Por Ricardo Auer
Al estilo James Bond, Putin mandó un claro mensaje desde Crimea con amor (a la 
Gran Madre Rusia) y con ello puso mayor claridad a la nueva configuración mundial. 
Terminada desde hace tiempo la etapa de la globalización financiera; y pasada ya esta 
última década sin nombre, entramos de lleno a una nueva configuración de la situación 
global, caracterizada por los conflictos entre los grandes actores mundiales, 
fundamentalmente por el dominio de los recursos naturales y energéticos, de las áreas 
de influencia comercial y por la apropiación de las innovaciones tecnológicas. 
Conflictos que tendrán, principalmente, un espacio económico y otro diplomático. 
(si no sale el artículo completo,  cliquear en el título) 
La expansión de cada actor estará determinada por su decisión y claridad estratégica y 
por los medios disponibles. Los medios generalmente determinan el alcance de las 
estrategias. Sin medios no hay estrategia, excepto una pobre defensiva. 
Rusia tiene el mismo PBI que Italia (aproximadamente 2 billions dólar). China tiene 4 
veces su PBI y EEUU 8 veces. Parece un producto pequeño dentro de un envase 
grande. Vende productos primarios (gas y petróleo) e importa productos elaborados. 
Tampoco se destaca por grandes innovaciones tecnológicas; su política interna es muy 
estática y conservadora y su presencia política a escala global no era muy relevante, 
hasta hace poco tiempo atrás. 
Sin embargo geopolíticamente Rusia es importante; porque dispone de un enorme 
arsenal nuclear; Fuerzas Armadas poderosas, y aunque no demasiado modernas, están 
en vía de renovación; poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU; 
extraordinarias reservas energéticas (la mayor potencia energética del mundo); lazos 
históricos con muchas de la ex repúblicas soviéticas y una extensión territorial única: 
17.000.000 km2. (un noveno de la superficie firme del mundo), asentada sobre todo el 
norte de Asia y ocupando el 40% de Europa; país transcontinental, tiene 20.000 km. de 
fronteras con 16 países. Su excepcionalidad geopolítica la asemeja a EEUU. 
Pese a su poderío tiene fragilidades internas: su población ha disminuido de 148 a 143 
millones en las dos últimas décadas; la esperanza de vida promedio es relativamente 
baja: 64 años; económicamente muy dependiente de su producción energética 
(monocultivo); retrasada tecnológicamente con respecto a Europa, Japón o EEUU; un 
sistema educativo mediocre con bajos resultados del informe PISA - habilidad lectora: 
21º EEUU, 38º  Rusia.  57º  Argentina; matemáticas: 30º Rusia, 32º  EEUU, 55º  Argentina; ciencias: 24º  EEUU, 33º  Rusia, 54º  Argentina. 
Rusia tiene un gran espíritu nacional, está orgullosa de su historia, acrecentada por su 
memoria como potencia, y manifestada por una renovada voluntad de volver a ser 
grande e importante mundialmente. Por ello invierte un 4,4% del PBI en gastos 
militares (Europa: menos de 2%). El pueblo ruso, doctorado en resilencia, pese a sus 
objetivas dificultades y disparidades sociales, seguramente no debe ver con desagrado 
aquella inversión. Putin ha mandado a restaurar miles de iglesias (ortodoxas rusas) a lo 
largo y lo ancho de Rusia, reconociendo así explícitamente el poder blando (softpower) 
de la religión en el pueblo ruso. 
El doble discurso de Europa y el unilateralismo norteamericano, que hipócritamente 
usan argumentos según sus conveniencias tácticas, es hoy utilizado también por Rusia. 
Ucrania, Escocia, Crimea, Malvinas, Catalunya, Kosovo, Taiwan, Tibet, no son más que 
nombres dentro del tablero global, donde se esconden las ansias de poder de los 
grandes actores mundiales. 
