La tentación antiperonista




Por Mariano Rovatti

Se lanza el Frente Amplio-UNEN, con perfil socialdemócrata, pero dejándole la puerta abierta al PRO. ¿Rejunte electoral o nuevos liderazgos y propuestas?

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El radicalismo, el socialismo, la Coalición Cívica y un racimo de fuerzas políticas de centroizquierda lanzan hoy el Frente Amplio – UNEN en todo el país, con la idea de hacer uso de las elecciones primarias abiertas obligatorias (PASO), herramienta que sólo fue aprovechada hasta ahora en el distrito de la Ciudad de Buenos Aires.

Esta alianza tiene como potenciales candidatos presidenciales al socialista Hermes Binner, los radicales Julio Cobos y Ernesto Sanz, y a Elisa Carrió. Si se consideran la última encuesta de Poliarquía, sumando la intención de voto de todos ellos, se llega al 23%, superando holgadamente el nivel de Mauricio Macri (12%) y ajustadamente la línea de Daniel Scioli (21%). Por ahora, Sergio Massa (25%) supera a todos. Otros profesionales, como Julio Aurelio, que trabaja para el gobernador bonaerense, tiene números similares.

Más allá que en política la aritmética no es exacta, esta decisión logra que el mapa electoral se acerque a una configuración de tres tercios, entre el Frente Renovador, el Frente para la Victoria-PJ y el resto no peronista (FA-UNEN y PRO).

Para la salud democrática argentina, esta unidad es una buena noticia, porque fortalece un polo opositor, dándole alternativas a la ciudadanía. Pero la iniciativa tiene algunos puntos débiles:

a) dentro de la alianza, nadie se perfila con el suficiente liderazgo para contener al resto. Pensar que todos los derrotados se van a alinear detrás del vencedor de la interna puede ser un ejercicio de ingenuidad. Quizás el principal requisito para la supervivencia del frente más allá de las PASO, sea el compromiso firme de respetar el resultado –cualquiera que sea- y de incluir a los vencidos en las listas y los lugares de decisión. En este sentido, FA-UNEN apoya la iniciativa de Daniel Scioli de reformar la ley electoral, permitiendo que en las PASO sólo se elija candidato a Presidente y el Vice sea electo después, pudiendo ser uno de los derrotados.

b) Ninguno de los presidenciales tiene diferencial positivo en su imagen. En todos, la negativa supera a la positiva (Binner 30/38; Cobos 27/50; Carrió 19/72 y Sanz 9/32, según datos de IPSOS Mora y Araujo, publicados por ArgenPolitica a principio de año).

c) FA-UNEN aún no ha dado a conocer cuáles son sus propuestas para una eventual gestión 2015-2019, ni ha instalado temas en la agenda política de este último tiempo. Este es un déficit crónico del radicalismo, que habitualmente desdeña el rol de la generación de ideas y programas, para concentrar sus energías en las ingenierías electorales. Para no ser automáticamente emparentados con la Alianza 1999-2001, FA-UNEN tiene que explicarle a la sociedad para qué quiere el poder.

d) El frente es muy débil en la Provincia de Buenos Aires, principal distrito del país. Numerosos dirigentes de la UCR –la mayoría intendentes- se han pasado al Frente Renovador. En las elecciones de la última década, el espacio radical-socialista (con distintas denominaciones) rara vez superó el 16% de los votos.

El mencionado esquema cercano a los tres tercios, anima a referentes del radicalismo como Oscar Aguad o Ernesto Sanz, y a Elisa Carrió a intentar un entendimiento con el PRO, ofreciendo a Mauricio Macri la posibilidad de participar en las PASO dentro de la alianza. De hecho, se eliminó la palabra “progresista” del nombre de la agrupación.

De hecho, en ambos espacios el discurso se ha tornado notoriamente antiperonista, identificando al kirchnerismo, Massa, Scioli, Menem, Moyano, Duhalde, etc. como distintas versiones de un mismo mal, una especie de monstruo de mil caras con capacidad para regenerarse al final de cada uno de sus ciclos, y así no morir nunca.

Dentro del PRO, hay sectores que se entusiasman con la idea, pensando que la candidatura del Jefe de Gobierno porteño está mucho más instalada que la de cualquier referente radical o socialista. Aunque Macri también tiene diferencial negativo (38/52, según la misma encuesta citada), cuenta con el gran apoyo estructural de las peñas de Boca Juniors en todo el país, que le brinda lo que no le da su propio partido.

En todo armado electoral, siempre es fundamental imaginar cómo se hará la fiscalización de las casi noventa mil mesas que se disponen en el vasto territorio nacional. Allí, la UCR se cotiza bien, aunque ya no garantiza cubrir el 100% de las urnas, como lo podía hacer una década atrás.

