Diez años en el poder es un período demasiado extenso para calificar a los actos de un gobierno de una manera simplista. Es imposible que “todo” haya sido maravilloso o que “todo” haya sido un desastre. Sólo la vagancia intelectual o el fanatismo podrían llegar a esas conclusiones. De todos modos, la misma Presidenta, cuando quiere hablar de los logros del gobierno, en un 80% enumera hechos ocurridos entre 2003 y 2008. A partir de ese año, cuando libró y perdió la batalla contra el campo, el gobierno se encerró en sí mismo, y su única obsesión fue el poder. Hoy estamos en las puertas de un fin de ciclo, y es claro que la sociedad reclama un cambio, manteniendo lo que se hizo bien, y poniendo fin a las discordias, las actitudes autoritarias y la corrupción sistemática.

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