Esteban Laureano Maradona



Muchas veces se ha dicho que vivir en austeridad, humilde y solidariamente, es renunciar a uno mismo. En realidad ello es realizarse íntegramente como hombre en la dimensión magnífica para la cual fue creado.

Nació en Esperanza, Santa Fe, en 1895. Fue médico rural, naturalista, escritor y filántropo. Reconocido por su modestia y abnegación, pasó cincuenta años ejerciendo la medicina en Estanislao del Campo, una remota localidad de la provincia de Formosa.

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Colaboró con las comunidades indígenas en varios aspectos: económico, cultural, humano y social. Es autor de obras científicas sobre antropología, flora y fauna. Renunció a todo tipo de honorario y premio material viviendo en la humildad y colaborando con su dinero y tiempo con los más menesterosos, a pesar de que pudo haber tenido una cómoda vida ciudadana, gracias a sus estudios y a la clase social a la que pertenecía.

Era descendiente de personalidades ilustres de la provincia de San Juan, como el ex gobernador Plácido Fernández Maradona y José Ignacio Fernández de Maradona ―jesuita y primer diputado electo por el pueblo de San Juan ante la Junta Grande de 1810 en Buenos Aires.

Su padre, Waldino Maradona, senador por Santa Fe, y muy amigo de Domingo F. Sarmiento, fue maestro, periodista y productor rural. Su madre, Encarnación Villalba, provenía de una familia de estancieros. Esteban Laureano se crió a orillas de Río Coronda, en donde aprendió a vivir en el monte, cazar y pescar.

Se recibió de médico en 1926 en Santa Fe e instaló su consultorio en Resitencia, donde además se dedicó al periodismo en el diario La Voz y a realizar exploraciones y estudios de botánica en la isla del Cerrito Argentino. Entre 1931 y 1932, dio un ciclo de conferencias sobre seguridad laboral en el marco de la Ley de Trabajo. Esto le trajo problemas con el gobierno militar de aquel entonces, ejercido por el Gral. José F. Uriburu, razón por la cual decidió viajar al Paraguay. En ese momento empezaba la guerra del Chaco (1932-1935), sostenida por Paraguay y Bolivia. Maradona fue médico camillero prestando auxilio a los soldados de ambos bandos, pues, según sus palabras, «el dolor no tiene fronteras». Al llegar a Asunción las autoridades lo metieron preso por sospecharlo de espía; sin embargo con el tiempo le creyeron y llegó a ser jefe del Hospital Naval de Asunción. También redactó el reglamento de Sanidad Militar del Paraguay y prestó servicios en la colonia de leprosos de Itapirú.

Tras la culminación de la guerra en 1935, se instaló en Estanislao del Campo, un pequeño y paupérrimo pueblo formoseño, en el que trabajaría por 51 años, viviendo siempre en una humilde vivienda de ladrillo, sin electricidad ni ningún otro tipo de servicio y prestando ayuda sin cobrar un peso a la comunidad indígena del lugar.

La misma al principio le tuvo recelo, dado que en general los blancos los habían engañado y maltratado y por lo tanto no confiaban en la medicina del doctor. Sin embargo con el tiempo logró trabar amistad con los caciques del lugar y granjearse el respeto de todos, interiorizándose de sus necesidades y logrando erradicar de la zona terribles enfermedades como la lepra, el mal de Chagas, la tuberculosis, el cólera y la sífilis.

Se dedicó además a investigar científicamente la vida y cultura de los pueblos originarios, así como la fauna y flora de la región. Logró que el gobierno le adjudicara algunas tierras fiscales en las cuales fundó la colonia aborigen Juan Bautista Alberdi (oficializada en 1948), les enseñó trabajos agrícolas y a construir casas con ladrillos confeccionados por ellos mismos, ya que hasta ese momento vivían desnutridos y enfermos sobreviviendo con el intercambio de artesanías por ropa y comida. Colaboró con su dinero en la compra de herramientas y semillas, fundó instituciones para cobijar y recibir indígenas marginados, proyectó un camino hacia el río Teuco, exploró fuentes de agua potable, realizó mejoras en la estación ferroviaria y ayudó a erigir la comisaría del pueblo. Despreció toda forma de poder que sus esfuerzos podrían haberle redituado. Dejó testimonio de todos sus contratiempos, esfuerzos y luchas en su libro A través de la selva. Éste es un estudio antropológico de gran valor sobre la cultura indígena. Realizó también una valiente denuncia de las condiciones de vida de los indígenas y de su explotación en los ingenios azucareros. Con estas críticas logró que en 1936 las autoridades le dieran su apoyo en un programa de promoción humana y social.

Maradona también fundó una escuela rural (en la cual se desempeñó como docente por tres años) que, a pedido de él, recibió el nombre de uno de su tatarabuelo José Ignacio Maradona. En 1986, con 90 años de edad, enfermó y debió trasladarse a Rosario, donde vivía su sobrino. Llegó en un estado calamitoso, por lo que debió internarse inmediatamente en un hospital. Ya de alta, se quedó a vivir con la familia de su sobrino, de donde no se mudaría más.

En sus últimos años recibiría muchos homenajes y distinciones y no aceptaría ningún tipo de pensión vitalicia. Murió de vejez, a los 99 años, en Rosario.

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