Crisis de Gobernabilidad y reemplazo político en la Argentina



Por Jorge Castro

1-La Argentina no está institucionalizada en el máximo nivel del sistema político, aunque la demanda de institucionalización esté presente en la opinión pública y en la cultura cívica del país. En esas condiciones, una derrota en una elección que, por definición, adquiere carácter plebiscitario resulta políticamente insoportable. En tal caso, no queda en pie ningún andamiaje institucional capaz de proteger a la figura presidencial.

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1.1 Esto significa que la crisis de gobernabilidad desatada por la desintegración del sistema de poder vigente sólo puede ser resuelta por la convocatoria a nuevas elecciones presidenciales. La crisis de gobernabilidad es la imposibilidad de ejercer el poder político democrático, especialmente en situaciones de crisis.

1.2 Mientras tanto, el camino que lleva de la actual crisis de gobernabilidad/desintegración a la instalación de un poder político constitucionalmente legítimo, obliga a emprender de inmediato un sendero caracterizado por tres puntos fundamentales:

a) Hay que pasar de la extrema conflictividad actual a la unidad nacional y terminar con el exasperado – y ficticio –enfrentamiento domestico.

b) El siguiente paso es salir del total aislamiento internacional que soporta hoy el país e integrarse con el mundo, ante todo en América del Sur.

c) Por último, hay que dejar atrás el enfrentamiento entre el poder político y sector más competitivo que tiene la economía del país, que es la actividad agroalimentaria.

2- De inmediato, sin dudar, hay que tomar tres medidas fundamentales:

a) Acordar un plan de pago con el Club de París.

b) Establecer las bases de un acuerdo con los acreedores “hold out” que litigan con la Argentina en el marco de los tribunales de Nueva York.

c) Dictar un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) por el que se establece un régimen especial de inversión para explotar los yacimientos de “shale gas” de Vaca Muerta (Neuquén), e invitar a todas las grandes empresas trasnacionales, tantos chinas como norteamericanas, a desarrollar plenamente, en un plazo de 5/10 años, los segundos yacimientos de “shale gas”/ “shale oil” de mundo (quizás los primeros), con el objetivo de desatar el mayor boom de inversión del sistema mundial en la etapa 2013/2017.

3) Ante todo, más importante aún que las medidas concretas, es actuar con rapidez, sabiendo que el rasgo fundamental de la acción efectiva es no dilatar la ejecución.

4) Dos aclaraciones sobre el poder político que viene, tras la resolución de la crisis de gobernabilidad:

4.1. Hay que acentuar la descentralización. La revolución tecnológica, sumada a la emergencia de una sociedad mundial creada por la técnica, exige un nivel de descentralización/ participación hasta ahora nunca alcanzado.

4.2. Esta afirmación no es el producto de una doctrina o de una ideología, sino la manifestación de una ineludible necesidad. La política del siglo XXI debe actuar dentro de esta tendencia inexorable de la época.

4.3. Hay que agregar que gran parte de las prerrogativas del poder central, en la Argentina y en el mundo, van a convertirse en el futuro inmediato en atribuciones provinciales o municipales.

5- Todo esto sucede en el contexto de una crisis irreversible de la Argentina como Estado-Nación, lo que significa que ha desaparecido en el terreno ineludible de la realidad políticatodo proyecto puramente “argentinista” del destino nacional. Y ocurre también cuando el país se incorpora plenamente a una alianza sudamericana, con eje en Brasil, que constituye la formulación de la Patria Grande en las condiciones del siglo XXI.

6- Dos precisiones para terminar:

a) A partir del surgimiento de una sociedad mundial creada por la técnica, la cuestión esencial es el establecimiento de una Autoridad Política Mundial, en los términos de Benedicto XVI/ Joseph Ratzinger.

b) La Autoridad Política Mundial, creación suprema de alta política de época, se funda en dos principios esenciales: b.1. La solidaridad, que es la expresión subjetiva, en términos culturales, de la integración creada- o mejor, forzada- por la revolución de la técnica. b.2. La subsidiaridad, que es la formulación clásica de la necesidad posmoderna de descentralización generalizada.

7- Una última constatación: nuestra época ha dejado atrás las utopías porque las ha realizado a casi todas ellas.

7.1.China, por ejemplo, ha disminuido en 600 millones de personas los niveles de pobreza en los últimos treinta años y la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE) prevé que en 2030 el mundo será una sociedad de clase media (4.900 millones de personas, en una población de 8.000 millones entonces).

7.2. El campo de lo posible se ha ampliado, y ahora lo imposible es lo que viene un poco después. Hay que desechar como un anacronismo las mediocres categorías del pesimismo y el optimismo.

7.3. Por eso hay que rechazar la palabra utopía ante las arduas exigencias de la acción política, pero reivindicar su concepto, esto es, su contenido.

8. Hay que advertir, por último, que el sistema económico global que viene es no capitalista, debido a que, por la revolución del conocimiento, virtualmente desaparece la relevancia del capital y el trabajo en el sentido tradicional, en el proceso de acumulación.

8.1. El marco de lo posible se ha ampliado cualitativamente, el futuro se adelanta desde lo que viene hacia el presente y las utopías pierden la partícula “U”. En estas condiciones, la Argentina enfrenta la crisis de gobernabilidad del actual sistema de poder.



Texto de la exposición realizada por Jorge Castro en el último encuentro mensual del centro de reflexión para la acción política Segundo Centenario, realizado el martes 4 de junio en el auditórium de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES).

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