El mundo vive hoy una gran inestabilidad social, política y económica y una 
degradación de las instituciones internacionales, que es la manifestación visible del 
cambio de paradigma, es decir, del reordenamiento del poder a escala planetaria. 
Inestabilidad causada por los excesos de la globalización financiera; el avance del 
mercantilismo desenfrenado, la “dictadura de la economía” (Francisco dixit); la 
globalización del crimen organizado; la impotencia de algunos estados para cumplir su 
papel básico y orientador de la sociedad; la decadencia moral de las clases políticas en 
muchos países y tantos otros temas. 
Ninguna nación líder está exenta de su responsabilidad por la actual inestabilidad 
global. Derribar gobiernos para imponer “la democracia” (Irak); desmembrar un país 
petrolero (Libia) para sumirlo en el caos; fomentar diagonalmente extremismos 
religiosos; corromper gobiernos para obtener recursos energéticos o minerales; 
practicar la coerción por medios económicos o militares; fomentar guerras locales para 
capturar recursos naturales; ejercer la usura internacional como práctica 
habitualmente tolerada; usar el doble discurso hipócrita como herramienta 
diplomática. En este sentido, nadie puede hacerse el distraído o el ofendido. 
No es fácil mantener la coherencia. China se abstuvo en la votación del Consejo de 
Seguridad de la ONU sobre el caso Crimea. Como criterio general apoya la no 
injerencia en los asuntos interno de otros países, es decir la integridad territorial y la 
preservación de las fronteras. Si bien el criterio ruso de anexar un territorio irredento 
como Crimea, se acerca a la recuperación de Taiwan; la previa elección popular para la 
autodeterminación del pueblo crimeo, le complique la situación a Beijing si debiera 
tolerar esa misma práctica en las provincias fronterizas del Tibet y Xingjian 
(musulmanes), que claramente quisieran independizarse de China. 
Además la sublevación de la Plaza Maidan (en Kiev) les hace recordar a la violentamente 
aplastada revuelta (matanza) de la Plaza de Tian´anmen (en Beijing), cuando los 
estudiantes chinos pretendieron obtener mayores grados de libertad. 
Para Occidente y fundamentalmente para Europa, el problema actual se reduce a 
mantener la estabilidad de Ucrania, por donde pasa 175 millones de m3 
de gas por día, que alimentan la matriz energética de muchos países de la UE. La debilidad energética 
europea es su creciente dependencia del exterior. La UE importa en el año 2012 más 
del 50% de la energía que consume. En 1995 importaba el 43 % de su consumo. La UE 
produce el 6% de la energía mundial y consume el 14 % de la misma, según datos de la 
Agencia Internacional de Energía. Según las mismas fuentes, EEUU produce el 14% y 
consume el 17% del total global, estando camino hacia un equilibrio por la explotación 
intensiva del gas de esquisto (proceso de fracking). Inclusive podría más adelante 
llegar a exportar LPG (gas natural licuado). 
La seguridad energética es un tema que vuelve nuevamente a la agenda estratégica. El 
45 % del total importado por la UE es gas ruso. El gas aporta un 25% del consumo 
europeo. Un tercio viene de Rusia y la mitad de éste pasa por Ucrania. Sin embargo, es 
muy improbable que los rusos, más allá de la escalada verbal, vayan a imponer 
restricciones a la exportación de gas, ya que, económicamente, necesitan 
imperiosamente esas divisas y la UE podría también desarrollar fuentes propias del 
fracking, tecnología hoy mal vista en Europa por problemas medioambientales y por 
medio del uso masivo de biocombustibles. 
Alemania ha bloqueado preventivamente la venta de material militar a Rusia. Paralizó 
la venta de un centro de entrenamiento militar que cuenta con simuladores de 
combate muy sofisticados. Debe entenderse esta medida provisoria para evaluar el 
alcance del movimiento estratégico de Moscú y para negociar o evitar ulteriores 
avances de los rusos. Sin embargo es probable que Alemania tampoco quiera 
enemistarse mucho con Moscú, ya que 6000 empresas alemanas tienen allí 
representaciones, con inversiones por 20.000 millones de euros y que unos 300.000 
puestos de trabajo en Alemania dependen de las buenas relaciones económicas entre 
ambos países. Ambos países tienen una fuerte dependencia mutua. 
El soft power del Vaticano 
El Vaticano no tiene las clásicas herramientas del poder tradicional: FFAA; mercado 
interno, recursos naturales, energía, desarrollo tecnológico. Sin embargo, en la etapa 
Francisco, ha adquirido otro tipo de poder, llamado genéricamente “poder blando”, 
que es la capacidad de influir sobre los intereses y las acciones de otros actores 
nacionales o políticos, a partir del atractivo de sus propuestas, ideales o doctrinas, de 
su ejemplo moral y de la difusión global de las mismas. En un mundo donde la 
desigualdad creció en todo el mundo, enarbolar la idea de “la opción por los pobres y 
los más vulnerables”, y mantenerla coherentemente, posee una gran fortaleza, tal vez 
superior a la coerción económica o militar. La ejemplaridad obtiene credibilidad, un 
bien escaso hoy en la mayoría de los líderes mundiales. No puede pedirse moral 
pública cuando “desde arriba” no se predica con el ejemplo. Es bastante obvio. Por eso 
el doble discurso, acá y en cualquier parte del mundo, tiene los límites de las bonanzas 
temporales del ciclo económico. Cuando hay para repartir, los pueblos se calman. 
Cuando llegan las restricciones, los pueblos se rebelan. Nadie cree demasiado en estos 
“líderes de cartón pintado”. 
El concepto de “salvataje de la niñez”, lanzado recientemente por el Papa Francisco, 
tiene una fuerza impredecible. Resume comunicacionalmente muchos desarrollos 
doctrinarios. Por su universalidad y por los sentimientos naturales de justicia en todos 
los seres humanos, su implementación puede ser fácilmente mensurable y visible en 
pocos años. Porque todas las ideologías (de cualquier signo) son siempre perfectas en 
el largo plazo, es decir, cuando ya estemos todos muertos (parafraseando a Lord 
Keynes) y no podamos comprobarlo. En cambio los logros de objetivos de corto, 
mediano y largo plazo son siempre más transparentes para todos, pudiendo así evaluar 
 
en tiempo y forma, cuales políticas son las apropiadas y cuáles son los políticos que 
realizan bien su trabajo. (método de análisis estratégico) 
Algunas Conclusiones y Enseñanzas 
• Para ser un actor importante en el mundo actual hay que disponer de uno o 
más factores de poder: reservas energéticas, hinterland, situación geográfica 
estratégica, etc., pero además se debe tener conducciones nacionales 
capacitadas para el desarrollo de esas potencialidades. De nada sirve poseer un 
auto Fórmula 1, si no se tiene la capacidad para conducirlo a 300 Km/hora. 
• Las gestiones diplomáticas puras, sin Sistema de Defensa que la respalden son 
claramente insuficientes y hasta bastante inútiles (Crimea, Ucrania, Malvinas) 
• Para ocupar un territorio al menos hace falta una población afín y un Ejército 
que las respalde (Malvinas). 
• En la etapa actual del mundo, el poder material ha encontrado algunos límites 
en ciertos softpowers no tradicionales, que por su capacidad de influencia 
moral, van instalando en los medios globales de comunicación masivos, las 
agendas políticas que los pueblos reclaman y que muchas veces los políticos 
olvidan. Estratégicamente deberían ser considerados como agentes portadores 
de cambio por vía de la aproximación indirecta. No son actores políticos en su 
concepción tradicional, pero no por ello dejan de ser muy influentes en la 
dirección que puede tomar el mundo.  
 
 
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