El fallo de la Cámara Civil y Comercial Federal, y el pronunciamiento de la Comisión Permanente de Protección de la Independencia Judicial trazaron el límite necesario para frenar a un gobierno tan insaciable en su angurria de poder, como amateur en la ejecución de sus planes delirantes. No importa quién fue –en este caso- la contraparte. El 7D estuvo sólo en la agenda del gobierno, nunca fue prioridad para el resto de la sociedad, cada vez más disconforme por la falta de soluciones a sus verdaderos problemas

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