Se viene un año crítico para San Lorenzo: ¿amenaza u oportunidad?

Por Mariano Rovatti
Tras el partido frente a Instituto de Córdoba, San Lorenzo de Almagro zafó de perder la categoría, pero comienza la temporada en zona de descenso directo junto a Independiente y Newell’s Old Boys. Esta situación angustiante es el resultado lógico de un largo período de desaciertos cometidos por dirigentes, socios, técnicos, jugadores e hinchas. Cada cual con su nivel de responsabilidad. En ese orden. (para leer la nota completa, cliquear en el título) Soy nieto, hijo y padre de cuervos. Siendo un adolescente, sufrí aquél fatídico sábado 15 de agosto de 1981 en la tribuna de madera de la cancha de Ferro, cuando el Ciclón fue el primer grande del fútbol argentino en irse al descenso. Un año antes, se había salvado en la anteúltima fecha de irse a primera B. En esos años, la situación institucional del club era un caos, igual que ahora; los técnicos que habían dirigido el equipo habían fracasado igual que ahora y aquél plantel era tan poco competitivo como éste. Como protesta, -¿contra qué o quién?- recuerdo que hubo un movimiento de hinchas que propusieron la desafiliación del club de la AFA. Felizmente, nadie con poder de decisión tomó en cuenta esa idea delirante. Aquel descenso fue purificador. Al año siguiente, San Lorenzo llenó todas las canchas de local y visitante, y generó un revuelo inédito, no sólo en la categoría, sino en el fútbol argentino en su totalidad, llegando a ser el equipo más taquillero del país, superando a todos los de primera división. Allí nació la rivalidad con Vélez Sarsfield, que había armado un gran equipo con Juan Carlos Lorenzo como DT (el Toto se había ido de San Lorenzo a mitad de temporada), pero sus tribunas se llenaban con el Ciclón y no con Vélez, y sus socios más jóvenes se hacían hinchas azulgranas y no de la V azulada. Después de ganar el título por diez puntos de diferencia (en esa época el ganador se llevaba dos puntos y no tres como ahora), San Lorenzo obtuvo tres campeonatos locales (1995, 2001 y 2007) y dos internacionales (Copas MERCOSUR 2001 y Sudamericana 2002), además de construir un estadio nuevo, y una pequeña sede en Av. La Plata, al lado de lo que había sido su cancha. Luego de tres gestiones positivas de Fernando Miele, la cuarta fue de franco deterioro del club, con un intento de celebración de un contrato leonino con la empresa suiza ISL, (años después quebrada) que hubiera implicado para el club la virtual pérdida de su patrimonio. Lo reemplazó Alberto Guil, en algún momento el ejecutivo mejor pago de la Argentina, quien hizo una gestión de orden y crecimiento, no continuada por su vicepresidente y sucesor Rafael Savino, y menos aún por el actual titular, Carlos Abdo. En la mayoría de las elecciones que los consagraron, el nivel de participación de los socios fue bajísimo. En divisiones juveniles, San Lorenzo abandonó un buen trabajo realizado en la segunda mitad de los años noventa, y que había dado excelentes resultados. Salvo excepciones, en los últimos tiempos, los futbolistas surgidos de aquéllas carecen de un nivel competitivo acorde a las exigencias del fútbol actual. En la actualidad, en algunas categorías se está trabajando mejor, como por ejemplo, la séptima división (campeona el año anterior como octava) Como medida desesperada, también se recurrió al aporte económico de Marcelo Tinelli y un grupo de aportantes, que en su momento compró pases de jugadores de excelente nivel, los que dirigidos por Ramón Díaz, ganaron el último campeonato en 2007, y estuvieron cerca el año siguiente, bajo la conducción de Miguel A. Russo. Luego, el animador televisivo intentó recuperar la inversión y el equipo quedó desprovisto de sus mejores figuras. El creciente pasivo del club llevó a vender los mejores futbolistas e incorporar mediocres reemplazantes, algunos de ellos por un costo altísimo. En pocos años, los planteles se armaron y desarmaron frenéticamente, además de estar integrados por casi cincuenta profesionales, generando un volumen astronómico de gastos en sueldos, primas y premios. También es de destacar el canibalismo existente entre la dirigencia, tanto oficialista como opositora, incapaz de articular propuestas integradoras a favor del club. Ello es causa y efecto de la gran soledad que hoy afecta al actual Presidente en su gestión, notándose un agobio personal que no puede disimular. También es destacable la última campaña electoral, en la que se gastaron fortunas como nunca antes en publicidad. Es sabido que todo candidato que pone un volumen excesivo de dinero en propaganda, cuando gana la elección, la quiere recuperar. Los últimos directores técnicos se caracterizaron