Yo a usted no la recuerdo



Por Mariano Rovatti

Usted me cuenta que nosotros dos, 
fuimos amantes, 
y que llegamos juntos a vivir algo importante (…) 
perdón, no la quisiera lastimar
tal vez, lo que me cuenta sea verdad, 
lamento contrariarla pero yo 
no la recuerdo. 

(“Amnesia”, bolero de Chico Novarro y Dino Ramos) 

 Humildemente, una vez más, se cumplen los anticipos de ArgenPolítica. El cristikirchnerismo, a sólo dos meses de su salida del poder, languidece y camina hacia su desaparición como factor de poder real.

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Reducido a su expresión más testimonial (La Cámpora, Nuevo Encuentro, Carta Abierta, Madres de Plaza de Mayo, y unos pocos peronistas que no tendrían lugar en otro espacio), las huestes cristinistas hacen ruido en la televisión, en la calle y en los pasillos de Tribunales. Esperan ansiosos a su jefa, que saldrá de su cueva sureña en marzo para inaugurar una fundación que funcionará en un coqueto petit hotel de la calle Rodríguez Peña. 

 Es verdad que aún hay diputados y senadores que permanecen leales a Cristina Fernández. Pero la sangría ya empezó. En la Argentina es muy difícil hacer política sin recursos económicos cuantiosos, y ello sólo lo garantiza quien ejerce el poder. 

Los gobernadores y los intendentes del Partido Justicialista que durante doce años tragaron saliva frente al kirchnerismo, ahora deberán hacer lo mismo con Mauricio Macri. Casi todas las provincias argentinas son impotentes para autosostener sus finanzas. Todas tienen que pagar sueldos de policías, docentes y agentes de la salud, desarrollar programas sociales y hacer obra pública, en un sistema que de federal tiene sólo el nombre. 

Así, dirigentes que practicaron kirchnerismo explícito como Gerardo Zamora, José Luis Gioja, Diego Bossio, Lucía Corpacci, Juan Manuel Urtubey, y tantos otros, hoy aportan a la “gobernabilidad” a cambio de recursos financieros y cargos en el Poder Ejecutivo, en el Congreso y en la diplomacia. 

La ruptura de veinticinco diputados justicialistas encabezados por Bossio pudo haber sido mayor. Eran cuarenta los representantes dispuestos al salto, pero algunos lo postergaron, disgustados ante el anuncio del mayor aporte de fondos para la Ciudad de Buenos Aires, en razón del traspaso de parte de la Policía Federal a su jurisdicción. Igual alcanzó para quebrar al Frente para la Victoria, y sacarlo del lugar de primacía entre los bloques parlamentarios. 

Todo indica que pronto habrá más pases y que el nuevo bloque “justicialista” trabajará a la par del Frente UNA, avanzando hacia una recomposición del peronismo con exclusión expresa del kirchnerismo. Este proceso se da en paralelo con un esperable avance judicial sobre los ex funcionarios de Cristina Fernández, sobre ella misma y sobre su hijo Máximo. En apenas veinte días hábiles judiciales, ya se decretó el procesamiento de siete ex jerarcas cristinistas (uno cada tres días). Entre ellos, Aníbal Fernández, una de las cabezas más preciadas. 

Gran parte de la “familia judicial” tiene la sangre en el ojo por tantos años de ataques kirchneristas. Llama la atención la concentración de funciones y causas en manos de la Dra. Servini de Cubría, quien se hizo cargo del Juzgado Federal con competencia electoral de La Plata, todas las causas relacionadas con el triple crimen de Gral. Rodríguez, y la reorganización del Partido Justicialista, entre otras. 

Sobre este último punto, conviene recordar que técnicamente, al PJ podría decretársele la caducidad, dados los reiterados incumplimientos de su carta orgánica y de la legislación nacional, en relación a la elección de sus autoridades. Frente a esa posibilidad, avanza la idea de una lista única encabezada por Rioja, con participación de todos los sectores, incluyendo a De la Sota, Capitanich, Urtubey, etc. El punto en disenso sería la inclusión de sectores del kirchnerismo residual, como La Cámpora. A nadie le interesaría demasiado la figuración de Daniel Scioli entre los futuros referentes del PJ. 

A diferencia de Eduardo Duhalde en 1999, que continuó liderando la provincia de Buenos Aires, pese a su derrota presidencial, Scioli se quedó sin nada tras perder con Macri. Su futuro es el desierto. 

Distinto es el caso de Sergio Massa, quien mantiene un nivel alto en la consideración social, y una relación ambivalente con el gobierno. Sostiene un apoyo crítico, comparte espacios de poder, pero sabe que si Macri le roba todas las banderas y tiene éxito en su gestión, lo licuará electoralmente. Por ello, está obligado a marcar la cancha permanentemente con golpes de efecto, como el de presentar el IPC Congreso el mismo día que su ex economista Jorge Tudesca echaba a Graciela Bevacqua del INDEC, que sigue sin brindar estadísticas oficiales. 

El peronismo marcha así hacia su reunificación sin formas rígidas, con varios liderazgos territoriales paralelos y dependiendo de los resultados de la actual gestión, de la que esperan haga el trabajo sucio de reordenar la economía. 

 Todo ello sin Cristina, a quien le reservan un lugar en el pasado. 

 Buenos Aires, 19 de febrero de 2016


   


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