Si se concretara esta posibilidad, surgirían algunos inconvenientes:

a) entre lo que sume y reste la llegada de Macri a FA-UNEN, quizás se genere un saldo positivo para la agrupación, que perderá votos y referentes por izquierda (Pino Solanas, Victoria Donda, etc.) Sería difícil sostener con coherencia a Binner, Macri y Cia dentro del mismo redil. Ello podría significarle al PRO fugas hacia el massismo.

b) La falta de un programa común sería aún más evidente, siendo mucho más difícil mostrar que el Frente no es un rejunte electoral. ¿Binner dirá las mismas cosas que Melconian? ¿Vicky Donda podrá compartir un escenario con Miguel del Sel? ¿Y Pino Solanas con Horacio Rodríguez Larreta? ¿Dónde se ubicarán los properonistas, como Cristian Ritondo o Diego Santilli? Salvo Gabriela Michetti o María Eugenia Vidal, ningún dirigente del PRO recoge afinidades en la orilla del FA-UNEN

c) En un país en donde el peronismo dejó una huella profunda, el antiperonismo aleja del poder. Todos los intentos de construirlo a partir de un polo antiperonista han fracasado. Los casos más emblemáticos fueron la Unión Democrática en 1946, y la Alianza en 1999, que si bien ganó, sólo se sostuvo en el gobierno dos años.

Raúl Alfonsín, en cambio, en 1983 protagonizó un proceso de liderazgo que incluyó al radicalismo, al socialismo, al liberalismo y a buena parte del electorado peronista. Rescató lo mejor de la historia justicialista y llegó a ofrecerse como mejor exponente de ella que los mismos peronistas. En la campaña, eligió como rival a la dictadura militar y a sus presuntos socios sindicales, pero no al PJ ni al peronismo como movimiento. Luego, prolongó ese liderazgo durante su gestión, con el juicio a las juntas, la paz con Chile y la restauración democrática. Fracasó en la economía, pero pudo gobernar durante un período completo de casi seis años.

El PRO y el FA-UNEN tienen desafíos similares: construir una fuerza poderosa y democrática de centroderecha y de centroizquierda, respectivamente, que crezcan a partir de sus liderazgos y de la elaboración de propuestas claras y creíbles para la sociedad. Les llegará el turno cuando hayan cumplido ese requisito y estén listos para gobernar.

Sergio Massa y Daniel Scioli protagonizan un proceso exactamente inverso. Ambos son los únicos dirigentes políticos argentinos con diferencial positivo (59/28 y 55/37, respectivamente), y expresan un discurso basado en la gestión y en el tratamiento de los problemas de la gente, desperonizando el mensaje general. La utilización excesiva de simbología peronista por parte del kirchnerismo invitan a ello. Suman cerca del 60% de intención de voto, el caudal que viene recolectando el conjunto de vertientes que se autoproclaman peronistas desde 2003.

Su principal debilidad puede residir en no dar suficientes garantías en materia de lucha contra la corrupción, sobre todo en la persecución judicial de los actuales funcionarios. Esa postura es fogoneada por la oposición no peronista, imaginando un supuesto pacto de impunidad entre el kirchnerismo y un futuro gobierno de Massa o Scioli. Es difícil pensar qué ganarían ellos con ese pacto, celebrado con una corriente que está próxima a abandonar el poder, y por ende a extinguirse. Al contrario, el kirchnerismo pronto será un cadáver al que todos querrán patear, y además, cobrarse viejas deudas por heridas abiertas por el estilo perverso de hacer política de los pingüinos, adictos a la humillación de propios y extraños. Los numerosos hechos de corrupción que ya no se pueden ocultar serán la ocasión para que quien esté en el poder los destripe y se cobre las facturas que le deben.

Al respecto, cabe aclarar que fue Massa y no otro quien propuso un proceso similar al de la Mano Pulite italiana, contactándose con el ex fiscal Di Pietro, y quien propuso habilitar el derribo de aviones en el marco de la lucha contra el narcotráfico.

En esta elección, el voto peronista se desdoblará: Massa no puede participar de la interna del PJ, que será manejada a piacere por los aparatos nacional y provinciales. Integró a radicales e independientes a su propia corriente, que creció a medida que definió un perfil más crítico del gobierno. Las especulaciones sobre una posible unificación con Scioli, frente a la formación del FA-UNEN, carecen de sentido.

En la interna del PJ confluirán Scioli con apoyo de la mayoría de los gobernadores y Sergio Uribarri, con la camiseta K. José Manuel De la Sota y Juan Manuel Urtubey amagarán con participar, pero arreglarán con el Manco. Florencio Randazzo y Julián Domínguez jugarán por la gobernación, junto a Martín Insaurralde.

Massa y Scioli expresan con diferentes grados, un nivel de ruptura mayor que de continuidad con el actual régimen. Demonizarlos a todos por igual resulta un ejercicio forzado, tendiente a equipararlos con una dictadura en retirada. Ese no es el sentimiento social de hoy. Ello sí ocurrió en 1983, y alumbró el liderazgo de Alfonsín. El desafío de esta hora es otro.

Buenos Aires, 21 de abril de 2014

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