Hecho, no hecho, mal hecho



por Jorge Ingaramo

Estaba bien lo hecho por la política macro hasta el martes pasado. Faltaba lo no hecho, que está muy verde. Lástima que, en los últimos días, las decisiones del Central arruinaron buena parte de lo que se había conseguido entre el 21 de enero y el 4 de febrero. Lo hecho se ve superado por lo no hecho y más que superado, ahora, por lo mal hecho. Pan para hoy y….

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Néstor no creía en Planes.

Néstor enseñó a sus acólitos la conveniencia de tomar decisiones aisladas, sin dar la sensación de que forman parte de un Plan. Nos ahorramos las largas peroratas de superministros de economía, como lo fueron Martínez de Hoz o Cavallo. Pero, al menos hasta que lo echó a Lavagna, todos sabíamos que había un “Plancito”, consistente en superávits gemelos y Tipo de Cambio real alto. Después comenzaron las medidas aisladas en función de las necesidades de nuevas “cajas”, para abastecer el sistema de manejo unitario y centralizado de las finanzas públicas, por parte del ya, por entonces, Primer Caballero (que abandonó el Plancito).

Cuando, en enero de 2014, el Banco Central llevó el Dólar a $ 8, todo el mundo dijo: “devaluación sin Plan”. Eran razonables dos cosas:

a) La nueva conducción había acelerado en noviembre, la devaluación del Peso, pero perdía cada vez más Reservas, precisamente porque no se tomó, hasta el martes 21 de enero, ninguna medida trascendente en materia de control de la inflación, generación de confianza, reforma de las finanzas públicas, etc., que pudieran dar consistencia, aunque sea a un Plancito; y

b) Estaba claro que los cambios de personal político del Gobierno nacional, fueron realizados para pasar las fiestas, a la espera de que volviera la Presidenta con la plenitud de facultades y decidiera si le ponía o no el rostro al ajuste. Obviamente, los sucesos de los primeros días de diciembre impedían todo tipo de mala noticia adicional a huelgas policiales, saqueos, cortes de luz, etc.. La Jefa volvió de “rey Mago” (sólo buenos anuncios) y a ganarse más enemigos, entre amigos.

Tras dos meses (y unos cuantos dólares) perdidos, el martes 21 de enero el Banco Central comenzó a combinar a) fuerte devaluación del Peso, con inducción a un Tipo de Cambio Fijo y absorción monetaria, b) pequeña (y pícara) apertura del cepo, c) intervenciones en el Dólar Bolsa, con auxilio de los Títulos de la ANSES y toda una artillería conducente a generar el clima para la venta de los sojeros y la recomposición de las Reservas.

A comienzos de febrero, nos enteramos de la recaudación record. Uno podría haber dicho: “vuelve la economía de Néstor”. El Jefe de Gabinete anunció, sin que Hacienda lo demostrara, superávit primario en enero (todavía no lo vimos).

Ahora bien, la diferencia entre un Plancito, como el observado entre el 21 de enero y la licitación de LEBACs del martes 4 de febrero y un verdadero Plan de Estabilización, es muy grande.

La necesidad de un Plan.

Este es un gobierno de transición política que, al menos, debería dejar ordenadas las variables económicas para el siguiente. Sería un mérito electoral, para el oficialismo, poder hacerlo. Los gobiernos que se van no hacen grandes transformaciones, pero corrigen los errores anteriores para tratar de convencer al electorado de que se pueden renovar, aunque con otras caras.

Si no hay gran transformación, al menos podría haber un buen Plan de Estabilización, que rinda frutos entre enero y junio de 2014, para dar lugar a retoques y mejoras consistentes, que lleven al gobierno a una honrosa campaña electoral, desde junio de 2015. Un Plan de Estabilización implica un diagnóstico y un conjunto de medidas.

El diagnóstico de la inflación (y la licuación de reservas) tiene que ver con el aislamiento de La Argentina con respecto al mundo, la estrategia de des-endeudamiento empleando Reservas del Banco Central y el financiamiento, por la Autoridad Monetaria, de un elevadísimo déficit fiscal, empleando la maquinita.

Quiere decir que un Plan requeriría:

a) La recomposición de las tarifas públicas, con equidad, es decir que paguen los que pueden y si llega a quedar algún subsidio, que vaya a los más pobres.

b) La recomposición de las finanzas públicas (menores salarios a funcionarios, supresión de obras públicas innecesarias) para evitar que el Banco Central tenga que cumplir la doble función de desendeudar al Tesoro y recomponer Reservas, para generar confianza. Hubiera sido óptimo que se modifique el Presupuesto 2014 y que el Tesoro se hiciera cargo de reprogramar toda la deuda o pagarla, en caso de que tuviera dificultades para acceder al mercado voluntario. También que se restituyera la autonomía al Central, el mayor “acreedor involuntario de papelitos”.

c) La reinserción plena de la economía argentina en el mundo (REPSOL, Club de París, CIADI, Art. 4º del FMI, negociaciones con la Unión Europea en el marco del MERCOSUR, y un largo etcétera.).

d) Fijación de un Tipo de Cambio de equilibrio ($8 no estaría mal), sostenido con una durísima política monetaria, para concentrar en el tiempo el costo de los ajustes y obtener alivio a partir de la segunda semana de abril, con el ingreso de los dólares de la cosecha (faltan 8 semanas).

e) Generación de un sistema de incentivos para que el principal y más excedentario proveedor de dólares, es decir el agro, no “se siente” sobre la cosecha, sino que la venda fluidamente y le de a la política monetaria el “auxilio” de un mercado de depósitos y préstamos en dólares, en el cual sean posibles los arbitrajes entre tasas de interés, por parte del BCRA. En caso de lograr éxito, este sistema financiero bi-monetario, sería un fuerte atractivo para el ahorro en pesos y la vuelta al sistema productivo, vía bancos como debe ser, de los dólares que están en las cajas fuertes o debajo del colchón.

