La hora de las decisiones



Por Mariano Rovatti

La política argentina entra en un período de definiciones. El año 2013 es mucho más significativo que el simple turno electoral de medio término. Define la continuidad o el final del ciclo cristikirchnerista que lleva una década en el poder. (para seguir leyendo, cliquear en el título)


Fiel a su estilo –o preso de él- el gobierno se dispone a dar nuevas batallas. En el interminable discurso presidencial del último viernes 1° de marzo, la Presidenta Cristina Fernández expuso que su próxima contienda será con el Poder Judicial, en especial con la Corte Suprema de Justicia, a la que buscará deslegitimar políticamente.

Esta batalla es consecuencia de la guerra contra el multimedios Clarín, cuya decisiva disputa se libra en el máximo tribunal. Frente a la posibilidad concreta de hallarse frente a una nueva derrota –que en este caso sería decisiva- el gobierno pretende poner contra las cuerdas a la Corte para negociar otro resultado en la sentencia definitiva del caso Clarín.

Es cierto que el gobierno construyó su fortaleza a partir del conflicto permanente, pero allí también reside su debilidad. En sus primeros años confrontó con adversarios decadentes, como los militares, el menemismo, los partidos de la oposición ….. Como esos campeones de boxeo truchos que defienden su título frente a rivales sin fuste, cuando tienen que pelear con el número uno del ránking, el resultado es bien distinto. Pegarle al campo, a Clarín o a la Justicia es como mojarle la oreja a Vitali Klischko.

En otras batallas, el resultado parece ser mejor para el gobierno: el Congreso acaba de aprobar el insólito acuerdo con Irán, con una mayoría en la que no le sobró nada. De todos modos, resultó interesante observar el desempeño de algunos diputados, como Jorge Yoma –cercano a Daniel Scioli- o Felipe Solá –aliado de Sergio Massa- que se opusieron ruidosamente al acuerdo.

En el tema paritarias, en el que el gobierno pretende que la pauta general no supere el 20% de aumento interanual, la permanencia de un tope bajo en el impuesto a las Ganancias funciona como un techo indirecto para los incrementos salariales. Así, éstos quedarán por debajo de la tasa de inflación real, que en 2012 fue del 27% según consultores independientes. En efecto, los gremios que tienen los mejores sueldos encuentran que por su poder de fuego están en condiciones de obtener aumentos significativos, pero no lo pueden materializar porque los salarios traspasan el nivel de imposición, y así con la retención del tributo, terminan cobrando menos los trabajadores. De esta manera, es muy probable que los aumentos sean escalonados y moderados, lo que es funcional a los intereses gubernamentales, al menos en la batalla contra la inflación durante este año.

En cuanto a la inflación, el enemigo más amenazante de las aspiraciones oficialistas, la administración buscará patear para adelante la solución estructural del problema. En un año electoral y crucial, es imposible que el gobierno realice ajuste alguno sobre sus gastos. Según informaciones coincidentes, recurrirá durante el año a una devaluación del peso y al aumento de las retenciones agropecuarias como decisiones extremas inevitables. De esa forma, se hará de los recursos necesarios para sostener su política clientelar que le garantiza un piso del 30% al 35% de los electores. Además, tendría la calle controlada. Los hechos acaecidos en diciembre del 2012 en Río Negro fueron una muestra de lo que pasaría en la Argentina si se cierra el grifo del asistencialismo.

También con esas medidas el gobierno podría destrabar parcialmente el mercado cambiario y con ello, la posibilidad de impulsar una reactivación de la actividad inmobiliaria y de la industria de la construcción, hoy paralizadas. La construcción es madre de industrias, con gran efecto multiplicador sobre el resto de la economía. De esta forma, evalúan que mejoraría el humor de la clase media. Claro que todo ésto será pan para hoy y hambre para mañana. El problema estructural de la inflación, que se come el salario de los trabajadores, crecerá durante el año, y ante la ausencia de políticas correctas de fondo, tarde o temprano hará colapsar el famoso modelo.

En términos electorales, está claro que se va descartando la hipótesis de ruptura con Daniel Scioli. Habrá tensión, presiones, desgaste recíproco, pero no ruptura, porque –una vez más- Cristina y Scioli se necesitan. Tampoco es probable que Scioli arme una lista propia para jugar dentro de la interna del PJ. En un hipotético choque de aparatos –el nacional y el provincial- se estima que el primero tiene ventajas claras sobre el segundo. Por tamaño, liderazgo y recursos. Scioli aspira a heredar a Cristina, no a confrontarla.

En estos días, el gobernador exhibe –quizás ex profeso- la dependencia financiera de la provincia respecto de la Nación. A su particular modo, intenta construir liderazgo sobre la opinión pública desde la conmiseración, quejándose del dinero que le falta para dar respuesta a las demandas salariales de agentes estatales en general, y docentes en particular, que pueden paralizar la administración pública, e incendiar la provincia. Si bien Scioli es conciente de que un colapso se lo lleva puesto y aniquila sus aspiraciones, sabe que cuando estalla un conflicto en La Plata, en pocos minutos tiembla Plaza de Mayo.

Va dejando de ser una incógnita la decisión que tome –o ya tomó- Sergio Massa. Hoy, el intendente de Tigre es el político más prestigioso del país, según las encuestas de opinión, considerando el grado de conocimiento y el balance entre imagen positiva y negativa.

El drenaje de dirigentes que antes reportaban a Francisco De Narváez y de Daniel Scioli a favor de Massa, es lo suficientemente cuantioso y constante como para pensar que ya existe una certeza del futuro político del ex director del ANSeS.

