Moyano: para subir tiene que bajar

por Alberto Buela


No escribo al estilo de los periodistas de noticias gremiales de Clarín, La Nación o Página 12 donde se cuenta lo obvio y se evita lo delicado para no herir susceptibilidades. Escribo desde la preocupación de un arkegueta , aprendiz constante mejor que filósofo, al que le ha ido la vida militando en los gremios. (para leer el artículo completo, cliquear en el título) Ante la convocatoria del 12 de julio para elegir secretario general de la CGT venimos escribiendo varios artículos[1] para intentar que no se repita el fracaso de 1989 en el Teatro San Martín donde se quebró la conducción de la GGT en dos: por un lado “los gordos” con Güerino Andreoni(comercio) y por otro lado la “de Brasil” con Saúl Ubaldini(cerveceros) y eso no le hizo ningún bien al movimiento obrero organizado, al contrario lo perjudicó. Así en el 94 se tuvo que crear el MTA y comenzar una larga lucha por la unificación que duró hasta el triunvirato de Lingieri, Rueda y Moyano, que pasó sin pena ni gloria. No hay que olvidar la que quiebra de la CGT perjudica a los trabajadores y beneficia al gobierno. Sabiendo además que para éste, como para todo progresismo: el sindicalismo es una rémora de la que conviene deshacerse. Las cifras reales como hemos mostrado en los artículos mencionados a pie de página son ampliamente favorables a “los gordos” y su candidato, por lo menos hasta hoy, Caló de metalúrgicos. Pero el carisma lo tiene el Negro Moyano. Él es querido y se hace querible en el momento en que se lo conoce y se trata mano a mano. Esta es una ventaja extraordinaria que la estrategia (si es que tienen alguna) de quienes lo rodean no tienen en cuenta. Pero así como damos una de cal, viene ahora la de arena. Moyano tiene una contra, tiene que cambiar la perinola de una sola cara: la del toma todo. Lo que le achacan los dirigentes que, incluso están con él y lo apoyan, es que en estos ocho años de su secretaría general, gobernó la CGT, antes que nada, para camioneros. Por supuesto que esto no va en desmedro de todo lo que hizo a favor de los trabajadores y del movimiento obrero. Así, los problemas de encuadramiento que al menos veinticinco gremios tuvieron con camioneros, la creación de gremios paralelos a otros, los beneficios millonarios obtenidos del gobierno de Kirchner, son hechos incontrastables, que no se pueden negar. Pero todo esto no es nada, en definitiva, si Moyano los asume y los explica “bajando del Olimpo de Azopardo 802” a conversar con los gremios medianos y chicos. Con gremios de 15 congresales para abajo, que son los que pueden desequilibrar la elección (si es que la hay). Por supuesto que no va a faltar el alcahuete que diga que esto lo hace. Pero si lo hace, no lo realiza en forma sistemática, regular, constante, y esta es la falla de su equipo de conducción (si es que existe). Pero no termina acá el asunto, Moyano tiene otra posibilidad y es ceder la secretaría general a un candidato anodino como Caló y reservarse la secretaría adjunta y lugares para los suyos en el Consejo directivo. En qué se apoya nuestra tesis. En el hecho bruto e incontrastable que Moyano tiene carisma, ascendencia sobre la mayoría de los secretarios generales y Caló no. ¿Quién termina entonces, a la larga, gobernando la CGT?. Qué cada uno saque sus propias conclusiones. Así pues, hay dos fórmulas para Moyano y en las dos para subir tiene que bajar. O baja a hablar con los gremios medianos y chicos y sube luego con sus votos. O baja su candidatura a secretario general por la de adjunto para luego subir por su propio carisma y autoridad y quedarse con la administración de la CGT. [1] La CGT y los gremios medianos; La CGT y sus congresales; Moyano-Cristina, la sangre no llega al río; Cirielli, el primero de los mohicanos; Hasta los extranjeros se ocupan de Moyano; El trabajo libera, el subsidio aliena: Cristina y el sindicalismo como rémora.

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