5 pesos (o a 3,20, si proviene de la soja) que pasar a hacerlo a un valor un 50% superior. O más.

5. Emitir moneda para poder pagar así los excedentes deficitarios. Es decir, utilizar el recurso que normalmente han utilizado todos los gobiernos, y especialmente los de carácter populista, desde los años 40 en adelante en la Argentina.

Evidentemente, así planteadas las cosas, el único recurso posible para un gobierno acorralado además en su propio esquema, es el de la emisión de moneda sin respaldo, que es el que por lo demás ha venido eligiendo en los últimos años. Pero el problema que esta variante ofrece, es que acelera rápidamente la tasa de inflación, por más que se pretenda como de manera insólita lo hace la actual presidenta del Banco Central, que la emisión de moneda “no es inflacionaria”.

Y precisamente porque la emisión de moneda afecta seriamente la tasa de inflación (es la razón principal de la suba de precios), es que el gobierno a recurrido a medidas de control de precios y supuestos acuerdos que en realidad son imposiciones para frenar de algún modo las expectativas.

Pero, así las cosas, la situación se torna crítica y es preciso recurrir a controles más amplios. Es decir, que no solamente abarquen a supermercados. Por eso, el secretario de comercio busca a través de presiones de diverso tipo, ampliar el alcance de una medida que ha demostrado a lo largo de muchos años su profunda ineficacia.

El panorama es, sin embargo, de mayores controles y de prolongación en el tiempo de controles de precios, todo lo cual producirá más temprano que tarde problemas de escasez y desabastecimiento. La verdad es que, teniendo elecciones en octubre, es razonable suponer que el gobierno intente llevar adelante un esquema que cree un cierto clima de estabilidad en los precios, luego de los enormes brincos que han pegado, especialmente en los últimos meses.

Pero claro, siendo así las cosas, podemos decir que el futuro cercano estará entonces signado por mayores controles, desabastecimiento, mercado negro y presiones difíciles de sostener sobre el tipo de cambio. Porque lo que normalmente ocurre cuando se fortalecen los controles en los precios, es que desaparecen los incentivos a producir, y también se incrementa la especulación (tanto del lado de los compradores, que prefieren “cubrirse” y tener stock de bienes; como del lado de los vendedores, que del mismo modo prefieren quedarse en bienes y no en pesos que se devalúan aceleradamente).

Se dirá que todo esto los que contamos con algunos años ya lo hemos vivido, y es cierto. Absolutamente. Pero el gobierno está en una encrucijada a la que ha llegado diríase que por voluntad propia. Porque advertencias las hubo y muchas. A veces públicas, y, por lo que se comenta, muchas veces en privado. En definitiva, y como tantas veces a lo largo de los años, el déficit público será financiado con emisión de moneda, “dándole a la maquinita”; provocando todos los daños colaterales que tantas veces hemos vivido.

Buenos Aires, 17 de febrero de 2013
www.hectortrillo.com.ar

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