Caso Rucci: Lo que la Justicia no quiere investigar (todavía)

por Ceferino Reato


“Se encuentra acreditado que la tarde del 25 de septiembre de 1973 Mario Firmenich se presentó en la redacción de (la revista partidaria) El Descamisado y refirió que la autoría del crimen le correspondía a dicha organización”. En su fallo del mes pasado, el juez Ariel Lijo ratificó la hipótesis principal de mi libro Operación Traviata, publicado hace casi cuatro años: no fue la Triple A nila CIA ni una conspiración sindical; el secretario general dela CGT, José Rucci, fue muerto por Montoneros apenas dos días después del tercer triunfo electoral de Juan Perón. Lijo también atribuyó el atentado a la disputa por el liderazgo que esa organización político militar le estaba planteando al propio Perón, que recién había vuelto de su largo exilio. (para leer la nota completa, cliquear en el título)

A pesar de las evidencias, Lijo no llamó a declarar a Firmenich como le pidieron los hijos de la víctima y, en cambio, volvió a archivar la investigación con el argumento de que, como había sido cometido por la guerrilla, este asesinato no era de lesa humanidad y había prescripto por el paso del tiempo. ¿Por qué no citó a Firmenich? Es la pregunta que le hizo una persona vinculada a Rucci a fines del año pasado. “Si los llamo a declarar, tengo que imputarlos”, contestó el juez, según esa fuente. Lijo se refería también a Ernesto Jauretche, militante montonero y subsecretario de Asuntos Municipales de la provincia de Buenos Aires cuando Rucci fue acribillado. Jauretche, sobrino y colaborador del recordado Arturo Jauretche, integra la lista de testigos que los Rucci querían que declararan.

 De todos modos, en su larga sentencia el juez se detiene en Jauretche y en las funciones que ocupaba en el gabinete del gobernador Oscar Bidegain, un político peronista que se llevaba muy bien con Montoneros. Esto es llamativo ya que ni siquiera lo llamó como “testigo de la época”, siendo que en el fallo critica la “escueta investigación judicial” posterior al ataque, cuando se soslayaron “pruebas de trascendental importancia como testigos de la época, documentación y registros”. Es como si Lijo les estuviera marcando a los Rucci el camino para la apelación de su sentencia pero sin que se note demasiado.

 Entre el gobierno de turno y los jueces federales que investigan los delitos que los funcionarios pudieran cometer se da una relación muy particular ya que, por su lado, los magistrados dependen del Poder Ejecutivo, tanto para mantenerse como progresar en sus carreras; eso provoca, no sólo en nuestro país, que tiendan a la complacencia cuando el presidente o la presidenta tiene mucho poder y que se precipiten sobre los funcionarios cuando perciben que están en retirada.

La investigación judicial sobre el asesinato de Rucci no es, claramente, del agrado del oficialismo: les arruina el relato sobre los Setenta, basado en un enfrentamiento entre buenos y malos, entre ángeles y demonios; el fantasma de Rucci está diciendo que también los jóvenes guerrilleros cometieron crímenes durante los gobiernos constitucionales del peronismo y en el marco de una disputa interna con el propio Perón ya que el muerto era el delfín de Perón en las difíciles arenas del sindicalismo.

 En este marco tan inestable, los jueces suelen tener sus lealtades políticas bastante repartidas. Lijo, por ejemplo, considera al sindicalismo como un poder permanente, enseñanza que seguramente obtuvo de su mentora, la ex camarista Luisa Riva Aramayo.

 Por su lado, los hijos de Rucci ya apelaron este fallo y esperan que la Cámara indique que este crimen debe seguir siendo investigado. En su fallo, Lijo me critica bastante porque en la primera edición de Operación Traviata publiqué una dirección del departamento utilizado como cuartel general por Montoneros que no era exacta; oculta que admití el error al año siguiente en una edición ampliada: una fuente, que insisto en mantener en reserva, me había dado una información equivocada. Oculta también que el 12 de diciembre del año pasado le llevé la dirección correcta, que había revelado en una nota en la revista Noticias; Lijo no le dio importancia a pesar de que este departamento había sido alquilado por… Jauretche y su esposa. No vaya a ser que el kirchnerismo se enoje: tres días antes del fallo de Lijo, el 7 de agosto, Jauretche fue galardonado con la Estrella Federal de ocho puntas, un símbolo de Montoneros, en una dependencia de la Jefatura de Gabinete.

 Publicado en revista Noticias el24 de septiembre de 2012.


Rucci une al peronismo independiente

El martes 25 se reunieron frente a los tribunales federales la gran mayoría -o todos, quizás- de los referentes del peronismo opositor: José Manuel de la Sota, Hugo Moyano, Jesús Cariglino, Gerónimo Venegas, Jorge Busti, Francisco De Narváez, Graciela Caamaño, Enrique Thomas, Carlos Brown, el resto del bloque de diputados del Frente Peronista, incluyendo a Claudia Rucci, y muchos más se congregaron para homenajear al Secretario General de la CGT asesinado por Montoneros, exigiendo la reapertura de su causa judicial. Se esperan nuevos actos en donde estos dirigentes buscan un armado común de cara a las elecciones del año que viene.

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