Dos años largos



por Mariano Rovatti

En líneas generales, se ha ratificado el panorama electoral determinado por las PASO, a cuyo análisis que hemos realizado oportunamente bajo el título Rumbo al desierto, nos remitimos. En la tomografía que hacemos del poder, como principal rasgo novedoso, está la salud-enfermedad de la Presidenta, ítem que ya configura un hecho político considerable, y que puede derivar en un proceso de descomposición del poder gubernamental. En el medio de ello, el fallo de la Corte Suprema de Justicia favorable al gobierno, es un mensaje de autoridad al resto del mundillo político.

(para seguir leyendo, cliquear en el título)
Con la clara derrota oficialista en las elecciones intermedias, comienza la transición de dos largos años hasta el advenimiento del próximo gobierno. ¿Alguien imagina un proceso tranquilo, ordenado y razonable? ¿Podrá/querrá/sabrá un gobierno que ha hecho un ejercicio tan enfermizo del poder, llevar adelante un proceso de transición tranquilo hacia el 2015? ¿o fiel a sus antecedentes, lo hará en medio de antagonismos, tensiones extremas, bajo la sensación permanente de caminar al filo de la cornisa?

Cuesta imaginarse a este gobierno yéndose bien. Es lógico pensar que un ciclo en el que el poder se ejerció patológicamente, finalice de la misma manera. La naturaleza política del cristi-kirchnerismo exige un final acorde a su historia, en donde el capítulo final de su relato sea escrito con la misma épica de su contenido.

En este período de transición que ya comenzó, el gobierno recurrirá a su estilo más básico y redoblará la apuesta. Intentará –una vez más- renacer de sus cenizas y mostrarse ileso. Como primera escena del acto final, Cristina volverá en los próximos días a asumir plenamente el poder, o le que queda de él. El relato la mostrará como una gladiadora que vuelve a la lucha, a pesar de todo. El barco del gobierno volverá a tener su capitana asiendo firmemente el timón, navegando entre las tormentas hacia…..¿dónde?

La reforma constitucional y la reelección ya no son el puerto a donde poner la proa. Además, gran parte de la tripulación empezó a cambiarse de barco. A la crisis de liderazgo que normalmente le sucede al gobierno que ya no tiene reelección, se le suma la incertidumbre que genera la salud presidencial.

Más allá de cualquier especulación médica, la vuelta de Cristina es una necesidad política de un gobierno que está paralizado frente a problemas que surgen a diario en todos los frentes. El Ministro Florencio Randazzo demostró el estado actual de la gestión al admitir que la estatización total del FC Sarmiento había sido decidida por él mismo. Quizás como anticipo de un proyecto personal, el flaco salió a mostrase como alguien que decide en medio de un gobierno que no decide nada.

El ala más políticamente normal del oficialismo pretende una continuidad del Frente para la Victoria, manteniendo el liderazgo de Cristina, pero transfiriendo mayor poder a un estado mayor integrado por gobernadores, intendentes y los principales legisladores nacionales. Imaginan la candidatura de un gobernador como Jorge Capitanich o Sergio Uribarri, o, si no hay más remedio, Daniel Scioli.

En ese esquema, podría ser convocado un gobernador, el chaqueño o el entrerriano, para ser Jefe de Gabinete y hacer frente a los problemas que aquejan al país confiando en una recuperación política parecida a la del ciclo 2009-2011. Si les sale bien, pueden soñar con la continuidad más allá del 2015. Parece difícil que se dén todas las condiciones. Pero ese plan requeriría de una modificación sustancial del carácter político de Cristina Fernández. En condiciones normales ello sería imposible, pero su estado de salud habilita esa posibilidad.

Otra dificultad es la salida de escena de José Luis Gioja, articulador político entre sus pares. Su grave accidente y su estado actual no permiten saber hoy cuándo y en qué condiciones se reintegrará a la vida política.

