Alfonsina Storni



"Oveja descarriada, dijeron por ahí 

 oveja descarriada, los hombros encogí"

Nació en Sala Capriasca, Suiza, en 1892. Fue una extraordinaria poeta argentina modernista. Sus textos se caracterizaron por su talentosa transgresión. Su obra es feminista, romántica o erótica, según la época. Pero siempre original y de gran calidad literaria, utilizando recursos poco explorados.

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Tras una breve estadía de sus padres en Suiza, dentro de la cual llegó a este mundo, Alfonsina pasó parte de su infancia en San Juan. Luego su familia se mudó a Rosario, en donde tenía un bar en el que ella se desempeño como mesera, hasta que se marchó y se dedicó a ser actriz, en 1907, viajando por varias provincias. Representando Espectros de Ibsen, La loca de la casa de Pérez Galdós y Los muertos de Florencio Sánchez.

Sobre su nombre, ella misma explicaba que me llamaron Alfonsina, que quiere decir dispuesta a todo.

También fue maestra y autora teatral. A su vuelta de la mencionada gira, dictó clases de recitado y de buenos modales en la escuela de su madre, que había contraído matrimonio por segunda vez. En 1909 se fue a Coronda, en donde terminó sus estudios y trabajó como celadora. También allí cantaba en los actos públicos. En 1910, se descubrió que cantaba los fines de semana en lugares de dudosa reputación de Rosario.

Pero su máximo desarrollo artístico fue dentro de la poesía. Sus primeros poemas los escribió a los doce años, cuando su familia cerraba el comercio que tenían en Rosario, en medio del quebranto financiero y el alcoholismo de su padre. Cuando egresó de la escuela normal, recitó poemas de su autoría y cantó fragmentos de óperas.

En 1911 se trasladó a Buenos Aires, en donde quedó embarazada y dio a luz a su hijo, sin saberse quién fue el padre. Fue cajera en una farmacia y en 1913 entró en una importadora de aceite, tras batallar para que le permitieran postularse. Fue la única mujer junto a casi cien varones, pero resultó elegida, aunque cobró la mitad que su antecesor en el puesto.

Escribió en Caras y caretas, en donde conoció a José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Baldomero Ugarte. Luego, tras reiterados viajes a Montevideo, traba amistad con Juana de Ibarbourou y Horacio Quiroga, con quien entabló una muy estrecha relación. Quizás hayan sido amantes, pero nunca se dio certeza de ello. Cuando se suicidó Quiroga, en 1937, le dedicó un poema que anticipaba su propio final:

Morir como tú, Horacio, en tus cabales / Y así como en tus cuentos, no está mal / Un rayo a tiempo y se acabó la feria.../ Allá dirán./ Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte / Que a las espaldas va./ Bebiste bien, que luego sonreías.../ Allá dirán.

En 1916 publicó La inquietud del rosal, un libro de poesías donde expresaba sus deseos como mujer y describía su condición de madre soltera. No fue un éxito, acusándola de escritora inmoral. Pese a ello, el libro le permitió ingresar en círculos literarios como la primera autora mujer en lograr ser editada.

Sus poemas luego fueron publicados en Mundo Argentino, junto a versos de Amado Nervo, lo que le significó un gran impulso. Escribió además en el diario socialista Acción y en la revista Proteo de tendencia latinoamericanista.

Logró ser directora del colegio Marcos Paz, de la Asociación Protectora de Hijos de Policías y Bomberos. En 1918, publicó otro libro, El dulce daño. En la presentación del mismo partciparon Roberto Giusti y José Ingenieros

En 1920 publicó Languidez, y ganó el Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura. En ese tiempo participó en el grupo Anaconda.

En 1921 ingresó como docente en la Escuela de Niños Débiles, de Parque Chacabuco, en Buenos Aires. En 1923 comenzó como profesora de lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas.

En 1925 publicó Ocre, que marcó un cambio decisivo en su poesía, que incluyó la temática feminista. En 1926 escribió Poemas de amor y en 1927 fue designada Directora del Teatro Infantil Municipal.

Ese mismo año estrenó su obra teatral El amo del mundo en la que abordó la cuestión de la relación hombre-mujer. Asistieron a la función el Presidente Marcelo T. de Alvear y su esposa Regina Pacini. La obra no tuvo buena crítica y fue levantada en pocos días. Luego fue repuesta con modificaciones que no aceptó, siendo muy criticada por La Nación y Crítica, fracasando nuevamente.

En 1932, publicó sus Dos farsas pirotécnicas: Cimbelina en 1900 y pico y Polixena y la cocinerita.

En 1934 escribe relatos en prosa, profundizando su feminismo. Aborda el divorcio y el amor por un hombre más joven. También Alfonsina participó de la creación de la Sociedad Argentina de Escritores. Por entonces, ya había hecho varios viajes a Europa dando a conocer su obra.

Alfonsina participó de la peña Signos del Café Tortoni junto al pintor Benito Quinquela Martín y los músicos Juan de Dios Filiberto y Pascual de Rogatis, entre otros. En 1934, Federico García Lorca participó de sus reuniones mientras visitó Buenos Aires. A él le dedicó un poema:

Apagadle / la voz de madera/ cavernosa, arrebujada / en las catacumbas nasales./ Libradlo de ella, / y de sus brazos dulces, / y de su cuerpo terroso. / Forzadle sólo, / antes de lanzarlo / al espacio,/ el arco de las cejas / hasta hacerlos puentes / del Atlántico, / del Pacífico.../ Por donde los ojos, / navíos extraviados, / circulen / sin puertos / ni orillas...

También lo hacía en la Peña del Hotel Castelar, en donde cantaba tangos acompañada por el piano. En 1934 publicó, Mundo de siete pozos, recopilación de poemas dedicada a su hijo Alejandro

En 1937 escribió su último libro llamado Mascarilla y trébol publicado al año siguiente.

Su enfermedad (cáncer de mama) también fue un tema abordado frecuentemente en su obra, expresando sentimientos como el dolor, el miedo y la angustia en la espera de la muerte. Tras un diagnóstico erróneo y una operación, entró en depresión y dejó los tratamientos médicos, hasta quitarse la vida en 1938, arrojándose al mar en Mar del Plata, desde la escollera del Club Argentino de Mujeres.

Horas antes de tomar la decisión, dejó u obra póstuma Me voy a dormir, un poema que envió al diario La Nación:


Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

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