Lo hecho y lo no hecho.

En la última licitación de Letras del pasado martes, se demostró la extrema dureza del Banco Central en materia monetaria. El Informe Monetario semanal reflejaba, al 24 de enero, una fuerte contracción de la Base y un comportamiento del sistema financiero acorde con el retiro de la liquidez excedente, que normalmente se hace en febrero, pero que este año se inició en enero.

Las recientes LEBACs en dólares, significan un pago a los bancos para que presten Reservas al Central, manteniendo a los depositantes en dólares, dentro del sistema. El modelo propuesto es rígido y “no les da juego” a los bancos, pero en el marco de un programa monetario contractivo en pesos, ayuda a la consistencia.

Si a ello se agrega el incentivo a los ahorristas del colchón (o asalariados), para comprar dólares de atesoramiento y dejarlos depositados 365 días, sin pagar anticipo de Impuesto a las Ganancias, hasta un marciano tiene derecho a pensar que están tratando de recomponer el sistema financiero, con depósitos y préstamos en dólares, para dar fluidez a la liquidación de las exportaciones y al abastecimiento de las importaciones. Esta liquidez en dólares, debería haber crecido, ya que se está retaceando la liquidez en pesos, con el consiguiente costo recesivo. ¡Ojo : no prestar dólares a los que generan pesos!.

Hasta aquí, lo hecho era razonable y, más que razonable, era necesario. Cualquier lector advertirá que, del listado del acápite anterior, lo más importante no está hecho. O sea, se ha desembarcado un Plancito, que necesitaba una mayor agilidad, principalmente en la reinserción de La Argentina en el mundo y en la recomposición tarifaria (la reducción de importaciones de gas, por las mayores tarifas, estaría “a cargo” de las clases pudientes).

Lo mal hecho.

No se va a crear un sistema financiero fluido, en dólares, (¿cambiaron de idea?) con las medidas adoptadas en los últimos días:

- Nos enteramos por el Informe al 31 de enero, que el Banco Central había emitido en esa semana, M$ 7.325; que había perdido divisas por M$ 3.068 y que había financiado al Sector Público por M$ 9.298. Esto es totalmente inconsistente con una política fiscal correcta, que hubiera sido viable, habiendo recaudado en enero, solamente la Administración Nacional M$ 10.819, por encima de enero de 2013. Es decir, un aumento del 39,9%. Todos sabemos el impacto (en $) que se obtiene en la recaudación de Impuestos al Comercio Exterior (y anticipos de IVA y Ganancias, aplicados al sector externo), cuando el Tipo de Cambio nominal mejora un 33%, como lo hizo desde que asumió Fábrega. No tiene ningún sentido dar esta pésima señal: es decir, el Tesoro no se hace cargo de su deuda y, aparentemente sigue actuando (Plan NiNi), como si el Banco Central no tuviera otra cosa que hacer que financiar su déficit. Con reservas, que es lo único líquido, en su activo.

- Luego de rechazar ofertas razonables, para constituir un ambicioso sistema de depósitos o Letras en dólares, que indujera a la liquidación de la soja, el Banco Central procedió a a) acordar, por la vía de la represión, que los aceiteros o cerealeros declararan MU$S 2.000 en febrero y b) obligar –más represión- a los bancos a deshacerse de todas sus tenencias en dólares, bajo diversas presentaciones, por encima de cierto límite. Obvio: se produjo la caída en el precio del Dólar en todos los mercados, incluido el oficial (no se crean que los crackers venden por eso). Es evidente que esto es pan para hoy y hambre para mañana. Revela más bien desesperación, que convicción.

- Si algún atisbo de consistencia (de corto plazo) tenía la política macro, y por ello contaba con la anuencia del sistema financiero que “no hacía olas”, ahora está todo el mundo (incluidos los bancos) perdiendo plata (o dejando de ganar), para que el Central siga financiando la deuda del Tesoro. O sea, el giro fue de 360º, como suele decirse en broma, y volvimos al modelo de antes, con un Tipo de Cambio más alto, tasas de interés más altas y la expectativa de que la inflación seguirá en La Argentina (el Tesoro no se hace cargo de la fiesta), ahora combinada con un sistema financiero que, después de “vomitar los dólares”, va a tener que subir aún más las tasas en pesos, para recuperar “negocio”. Ello enfriará drásticamente la economía, por un adicional efecto “desconfianza”. No será fácil juntar M 2000 en febrero.

Finalmente, lo no hecho prima sobre lo hecho y se agravó, en los últimos días, con lo mal hecho. Puede ser que lleguen a abril sin perder tantas Reservas, sobre todo si mandan a los importadores ( y a los aceiteros) a buscar dólares “afuera del sistema”, pero no van a evitar un ajuste recesivo innecesario. La ruptura con los bancos, que “no hacían olas”, va a tener consecuencias muy serias, en materia de estanflación. Como hacen en Francia: Agua y Ajo.

Publicado en www.arturonavarro.com.ar

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