Las delirantes declaraciones del Presidente ecuatoriano Rafael Correa respecto al atentado a la AMIA son ofensivas para nuestro país y constituyen una apología de la violencia. El ataque terrorista de 1994, así como el de la Embajada de Israel de 1992, además de haber sido actos de barbarie contra la humanidad en general, fueron contra la Argentina y mataron argentinos. Lamentablemente, una vez más preso de sus encerronas ideológicas, el gobierno argentino nada hizo frente a las barbaridades dichas por un presidente “amigo”.

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