Argentina 2015: ¿un paréntesis liberal?



por Mariano Teijeira

Falta apenas un año y ocho meses para que el pueblo argentino vuelva a elegir presidente y el escenario que se vislumbra es bastante distinto al de 2011. El gobierno de Cristina Fernández no tiene un candidato fuerte que pueda darle continuidad política a su proyecto y la única alternativa viable sería llegar a un acuerdo con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, que, se sabe, de progresista no tiene absolutamente nada y en lo económico está ligado al neoliberalismo. El panorama puede llegar a ser similar al que atravesó Chile cuando finalizo la primera presidencia de Michelle Bachelet, se abrió un paréntesis de derecha con Sebastián Piñera.

(si no sale el artículo completo, cliquear en el título)


¿Por qué se llegó a esta situación? Porque se dejo de avanzar en políticas populares y lo que se anuncia ya no tiene el impulso de la Ley de Medios o la entrega de computadoras a los chicos: Se dice que se van a sancionar leyes para impedir el abuso de los monopolios, oligopolios y sectores concentrados, en lugar derrotarlos definitivamente. Cuando llegó el 7 D (que al final fue el 29 de octubre cuando la Corte Suprema dijo que la Ley de Medios era constitucional) se le aprueba por unanimidad la división al grupo Clarín sin que todavía estén definidas las transferencias de licencias ni sus titulares (el monopolio era un resabio de la dictadura, ahora será un monstruo de 6 cabezas). Luego de 10 años de crecimiento pareciera que no hay recursos para ayudar a las miles de personas que viven en las calles sin trabajo ni comida. Y desde lo simbólico tampoco se aprovechan con eficacia los acontecimientos, porque teniendo en cuenta lo bien que fue recibido por el pueblo argentino el hecho de bajar el cuadro de Videla, ahora se titubea con la estatua de Colón en lugar de demoler en un acto multitudinario la estructura de ese conquistador. Hasta se podría aprovechar el acto para anunciar el ingreso al ALBA y retomar la iniciativa política.

No es casualidad. Venezuela es el país que más avanzó contra el capitalismo, lo que se tradujo en 18 triunfos sobre 19 elecciones. Además de soportar intentos de desestabilización, golpes, sabotajes, injerencia de EEUU y campañas internacionales de difamación mediática jamás vistas en la historia. En definitiva, si el gobierno argentino continúa por este camino, el presidente en 2015 estará a la derecha del kirchnerismo. Encima, el otro candidato con posibilidades concretas de ganar en 2015 es el diputado del Frente Renovador, Sergio Massa, quien haciendo uso y abuso del marketing político logro un importante triunfo en 2013 en la provincia de Buenos Aires. Es la esperanza del grupo Clarín, de los sojeros y con llegada a la embajada de EEUU. Pero cuidado, en la argentina de hoy con marketing se puede ganar (lo demostró también Francisco De Narváez en 2009) pero no se puede gobernar. A la hora de un ajuste o un aumento de impuestos es Massa, no Juan Perón.

Mientras tanto, en el autodenominado centro izquierda, la agrupación UNEN está cada día más alejada de poder meter una figura con chances de pelear la presidencia. Su composición es un verdadero cachivache: Allí conviven el creador de la 125 y su principal oponente. Una nieta recuperada y un economista que representa al capital financiero que apoyó la dictadura de 1976. Un veterano soberbio que se jacta de ser amigo de revolucionarios latinoamericanos y una pronosticadora de apocalipsis despechada con Clarín porque el monopolio lo eligió a Massa y no a ella para 2015. Y por si fuera poco también se encuentra el diputado socialista, Hermes Binner, que “con la pinta de un mateo desalquilado y tristón” como cantaba el inolvidable Julio Sosa, se manifestó a favor del candidato de derecha en Venezuela, Henrique Capriles, lo que le causó más de un desplante con integrantes de su partido. Si la Alianza de De la Rúa y Chacho Álvarez estrelló al país, este rejunte de gente podría causar más daño que el huracán Katrina.

Con respecto a la izquierda orgánica sigue todo igual, insiste en desconocer la ampliación de derechos que hubo durante el kirchnerismo, la lucha contra algunas corporaciones y todavía hay agrupaciones que siguen sin entender la importancia geopolítica y estratégica de la revolución bolivariana y desde luego de la cubana. Son, como los describiera alguien con particular precisión en las redes sociales, “inspectores de revoluciones ajenas”.

Otro que corre el riesgo de sufrir por despecho es el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, pues defendió al igual que Elisa Carrió a Clarín a capa y espada pero como no supo proyectarse por fuera de la Capital Federal, el monopolio los cambió por otro.

En resumen, este es el panorama político: un kirchnerismo que no profundiza y se repliega, una derecha sin cuadros que debe recurrir al marketing y una izquierda que sufre de “izquierdismo” como diría el líder de la revolución bolchevique Vladimir Lenin. Ya no queda mucho tiempo para reaccionar e impedir que la derecha se instale otra vez en el poder. Habrá que ofrecerle lugar al coraje, a la creatividad y como decía el gigante Hugo Chávez, “darle poder a los pobres”, para seguir construyendo un futuro distinto al neoliberal.

No hay comentarios: