Triángulo de incertidumbre



Por Mariano Rovatti

 A fin del presente otoño, se definirán las principales candidaturas para octubre. Partiendo de un escenario de polarización consolidada que absorbe como mínimo el 65% del electorado, una tercera corriente intenta construir una alternativa desafiante.



A comienzos de año, Mauricio Macri había logrado alinear a sus dos principales dirigentes. Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal confirmaron que irán por sus reelecciones en octubre.

Pero los números del presidente caen dramáticamente para las chances de la coalición oficialista, y han surgido operaciones de adentro y de afuera del gobierno para forzar a Macri a ceder su candidatura a favor de la gobernadora bonaerense, hasta ahora sin éxito. Hace cuatro años, cuando comenzaba la gestión macrista, en algunos pasillos se hablaba de que no buscaría la reelección, y que su ungido en tal caso sería Marcos Peña.

La actual imagen negativa y la intención de voto de Macri, y sobre todo la tendencia que ambos datos vienen demostrando, ponen a Cambiemos en la posibilidad de quedar relegado a un tercer puesto, en el caso de que el peronismo y aliados consoliden sus posiciones en dos ofertas electorales: una en cabeza del kirchnerismo, y otra entre Alternativa Federal, radicales y socialistas.

Las malas noticias de la economía no logran ser disimuladas por otros aspectos que el gobierno pretende explotar a su favor, como podría ser las imputaciones de corrupción al gobierno kirchnerista. El escándalo que envuelve al fiscal Carlos Stornelli le hace sombra al de la causa de los cuadernos, de la que es parte acusatoria. La yuxtaposición de causas, además de generar cansancio en el ciudadano común, le sugiere –con razón o sin ella- que moralmente no habría mayores diferencias entre unos y otros.

En el último bimestre, el radicalismo agitó su vida interna con febriles reuniones hacia adentro y fuera del partido. Ya en Mendoza y Jujuy, los gobernadores Cornejo y Morales convocaron a elecciones adelantadas respecto a las nacionales, desvinculándose de la suerte de Macri. En Córdoba, Ramón Mestre desoyó la orden de la Casa Rosada y competirá con la sigla radical contra Juan Schiaretti, dejando a como candidato del oficialismo nacional a Mario Negri, casi sin armado partidario.

En medio de un estado de ebullición interna, la UCR hoy se halla frente a la posibilidad de romper Cambiemos para sumarse al frente propuesto por Roberto Lavagna o arrancarle a Macri o Vidal el segundo lugar de la fórmula presidencial. La chance de forzar una interna en Cambiemos con candidato presidencial propio, para el caso Martín Lousteau, parece inviable.

De todos modos, Macri conserva el uso del poder y la caja en los tres principales distritos y el apoyo de los principales medios, lo que le permite tener siempre chances de revertir la situación a su favor.

En la vereda peronista, tras un período en donde se multiplicaron las reconciliaciones, se consolidan dos espacios, con escasas posibilidades de integrarse entre sí: uno detrás de Cristina Kirchner, y otro en torno a los referentes de Alternativa Federal, quienes recibieron la irrupción de Roberto Lavagna.

Cuando venía creciendo la presión para que Cristina Fernández anunciara su candidatura, la internación de su hija Florencia en Cuba puso un paréntesis en las operaciones tendientes a su lanzamiento. El video viralizado por la ex presidenta en el que explica la situación de su hija generó interpretaciones diversas entre sus seguidores respecto a su futuro. También llamó la atención en distintos círculos, la declaración de Eduardo Valdés, muy cercano a Cristina y al Papa Francisco, quien opinó que no tiene que ser candidata, en la misma semana que se lanzó Daniel Scioli.

Cristina venía trabajando con pragmatismo , ofreciendo una versión de liderazgo más abierto que el que desplegó como presidenta. Cerró acuerdos en numerosas provincias, cediendo espacios en favor de los caudillos provinciales, y manteniendo conversaciones con referentes con los que no se hablaba desde hacía años, como Eduardo Duhalde. Envió mensajes directos a Sergio Massa para que se sume a una PASO y en sus propuestas de gobierno, el tono es más moderado y contenedor que el de sus largos mensajes transmitidos por cadena nacional.

Cuenta con una intención de voto poderosa en el Gran Buenos Aires, lo que obliga a los intendentes a apoyarla, aún contra sus gustos personales. Pero ninguno de ellos se le arrima en apoyo popular, para seguirla desde la candidatura a gobernador. Quien sorprende en ese rol es Axel Kicilof, quien retiene casi todo el caudal de la ex presidenta, y protagoniza nutridos actos públicos a lo largo del territorio provincial, logrando un nivel de adhesión superior al de cualquier intendente.

Nuevamente, un candidato proveniente de la Capital sería el gobernador de la provincia. Así como ningún gobernador puede ser presidente (con excepción de Duhalde, que no llegó por votación), tampoco ningún intendente logra ser gobernador (también aquí la excepción es Duhalde).

Días atrás, el gobierno nacional emitió un decreto que impedirá que Kicilof o quien sea, pueda ser candidato de dos partidos o alianzas que llevan distintos postulantes a presidente. Silenciosamente, se venían desarrollando conversaciones en tal sentido entre el kirchnerismo, los intendentes y el massismo. La norma fue impugnada en la Justicia y habrá que ver cuál será el resultado final.

El fallo de la Corte Suprema de Justicia, dejando firme la prisión preventiva de la ex Presidenta Cristina Fernández-Kirchner, pone la decisión final sobre su libertad, y por ende, su aptitud legal y fáctica de ser candidata, en manos del Senado de la Nación. Hasta ahora el jefe del bloque de Alternativa Federal, Miguel Pichetto, sostenía que hasta que no se hallare firme la prisión preventiva, no cabía tratar el desafuero en el recinto. Pero esa condición habría llegado, y abriría nuevas posibilidades, sobre todo teniendo en cuenta que ningún candidato del kirchnerismo mide ni por aproximación, tanto como Cristina.

Fuera de la polarización estimulada por sus propios miembros, hay un colectivo diverso e inorgánico, aunque está en vías de organización. Sumadas las intenciones de voto de sus referentes, estaría en condiciones de pelear por un lugar en el ballotage.

De todos los dirigentes, surge Roberto Lavagna como el más competitivo, llegando a una intención de voto del 16% según los números que le son más favorables. Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Pichetto están estancados o han retrocedido frente a la irrupción del ex ministro de economía. Lavagna es el único con chances reales de desafiar a la grieta, siempre y cuando no transite por la híbrida e improductiva avenida del medio: su discurso tiene que ser claramente contrario al oficialismo, y mostrarse como el mejor de los opositores al gobierno. Sus chances aumentarán a medida que la imagen de Macri se siga degradando, frente a los resultados negativos de la gestión económico-social. Cuanto mayor sea la crisis, mayores chances tendrá Lavagna.

A Lavagna lo rodea un equipo de viejos leales peronistas y radicales, junto a independientes como el gobernador santafecino Miguel Lifschvitz, Isela Constantini, Facundo Manes, Rodolfo D’Onofrio, Matías Lammens, Beatriz Sarlo y Marcelo Tinelli. Este último podría ser candidato a gobernador en el distrito clave, la Provincia de Buenos Aires.

En este territorio, hay una corriente migratoria de referentes del massismo hacia el campamento de Lavagna, pero ninguno de ellos tiene la estatura necesaria para la candidatura a gobernador. La ventaja de Tinelli es su popularidad, aunque tiene un nivel de imagen negativa similar a la de los políticos tradicionales. Quizás su aporte consista en ayudarle a meter un pie a Lavagna en el principal distrito, y que la diferencia la haga en otros distritos. En 2007, Lavagna triunfó en Córdoba.

Justamente su gobernador Juan Schiaretti, quien se halla a las puertas de un cómodo triunfo, sea su principal impulsor político, junto a la mayoría de sus pares. Los recientes ganadores en San Juan –Sergio Uñac- y Entre Ríos – Gustavo Bordet- ya lo han apoyado tácita o explícitamente.

En la Ciudad de Buenos Aires, Lavagna habría cerrado tratos con Martín Lousteau – o al menos así lo intentan Luis Barrionuevo y Enrique Nosiglia- para que encabece la fórmula del espacio contra Horacio Rodríguez Larreta. El dato novedoso es que la elección se hará el mismo día que la nacional, aunque Larreta contará con la ventaja de que se votarán los cargos locales con el sistema semielectrónico, y los nacionales a la vieja usanza papelera, mitigando los efectos negativos de tener al apellido Macri encabezando la boleta.

Ni Macri ni Cristina vieron venir a la opción Lavagna, confiados en que la polarización devoraría a las pálidas propuestas de Massa, Urtubey y Pichetto. Ambos contendientes hoy están en alerta, debiendo rediseñar sus estrategias. En este momento, Cristina aparece como más sólida que Macri, pero lejos está de poder celebrar por anticipado.

Quizás como nunca desde que volvió la democracia, la incertidumbre es la reina a sólo dos meses del cierre de listas.

Buenos Aires, 19 de abril de 2019

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