por su escaso apego al trabajo. La segunda gestión de Ramón Díaz, y las de Omar Asad y Leonardo Madelón mostraron en la cancha lo poco que hacían en la semana en el orden táctico, y en el aspecto psicológico. La tarea de Ricardo Caruso Lombardi –sobre todo en su capacidad de motivador- dio frutos en los primeros partidos, pero luego el equipo volvió a su normalidad, hasta que en los partidos definitorios tuvo una actitud positiva y logró el objetivo de mantener la categoría. Salvo excepciones, el actual plantel está integrado por oscuros futbolistas, que además no han logrado conformar un grupo humano sólido. Abundan los cacicazgos y no han faltado fuertes enfrentamientos en los vestuarios, algunos de ellos terminados a puñetazos. También la barra brava ha hecho su aporte, matoneando a jugadores en los entrenamientos. Los hinchas más pesados gozan de una absoluta libertad de movimientos dentro del club, y del apoyo activo o pasivo del resto de los hinchas. En los últimos años, un sector de éstos ha promovido un movimiento apoyado desde sectores políticos, tendiente a mudar el estadio al terreno de Av. La Plata, reclamando al Estado la expropiación a su actual propietario Carrefour SA. Un proyecto de ley propone la vuelta a Boedo, unido a otro que prevé la financiación de la operación a través de un fideicomiso. La idea generó varias movilizaciones de hinchas, y genera simpatía en el mundo del fútbol, pero se ignora cómo se financiaría la construcción del estadio y si el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y los vecinos de la zona aprueban la construcción de un estadio de fútbol en el lugar. Quizás, sin abandonar el proyecto de retorno al terruño, las energías hoy deban concentrarse en forma prioritaria en el saneamiento financiero del club, y en la formación de un equipo competitivo. El último miércoles de Semana Santa, casi como una mueca del destino, un temporal endemoniado destrozó gran parte de las instalaciones del estadio y la ciudad deportiva. Algo similar pasó en la sede del club Vélez Sarsfield, con la diferencia que éste en menos de un mes reconstruyó todo lo destruído. Hoy, en San Lorenzo, los caños retorcidos y las paredes derribadas son un símbolo del estado general del club. En 1980, San Lorenzo se salvó del descenso con lo justo, pero cayó un año después. ¿Cómo hacer para que ahora no pase lo mismo? Entiendo que hace falta seguir un plan que contemple las siguientes condiciones: 1. Con el aporte de inversores externos, levantar la inhibición de Futbolistas Argentinos Agremiados, e incorporar nuevas figuras acordes al desafío de mantener la categoría. Hay sólo treinta días para ello, antes del comienzo del nuevo torneo; 2. una vez consumado lo anterior, renuncia de la actual comisión directiva y elecciones de nuevas autoridades; 3. previo a ello, reformar el estatuto, que exige una antigüedad de diez años para los principales cargos de la Comisión Directiva; cinco para ser vocal y tres para votar. Un año de antigüedad debe ser suficiente para elegir y ser elegido en cualquier institución, de lo contrario, se cae en cláusulas proscriptivas de escasa solidez jurídica; 4. formación de una lista de unidad, en la que estén representadas la mayor cantidad de agrupaciones, y sobre todo, los socios independientes; 5. en cuanto sea posible legalmente, impulsar en la justicia un nuevo concurso preventivo, a fin de sanear las finanzas del club, limpiando y refinanciando deudas; 6. para los siguientes torneos, formación de una sociedad integrada por el club e inversores privados, de tres clases (grandes, medianos y pequeños) destinada a adquirir jugadores de nivel; 7. mayor estímulo a las divisiones juveniles; desarrollando escuelas de fútbol vinculadas al club en el interior del país, en especial en la Pampa Húmeda; 8. realización de una auditoría destinada a investigar el accionar de las últimas conducciones; y en el caso que se detecten la comisión de delitos, impulsar las correspondientes acciones penales; 9. depuración profunda del actual plantel, dejando de lado a los futbolistas mediocres, algunos de ellos con sueldos de estrellas; Seguramente, en estos días florecerán reproches mutuos, actitudes conspirativas y soluciones mágicas. Pero, no hay que permitir que el fanatismo nos engañe. San Lorenzo necesita de verdaderos dirigentes, los que afloran en las situaciones de crisis, que piensen con inteligencia y actúen con determinación, grandeza y honestidad. Si no es así, seguiremos haciendo méritos para ir al Nacional B, y finalmente, el destino nos dará el gusto. Buenos Aires, 5 de julio de 2012

1 comentario:

Anónimo dijo...

LE DEBEN ETERNA GRATITUD A RICARDO CARUSSO LOMBARDI... TU AMIGO CHIROLA