El ala más recalcitrante del cristinismo es el que más necesita de la vuelta de su jefa, y sólo apoyarán una movida así, si ella lo acepta. Lo que sí es seguro es que no tolerarán la candidatura de Scioli.

Esta ha sufrido dos golpes duros tras las derrotas electorales de agosto y octubre. Pero más lo afecta ésta última, en la que quedó como cabeza de la campaña, habiendo sido retirada Cristina de la escena antes de su internación. La diferencia a favor de Massa fue mayor que en agosto, y sin Cristina en la cancha, por lo que las facturas se amontonarán en el escritorio del gobernador.

Para ser candidato, Scioli necesita reactivar el Partido Justicialista –que técnicamente está al borde de perder la personería- y juntarle la cabeza a gobernadores, intendentes y legisladores de todo el país. Sólo lo podrá hacer si pese a la derrota, las encuestas le siguen sonriendo, y si no padece ningún incendio político, económico o social en su provincia. Para que ello ocurra, bastaría con que el Palacio de Hacienda le cierre el grifo y así no pueda pagar los sueldos de la administración pública provincial.

Frente a ese panorama, no sería extraño que Scioli decida no jugar en las próximas elecciones, preservándose para más adelante. Al fin y al cabo, es un hombre de cincuenta y seis años, sano y con futuro político. En esta instancia, hoy quedó con expectativa sucesoria de un espacio político que tiende a desaparecer.

En este mes y días que falta para que los legisladores electos asuman sus bancas, habrá numerosas boro-cotizaciones. Si analizamos el poder a futuro, los legisladores peronistas del FPV migrarían masivamente al Frente Renovador, o constituyendo bloques independientes. Sólo pueden detenerse ante la presión de la chequera presidencial y de las necesidades financieras de sus respectivas provincias.

La elección de las autoridades de las cámaras legislativas serán una ocasión para testear dónde está cada uno. En el Senado, Miguel Pichetto opera para desplazar a Beatriz Rojkés en la Presidencia Provisional del Cuerpo. Cuenta con el apoyo de numerosos miembros del PJ histórico, kirchneristas por necesidad más que por convicción. Veremos si le alcanzan las manos.

En Diputados, la posición de Julián Domínguez parece más sólida, pero se lo presume menos fiel a los intereses cristinistas, y más cerca del PJ tradicional. El año que viene no será una temporada tranquila para el Vicepresidente Amado Boudou, cada vez más jaqueado por la Justicia, y menos respaldado por el poder real. No es descabellado pensar en un juicio político que lo saque de la cancha o lo inspire a renunciar. Paralelamente, la oposición comenzará un proceso de rearmado en torno a las figuras emergentes de la última jornada electoral:

Sergio Massa quedó como el referente peronista no kirchnerista mejor ubicado. Se proyecta como eje de un armado similar a lo que representó el eje Duhalde-Kirchner en 2003. Su equipo económico, integrado entre otros por Miguel Peirano, Roberto Lavagna, Martín Redrado, Jorge Sarghini y Ricardo Delgado, es un ejemplo de ello. Otro dato es la presencia de Alberto Fernández como operador político, la afinidad con Carlos Reutemann y el acercamiento a la CGT que responde a Hugo Moyano.

Otros referentes como José Manuel de la Sota o Mario Das Neves, parecen más alejados de constituirse en alternativas nacionales, pese a sus victorias en la última elección. A Massa lo favorece su alta base de votos en Buenos Aires, el respaldo del collar de intendentes del conurbano, su excelente imagen pública, el buen trato de los medios privados, su evidente astucia política y el recuerdo de su paso por el ANSES, muy bien ponderado por la tercera edad, en un país como la Argentina, que tiende al envejecimiento de su población.

