En el país del Yonofuí

  


por Fiorella Bronzini

Los planteles de Boca Jrs. y River Plate se alistan para jugar la final más allá del Atlántico. De los motivos del traslado, casi nadie se declara responsable ni propone soluciones.


(si no sale el artículo completo, cliquear en el título)


Parece que esta vez sí. River Plate y Boca Juniors jugarán la final de la Copa Libertadores en Madrid. Pese al anuncio de ambas instituciones de recurrir la decisiòn de la CONMEBOL, los dos planteles ya están en situación de preembarque.

Aparentemente, la presión del presidente Mauricio Macri, de su -digamos- par de la FIFA, Gianni Infantino, y del jugoso negocio que ofrece la final en su versión transatlántica, fueron suficiente disuasión para que Rodolfo D'Onofrio y Daniel Angelici depusieran sus armas legales y aceptaran enviar a sus tropas futboleras al campo de juego del Santiago Bernabeu.

El mundillo del fútbol de ambos lados del océano ha expresado su indignación frente a la decisión de mover el escenario del clásico, pero tampoco a nadie se le ha caído una idea mejor.

La renuncia del ministro de seguridad porteño Martín Ocampo implica un reconocimiento por parte del Estado de su fracaso para garantizar la seguridad del evento. Los videos viralizados muestran la incompetencia -si somos bien pensados- del personal policial afectado a la tarea. El mismo que ahora gozará de un permiso legal para matar a quien quiera. Pero éso es otra historia.

Frente a ello, era lógico que la final no se jugara en la cancha de River ni en ningún otra de la Argentina. La CONMEBOL eligió España porque se subió a un problema crítico y lo convirtió en un negocio. A River le darán los pesos necesarios para restituir a los hinchas lo que pagaron por las entradas, pero la Confederación venderá los nuevos tickets en euros, a valor del mercado español. Los ingresos -por lo menos- se triplicarán para la entidad rectora del fútbol sudamericano.

La decepción colectiva por la final suspendida, pospuesta y mudada dejaron horas y páginas de opiniones categóricas y soluciones tan fáciles como disparatadas.

En esta nota vamos a analizar las responsabilidades de cada actor de la obra en el hecho violento que dio origen al cambio de sede de la final.

1. El Estado: es el primer responsable de la agresión impune al micro boquense, conducido al matadero por su escolta de "seguridad". La responsablidad primaria era de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, admitida con la entrega de la cabeza calva del ex ministro, pero también fue responsablidad del gobierno nacional, ya que el anillo correspondiente al lugar de los hechos había sido atribuido a la Prefectura.

El gobierno nacional rechazó todo tipo de responsabilidad y le tiró el paquete al GCBA y al River. Hace pocos días, Macri denunció que las escupidas lanzadas a Infantino fueron más graves que los piedrazos que casi dejan sin ojo izquierdo a Pablo Pérez.

2. Los clubes: la presencia de los barras bravas en la vida de los clubes de fútbol es un hecho normal, alentado por los mismos dirigentes. Hace rato que no son simples impulsores del aliento de la hinchada, sino que configuran rentables unidades de negocios que no actúan en forma autónoma. Dos días antes del partido habían sido incautadas miles de entradas destinadas a la reventa en la casa de uno de los jefes de la barra. No eran entradas falsas, sino verdaderas, presumiblemente suministradas por dirigentes del club organizador.

Fruto de dicho operativo, trescientos barras se quedaron afuera de la cancha, y es más que probables que ellos mismos hayan sido los agresores, con la inestimable ayuda del operativo de (in)seguridad.

En esta ocasión fue River, pero los mismos procederes pueden verse en sus primos. El gobierno acaba de ingresar al Congreso un proyecto de ley, que entre otras medidas castiga la falsificación de entradas, pero nada dice de la reventa de entradas auténticas, negocio conjunto de dirigentes y barra bravas.

3. La CONMEBOL: el sábado 24 y el domingo 25 la entidad presidida por el paraguayo Alejandro Domínguez buscó que el partido se jugara sí o sí, sin importar el estado físico o psicológico de los jugadores.

Tras reiteradas postergaciones, decidió que el partido se jugase en Madrid y sancionó a River Plate. Más allá de lo que ya expresamos arriba, la medida no parece tan descabellada, por las razones ya expuestas.

4. Los medios de comunicación: en los días previos al encuentro, se desató un bombardeo mediático, dándole al partido un carácter excesivamente dramático. Generó una sobre excitación colectiva, que incluyó al Presidente, quien dijo que no iba a dormir por tres semanas y que prefería que jugasen los brasileños, además de tildar a Marcelo Gallardo de "culón" y de intentar habilitar el ingreso de hinchas visitantes.

5. La sociedad: normalmente, cuando decimos que la culpa es de todos, decimos que no es de nadie. Pero en el ambiente del fútbol, se alienta, se celebra o se tolera algún grado de violencia. Cosa que no ocurre en otros deportes o eventos masivos.

Habrá que tomar conciencia que el próximo sábado, el que gane será un campeón de una copa desvirtuada, y el que pierda, su subcampeón. Ni más ni menos.

Mar del Plata, 4 de diciembre de 2018








Volver a página de inicio

Gracias por leer, comentar y/o reenviar este artículo

No hay comentarios: