Política y propuestas



por Ernesto J. Tenembaum

En este tránsito entre las PASO y las elecciones de Octubre aparece la dinámica de las propuestas vs. las no – propuestas, que permite ver claramente el marco político en el cual se sitúa cada uno de los candidatos más votados.

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Hay que analizarlo en el contexto que muestran los resultados electorales respecto a las culturas políticas en Argentina. Cuestiones que quieren medirse a través de encuestas o grupos focales, pero que también pueden leerse analizando historia. Como tantas otras veces, queda demostrado que candidatos de origen peronista suelen atraer, al menos, más del 60% de los votantes. Y digo al menos para dar lugar a un dirigente del PRO que hoy, en Infobae, lleva esta cifra a 73%, aduciendo que hay un 30% de votos de Cambiemos atribuibles a peronistas independientes (ver Diego Guelar, “70 balcones y ninguna flor”). Agreguemos a esto el visible retorno de la discusión peronismo – antiperonismo, de la cual son fiel expresión algunos libros aparecidos recientemente que se reivindican casi orgullosamente “gorilas”, y que con poca creatividad repiten argumentos de la época de Braden o de la Revolución Fusiladora.

En estas condiciones, Sergio Massa discute enfatizando que sus propuestas son fiel expresión de las banderas históricas del peronismo, y desde ahí confronta con el actual gobierno negando a éste el derecho a reivindicar esa posición: apunta como eje al trabajo que trae Justicia Social, sin negar pero sin poner como objetivo permanente a la Ayuda Social que siempre se visualizó como complemento; se refiere a la educación que debe actuar para la inclusión, no a la mera contención de una escuela que no enseña nada; ejemplifica con una reforma impositiva donde no haya impuesto al trabajo, pero sí al juego y a la renta financiera; propone pagar a los jubilados el 82% móvil y resolver los juicios pendientes, en vez que el sistema jubilatorio financie los déficits estatales; pretende que el Banco Central garantice la construcción masiva de viviendas dignas en lugar de financiar al Tesoro; se quiere poner al frente de la lucha contra la inseguridad y el narcotráfico para defender a nuestra gente, en contra de los falsos garantistas y los que niegan la realidad; asume el mandato del General Perón de dar vuelta la página de las antinomias, dialogar y trabajar con los mejores provengan de donde provengan, respetar las instituciones y la división de poderes.

Dice el artículo citado, que “curiosamente, somos los peronistas que supimos serlo, los que siguen siéndolo y los que se incorporan desde su juventud e inexperiencia -la inmensa mayoría de los argentinos- quienes podemos madurar y elegir una forma de actualizar ese rico legado y resignificarnos en forma más plural, democrática y republicana.” Tomando ese desafío, comencemos constatando que Scioli no es quien puede encabezar con éxito este proceso de “resignificación”, ya que es solo candidato de una fuerza que no conduce, fuerza que ha demostrado en los hechos, más allá de su relato, su incapacidad para expresar al peronismo del siglo XXI, fiel a sus valores originarios y capaz de adaptarse a los tiempos. Scioli no tiene permiso para proponer nada distinto. Tampoco para dar respuesta a los compañeros que deben sentir vergüenza al ver, por ejemplo, una sesión del Senado dirigida por Boudou y donde dice pavadas Rojkés de Alperovich; ni a la vergüenza de tener que votar a Sabatella o que les baje línea una stalinista confesa como Diana Conti; ni a la vergüenza por tener que escuchar que hay poca pobreza, que en este país la droga sólo está en tránsito, la inseguridad es una sensación, a la marchita hay que metérsela en el culo, a una Presidenta autoreferencial que habla siempre, menos cuando hay que poner la cara ante un problema concreto de los argentinos.

Tampoco Macri, expresión, reconozco que mejorada, de los tradicionales sectores dirigentes de nuestro país. Aquellos para los que siempre fue una pesadilla la aparición del peronismo, hecho que quisieron solucionar con proscripciones, prohibiciones, fusilamientos, golpes de estado, desapariciones, alianzas, no logrando nunca cambiar la memoria política de nuestro Pueblo. Los compañeros que quieren creer en Macri, aquellos que no abdicaron de sus convicciones, pueden ver fácilmente las fuerzas decisivas que actúan en serio detrás del PRO, de las cuales Carrió es apenas la punta del iceberg. Por eso Macri tampoco habla ni propone, porque lo que le dejarían decir es piantavotos, debe contradecirse permanentemente, no termina de sonar sincero en una ni en otra dirección. Es una fuerza, la derecha, que es bienvenida al sistema democrático del que renegó por muchos años. Pero darle la conducción del país sería como haber votado a Manrique, a Alsogaray, a López Murphy, a Cavallo. Lo demás es puro marketing y globitos.

Hay muchos no peronistas que no son “anti”. Tienen muchas cosas que aportar desde su propia cultura política, el radicalismo, el socialismo, la izquierda, el vecinalismo. Trabajando conjuntamente con el justicialismo sano se podrán generar sinergias virtuosas, como se está viendo en muchas provincias. Una alternativa muy superior al voto testimonial, o a entregar las banderas siendo furgón de cola de quienes, saben, no piensan como ellos.

Massa, De la Sota, Solá, Lavagna y muchos otros expresan la voluntad de trabajar desde el peronismo, con todos quienes quieran acompañarlos viniendo de donde vengan. Pero desde un peronismo en serio, fiel a sus banderas de siempre, no haciendo todo lo contrario y escudándose detrás de ritos y estructuras. Con orgullo, no con verguenza.


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