Aunque después de catorce años de gobiernos que se dicen peronistas, quizás estime pertinente maquillar el perfil de su espacio con la incorporación de figuras de otros espacios. Veremos si lo logra, ya que crecen con fuerza los armados del radicalismo-socialismo y del PRO. Habrá que observar si la sociedad manifiesta algún grado de saturación hacia la presencia del peronismo en el poder.

Mauricio Macri salió bien parado de la elección porteña, y logró hacer pie en Santa Fe, Córdoba, La Pampa y Entre Ríos, en donde logró representación parlamentaria. En la provincia de Buenos Aires, metió tres diputados, pero que fueron en la lista de Massa. El gran desafío de Macri será hacer pie en el distrito más grande y definir mejor su posicionamiento político, tomando posturas más claras en temas políticos nacionales. ¿Por qué no constituirse en el referente de la derecha argentina? La palabra derecha tiene mala prensa, pero en el hombre común ello no tiene importancia. Javier Piñera o José María Aznar pueden ser sus inspiradores.

Lo favorece además la imagen de su gestión en la ciudad, el trato favorable de la prensa, y el recuerdo de su paso por Boca Juniors, en el período más exitoso de la historia de ese club, que cuenta con centenares de peñas en todo el país.

Quizás, por la misma razón que expusimos respecto de Massa, Macri intente despegarse definitivamente de todo rasgo peronoide, dejando en claro que él no facilitará el reciclaje de ex kirchneristas.

En el espacio de radicales, socialistas y afines, surge la resurrección de Elisa Carrió y la confirmación de Margarita Stolbizer, Julio Cobos y Hermes Binner. Si repiten la experiencia de UNEN a nivel nacional, pueden ser una alternativa de poder. La experiencia de la primaria abierta fue aprovechada por este espacio mejor que nadie, sirviéndole para crecer en un distrito en que no tenían resultados positivos. Al igual que Macri, con quien pelearán algunos segmentos del electorado, deberán crecer en la Provincia de Buenos Aires y definir posiciones concretas en temas de política nacional, con agenda propia.

De cara al 2015, es interesante observar cuál es la base de votos con que cuenta cada uno, considerando la cantidad –no el porcentaje- obtenida por sí mismos o por sus delfines políticos. La elección presidencial será en un distrito único, por lo que los bonaerenses Sergio Massa, Daniel Scioli y Margarita Stolbizer parten con ventaja. A ello hay que agregar el total nacional obtenido por cada espacio político. (ver cuadros adjuntos).

 


El fallo de la Corte cayó 48 horas después de la elección, modificando el clima político. Fue un bálsamo para las heridas del gobierno, pero para éste no representó más que éso. Más allá de cualquier consideración jurídica, la Corte marcó la cancha, fortaleciéndose como factor de poder frente al resto del arco político. Benefició al gobierno que estaba golpeado, y le bajó los humos a la oposición triunfante, Clarín incluido. En un período en que el poder entró en un proceso de disolución, la Corte emerge como un referente creciente, y como un protagonista con voz y voto en el diseño político de estos dos largos años. Su presidente Ricardo Lorenzetti se consolidó como un hombre del poder, aunque haya quizás renunciado a una eventual candidatura electoral.

Frente a todo este panorama, surge la gran incógnita sobre la marcha de la economía, y su influencia en el devenir político. La evidente parálisis de la producción industrial, las dificultades de la ganadería y algunos cultivos, el déficit energético, la inflación indisimulable, la obsolescencia de la infraestructura de servicios públicos, la amenaza del frente externo y el laberinto cambiario se presentan como un cóctel de muy difícil solución para un gobierno que se está yendo, y sólo tiene como recurso el de redoblar la apuesta.

¿Cómo encarará este proceso un gobierno cuyo líder está en reposo obligado, sin saberse su grado real de recuperación? ¿Cuánto poder efectivo quedará entre sus manos? ¿Para qué lo utilizará?

A menos que se precipiten los acontecimientos, dos larguísimos años tenemos por delante.

Buenos Aires, 6 de noviembre de 2013

No hay comentarios: