Manipulación, efectos desestructurantes, y síndrome del Prisionero


por Juan Carlos Córica 

La acumulación sectaria versus la nacional y popular. Pueblo o masa de maniobra. La lógica amigo-enemigo aplicada al frente interno muestra la miopía política de quienes la aplican. Miente, miente, que nada quedará. 

Qué razón justifica que un gobierno que se autotitula como “nacional y popular” instrumente un mensaje manipulador como forma de mantener y acrecentar adeptos políticos. La mentira sistemática aparece como un método propio de elites sectarias, todo lo contrario de lo que debería ser la manera de comunicarse entre compañeros o camaradas. Estos juegos de maliciosa manipulación de quienes deberían ser seguidores de una causa política, formula una técnica en las antípodas de una forma de incrementar hombres concientizados y concientes. O sea integrantes activos y no, masa de maniobra de seres vaciados que son arrastrados como rebaño.
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Por otra parte, semejante cooptación se realiza en base a una de las formas más negativas por las que integrantes del pueblo de una nación, se alinean desde la perspectiva de amigos y enemigos. Lógica de acumulación miope para ser aplicada en el frente interno de un pueblo-nación en donde la cuestión de los opuestos de que hablaba el materialismo dialéctico no se trata de “opuestos antagónicos” sino de “opuestos complementarios” como tan claramente explica con precisión quién fuera asesor del premier soviético Nikita Kruschev: “Son antagónicas las contradicciones entre los individuos, grupos sociales, clases y países basados en la incompatibilidad, irreconciabilidad, de los intereses sociopolíticos.

En los contrarios antagónicos una de las partes existe y se desarrolla a expensas de la otra. Son no antagónicas las contradicciones entre los individuos, grupos sociales, clases y países cuando sus intereses cardinales son comunes. En tal caso, el desarrollo de cada una de las partes presupone el desenvolvimiento de la otra… En el socialismo desaparecen las contradicciones antagónicas. Las no antagónicas quedan” (1). En blanco sobre negro, lo que dice es que, si bien existe una parte de la población que puede pensar y actuar en contra de los intereses de la nación, estos constituyen una minoría. Todos los demás comparten proyectos e ideales comunes. Le corresponde a quienes gobiernan no incentivar enfrentamientos que sólo sirven para minar y socavar los lazos que naturalmente ligan a los integrantes del pueblo-nación. En definitiva debilitar a la nación. Generar un proceso de sinergia negativa (2) por el cuál se establece un escenario donde el conocido síndrome del prisionero (3) predomina generando relaciones de alta desconfianza social.

La generación de un estado de muy alta desconfianza mutua provoca no sólo un clima de creciente conflictos y violencia, sino que, tal situación y los efectos colaterales predisponen a la sociedad a un estado de inestabilidad emocional, crispación, una atmósfera social de agitación que desemboca en estados de irritación y bronca. Una tendencia dominante por la que los vínculos se resienten al grado de cambiar comportamientos de encuentro por conductas de desencuentro. Quienes por tener cola de paja se preocupan de resaltar que se da un juego dialéctico donde todos son responsables, terminan mezclando mal y confundiéndose en la toma de decisiones.

Los responsables y culpables son aquellos que conducen este juego funesto y siniestro. Elite con poder de fuego subjetivo, de aplicación de lo que se ha empezado a llamarse, “guerras de 4ª generación”, centradas en armas inmateriales pero de un eficacia superior a las armas de fuego. Armas y operaciones políticas que, en su aplicación, enmascaran la generación de un poder desestructurante asimilable al del histórico “caballo de Troya”. Un efecto destructivo, contaminador que, en lugar de conseguir “un algo quedará” con tanta mentira sembrada, logran un “nada quedará” por el que la sociedad sufre la creciente destrucción de los vínculos sociales. Esos lazos y eslabones de nada fácil existencia en naciones como la Argentina, que han sufrido la aplicación sistemática de la colonización pedagógica; colonización cuyo central objetivo y efecto es la producción de un frente interno dividido y a sus integrantes enfermos y prisioneros del estado de desconfianza mutua. Ese fenómeno social por el cual frente a cada oportunidad, crecen las dudas, provocando más discusiones que consensos y acción. Se resaltan más los posibles problemas que las propuestas inteligentes y de fuerte consenso.

En el caso contrario, donde las dificultades se hacen presentes en el horizonte, los desencuentros y jugadas sectarias multiplican la fractura social. Fractura de lazos y vínculos de los que tanto necesitan los pueblos para no tentar a los poderosos de distinta naturaleza. Desde los factores de poder integrados por minorías sectarias a las naciones poderosas que aplican en sus políticas exteriores esa ambición imperial disfrazada detrás de operaciones “civilizadas”.

 NOTAS:(1) Fiodor Burlatski, politólogo y doctor en filosofía, en el libro Materialismo dialéctico (1982), Editorial Latinoamericana, Lima-Perú, primera reimpresión 1988, pág. 79(2) La sinergia es una figura clave para las organizaciones e instituciones conformadas por estructuras en las que intervienen una cantidad de personas con distinta capacidad y funciones. Su concepto muestra que “el todo es más que la suma de las partes”. O sea que el accionar mancomunado en el que cada uno actúa como articulado con los otros, produce un resultado superior que el de cada uno actuando desconectado de los demás. En este caso, “la sinergía negativa”, representa el efecto contrario de la positiva. Ésta multiplica, la otra debilita por efecto de la fragmentación. (3) El síndrome del prisionero es una figura que se utiliza para mostrar los efectos de conductas sociales negativas. Presenta la situación que viven quienes están enfermos de desconfianza mutua. Desconfianza que se origina en las conductas sociales de quienes actúan malintencionadamente sin advertir que en las sociedades se da un fenómeno de doble vínculo, por el cual la conducta de unos predispone la conducta de los otros. Estos eran dos ladrones a los que un juez los obliga a declarar dentro de una serie de opciones: denunciar al otro y quedar libres o negar y recibir una pena menor. La certeza de que el otro es un pícaro, hace que ambos se denuncien recibiendo la mayor sanción.

 (25/09/12; jccorica@fibertel.com.ar )

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