¿Hay un conflicto entre Occidente y el Islam?



por Rosendo Fraga

El conflicto entre Occidente y el Islam se ha transformado en un debate central a nivel global. Tras el masivo repudio que recibió el atentado de París, la nueva edición de la revista Charlie Hebdo, que fue el blanco del ataque terrorista, ha generado una oleada de protestas en el amplio mundo musulmán. Estas han ido desde Indonesia, Afganistán y Pakistán en el Asia, a Irán en Medio Oriente, la Franja de Gaza, Turquía y Jerusalén en el Oriente Próximo, Egipto, Argelia y Mauritania en el Magreb, Níger, Senegal y Nigeria en el África Negra, y Chechenia dentro de Rusia.

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Así como el ataque a la revista generó un repudio generalizado incluso dentro del propio mundo musulmán -Irán y Hezbollah lo rechazaron-, el nuevo número -que en su segunda edición puede llegar a vender 7 millones de ejemplares y que incluye nuevas caricaturas de Mahoma- ha generado protestas en el amplio mundo musulmán, integrado por 56 países que profesan esta religión como la mayoritaria y que se despliegan por todo el Asia y más de la mitad del África. El Papa fue el primer líder occidental en llamar la atención sobre la necesidad de respetar las diferentes religiones y hoy el 42% de los franceses no creen que sea conveniente seguir publicando este tipo de caricaturas. La situación plantea el viejo dilema en Occidente entre los valores de libertad y seguridad; es decir cuánto de la primera se esta dispuesto a ceder para alcanzar la segunda y, al mismo tiempo, cuánto de la seguridad se puede arriesgar en aras de la vigencia de la libertad.

No cabe duda que este terrorismo es una manifestación extrema y desviada del Islam, pero también lo es que en el amplio mundo musulmán la condena religiosa al terrorismo podría ser mayor. El planteo de que el terrorismo es una característica del Islam sunnita o que, por el contrario, lo es del chiíta, es otro debate abierto en Occidente. Por un lado, los gobiernos de Irán y Siria, que EEUU califica como apoyos del terrorismo internacional desde los anos 90, al igual que la milicia Hezbollah, han practicado y practican el terrorismo como forma de acción. El pasado fin de semana un misil de Israel dio muerte en los Altos de Golán (territorio sirio) a cinco jefes de Hezbollah, un general de la Guardia Republicana de Irán y varios de sus oficiales, confirmando la cooperación entre ellos. Al mismo tiempo, los gobiernos de ambos países y esta milicia combaten en coincidencia con Occidente al Estado Islámico (EI), que hoy es la organización más poderosa en términos de terrorismo fundamentalista islámico. Proviene del Islam sunnita y en sus orígenes tuvo el apoyo de las monarquías del Golfo -que adhieren al Islam sunnita- y las potencias occidentales para combatir al régimen de Assad en Siria.

Lo que está sucediendo dentro del Islam es complejo y contradictorio para la visión occidental y ello complica la posibilidad de reaccionar con eficacia frente a la amenaza terrorista. El ejemplo más reciente es el de Yemen. Desde este país actúa la facción de Al Qaeda que asumió la responsabilidad por el atentado de París, que se inserta en un sector extremo del islamismo sunnita. Al mismo tiempo, milicias chiítas dominan la capital, han tomando el Palacio Presidencial, su depósito de armamento y han atacado la residencia del Presidente, que siendo musulmán es un aliado de Occidente en la lucha contra el terrorismo. Estas acciones dejan al país en situación de "estado fallido" por la desarticulación de la capacidad estatal de gobernar. Es un caso concreto de la pugna entre las facciones dominantes en el terrorismo fundamentalista musulmán, como son el EI y Al Qaeda, por el liderazgo global de este fenómeno. Los servicios de inteligencia occidentales fueron sorprendidos en los primeros meses de 2014 con el surgimiento del EI y el establecimiento de su Califato en amplios territorios de Irak y Siria. Pero ahora lo han sido por la recuperación de Al Qaeda, a la cual se consideraba en retroceso y superada ampliamente por la anterior.

En este marco Europa discute las medidas para enfrentar la amenaza creciente del terrorismo. Los ministros con competencia en seguridad de la UE se reúnen para coordinar acciones y también la colaboración con los de países musulmanes como Turquía y Egipto, interesados en frenar el crecimiento de las organizaciones terroristas islámicas. El primer ministro británico (Cameron) viaja a Washington y ratifica con Obama la histórica alianza de sus respectivos países en la lucha contra el terrorismo. A su vez Japón es extorsionado por el EI, que exige 200 millones de dólares para no ejecutar dos rehenes de esta nacionalidad en represalia a su apoyo a EEUU en las guerras contra el terrorismo. En Rusia la minoría musulmana chechena se ha reactivado generando riesgo de seguridad y en Francia es capturada una célula de este origen con armamento importante. Redadas en Alemania, Francia y Bélgica han permitido capturar cerca de 30 terroristas, y siguen buscándose intensamente en el último país -que tiene el mayor porcentaje sobre su población de nacionales combatiendo en el EI de los 29 países de la UE- con el Ejército y la policía. A la vez que se extiende en el mundo musulmán la protesta contra las caricaturas de Mahoma, en Europa aumenta el sentimiento anti-islámico. La jefa del gobierno alemán (Merkel) participa en una manifestación del islamismo moderado en su país y el primer ministro francés (Valls) reconoce que en su país hay segregación "social y étnica" de la población musulmana, con lo cual ambos buscan moderar la "islamofobia" creciente.

En conclusión: el atentado de París y sus reacciones en el mundo musulmán incrementan el debate sobre el conflicto entre Occidente y el Islam; la condena al terrorismo de las autoridades religiosas del Islam es un factor relevante para enfrentar el tema, pero la diversidad y las divisiones dentro de esta religión no lo hacen fácil; la pugna entre las distintas organizaciones que actúan en el terrorismo fundamentalista islámico plantea complejidades y contradicciones que complican su comprensión y control y Europa es así hoy un campo de batalla, pero no sólo por la seguridad, sino también para la religión y la cultura y entenderlo resulta crucial para no fracasar frente al terrorismo fundamentalista islámico.

 Publicado en Nueva Mayoría

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