Es más que probable que encabece una lista de diputados nacionales por la Provincia de Buenos Aires. Que lo haga por fuera de la estructura del Partido Justicialista, hoy manejada a su antojo por el gobierno nacional. Es impensable imaginar una primaria limpia entre el gobierno y Massa; con el aparato nacional lo masacrarían al joven tigrense. Además, la reciente crítica pública de Cristina hacia el intendente lo ubica claramente en la vereda de enfrente frente a propios y extraños.

Para la eventualidad electoral, Massa ya cuenta con la herramienta, el viejo Partido Federal fundado por Francisco Manrique, hoy controlado por Luis Barrionuevo. La duda que podía tener en ser candidato a la gobernación o a la Presidencia en 2015, va llegando a su fin: es el político más prestigioso del país, maneja un distrito con muchos recursos y pocos problemas sociales, tiene un excelente armado comunicacional y expresa un peronismo de centroderecha. En el péndulo democrático, después de doce años de un gobierno que se exhibe como progresista, le tocará el turno a uno de la otra ribera. Massa sabe que su turno será 2015. Sabe que Scioli quedará preso del Frente para la Victoria y que Mauricio Macri no prende lo suficiente en el electorado peronista del interior. ¿por qué aspirar al objetivo inferior si está en las mismas condiciones de alcanzar el objetivo superior?

Pero para ser presidenciable en el 2015, debe tomar un riesgo en el 2013. Necesita una victoria en el principal distrito, que lo posicione para la siguiente elección. Su lógica pasa por quedar como líder del poskircherismo, más que del antikirchnerismo.

En la provincia de Buenos Aires, venía tomando fuerza el armado entre Jesús Cariglino, Gustavo Posse y el macrismo. Ello empezó a naufragar, luego del episodio de maltrato infantil del jardín de infantes de San Isidro –en donde el intendente sólo puede tener una responsabilidad simbólica- en el que se vio objetivamente afectado, pese a tener una gestión con alta aprobación. Luego de ello, y como dato más trascendente, la convención de la UCR bonaerense quitó respaldo a esa alianza, promoviendo un entendimiento con fuerzas afines, que traducido significa el Frente Amplio y Progresista, la Coalición Cívica y otros similares. El radicalismo se aleja así de la posibilidad de una victoria, en aras de una castidad ideológica que lo pone más cerca de salir tercero que de acceder al poder real.

Ello obliga al peronismo opositor –que incluye además a Hugo Moyano y Gerónimo Venegas en la provincia- a rediseñar el armado de un frente, que tendría que incluir a Sergio Massa, al PRO y quizás al ala radical cercana a Posse, para disputarle la victoria al gobierno. Curiosamente, entre los radicales possistas están los intendentes de la UCR, o sea los dirigentes con mayor conexión con el poder real. En su mayoría se sienten más cómodos con Macri y el peronismo que con el FAP o Lilita Carrió.

¿Privilegiarán la unidad partidaria o sus propias posiciones? Sus antecedentes sugieren esto último. Parece imposible hacer congeniar todo, pero la necesidad de victorias y las características de las elecciones primarias, constituyen una oportunidad para la oposición de dirimir sus diferencias democráticamente manteniendo la unidad.

Luego de hacerse oficial la candidatura de Massa, hará lo propio Roberto Lavagna, como postulante a senador nacional por la ciudad de Buenos Aires, dentro de un armado con base peronista opositora. Se especula con la posibilidad de que participe dentro de un armado global con el PRO, siempre poco predispuesto a abrir sus listas en la Capital. También aquí el mecanismo de internas quizás facilite las cosas. Para Mauricio Macri, apoyar a Lavagna encierra el riesgo de crear un rival en su carrera hacia el 2015. Una victoria del ex Ministro de Economía en una de las vidrieras más visibles de la política nacional lo pone en la grilla de partida de dicha carrera. Pero no apoyarlo, le hace correr el riesgo a Macri de perder en su distrito, lo que equivaldría a la sepultura de su proyecto político.

En Capital, sorprendió el matrimonio de Fernando Solanas y Elisa Carrió, dos outsiders que armarán una lista que competirá dentro de la primaria del FAP, con interesantes posibilidades, pese a no contar con el favor de las conducciones partidarias que integran ese espacio.

En el resto del país, las cosas están más claras, destacándose la vuelta a primera división de Julio Cobos –de ganar en Mendoza- la pareja batalla santafecina entre Hermes Binner y Miguel del Sel, y hasta dónde puede llegar el proyecto de José Manuel de la Sota.

La forma de hacer política del kirchnerismo, lo lleva a redoblar la apuesta, en un permanente juego de todo o nada. En el mencionado discurso del 1º de marzo, la Presidenta dijo expresamente que no promoverá la reforma constitucional. Más allá de sus verdaderas intenciones, esa posibilidad se está alejando de lo posible. ¿Podrá el kirchnerismo subsistir sin el poder? ¿O es una bestia insaciable, devoradora de recursos públicos sin la cual no puede sustentarse? ¿Cómo llegará el kirchnerismo a 2015? ¿Cómo llegará el país al 2015? ¿Luego de doce años de kirchnerismo, qué noción del peronismo le quedará a la sociedad? ¿En ese juego de todo o nada dejará en pie al peronismo?

Quizás, en estos armados electorales de 2013, se halle el germen de un futuro sistema bipartidista, con una corriente de centroderecha y otra de centroizquierda, no muy alejadas programáticamente entre sí.

Como en los países normales.

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