Dos acuerdos: Irán y Grecia



por Rosendo Fraga

El acuerdo del G6 con Irán es considerado un éxito por Obama y los líderes occidentales. La negociación entre Irán y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la UN (EEUU, Reino Unido, Francia, China y Rusia) más Alemania, muestra un formato que podría utilizarse para otros conflictos internacionales.

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Para el gobierno alemán implica haber logrado un protagonismo sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, dado el status político que se le ha reconocido. El Presidente estadounidense ha defendido el acuerdo, diciendo que "es el mejor acuerdo posible". En Irán, el gobierno de Rohani considera el acuerdo un éxito y la máxima autoridad político-religiosa del país, el Ayatollah Jamenei, lo ha respaldado, aunque criticó a los EEUU y las potencias occidentales, quizás buscando neutralizar a sus "halcones" en el Parlamento que debe aprobar el acuerdo. Irán condiciona su cumplimiento a que se levanten las sanciones y el Consejo de Seguridad de la UN ya autorizó que se inicie el proceso para suspenderlas. Los efectos económicos ya han comenzado. El primer país desarrollado que ha enviado una delegación de empresarios encabezada por un ministro del gobierno para iniciar conversaciones económicas ha sido Alemania. La industria automotriz está haciendo lo mismo, ya que Irán sería el principal mercado de autos de Medio Oriente. Una empresa estadounidense de consumo masivo como McDonald's ya ha dicho que quiere invertir en el país. El retorno de la inversión petrolífera a Irán puede influir en el precio del mercado de hidrocarburos.

Pero el acuerdo, considerado beneficioso por Irán y el G6, genera preocupación y temor en los países árabes e Israel. El día que se firmó el acuerdo Obama tuvo una larga conversación con el Rey de Arabia Saudita, buscando asegurarle (y a través de él a las demás monarquías del Golfo) que EEUU no iba a dejar de actuar para contener las acciones de Irán en el mundo árabe. El Jefe del Pentágono (Carter) viajó a Israel para tratar de neutralizar la oposición de su gobierno al acuerdo. Israel tiene influencia en el Congreso estadounidense y buscará bloquear en él la aprobación del acuerdo. Después viajó a Arabia Saudita, buscando responder a las críticas saudíes. Egipto también ha expresado sus reparos. La preocupación de los gobiernos sunnitas es que un Irán sin sanciones, aunque postergue su programa nuclear, se verá fortalecido económica y militarmente en la región, donde se enfrenta con ellos. El argumento estadounidense es que el embargo militar se mantendrá todavía por 5 años más y que de esta manera Irán no se fortalecerá militarmente. Cabe recordar además que Irán -la versión actual del Imperio Persa- es de religión musulmana pero no es árabe y ello influye en las prevenciones. Pareciera en consecuencia que este acuerdo puede afianzar la paz en términos globales al alejar la necesidad de utilizar la opción militar para impedir el desarrollo nuclear iraní con fines bélicos, pero al mismo tiempo puede desatar situaciones de conflicto o mayor inestabilidad en Medio Oriente.

Al mismo tiempo que se firmó el acuerdo con Irán, el Eurogrupo acordó con Grecia para evitar su salida del euro. El acuerdo fue una victoria del Eurogrupo y en particular de la posición alemana dentro del mismo. Merkel se negó a otorgar una quita para la deuda griega y a evitar más ajustes en Grecia. Si bien Francia e Italia tenían una posición más flexible, terminaron aceptando la posición alemana. Ahora los parlamentos de los países que tienen el euro como moneda deben aprobar el acuerdo y han comenzado a hacerlo (Alemania fue uno de los primeros). La oposición al acuerdo con Grecia es fuerte dentro de este país, pero Merkel consiguió una mayoría parlamentaria amplia para aprobarlo. Sin embargo, una vez alcanzado el acuerdo, el FMI salió a criticarlo por no incluir una quita en la deuda griega, algo a lo cual se había opuesto anteriormente. Lo concreto es que al comenzar la semana Grecia pudo realizar un pago de 6.200 millones de euros a dicho organismo internacional y de esta manera salir del default en el cual había caído. Al mismo tiempo, los bancos griegos volvieron a abrir, aunque con limitaciones. Obama, que había presionado a Merkel para alcanzar el acuerdo, se consideró satisfecho al reducirse un factor de riesgo para el sistema financiero internacional. Ahora se ha conocido que Tsipras, antes de ceder frente al Eurogrupo, buscó en Rusia 10.000 millones de dólares para relanzar la dracma y que también gestionó sin éxito en China e Irán apoyos financieros alternativos al europeo.

Pero la incertidumbre en torno a Grecia no se termina con este acuerdo, que en realidad es el tercer rescate recibido por el país desde el inicio de la crisis financiera europea. El gobierno griego del partido Syriza ha quedado debilitado, ya que habiéndose impuesto el No en el referéndum que convocó para aprobar o no el acuerdo que proponía el Eurogrupo, lo terminó aceptando. Esta situación ha generado una crisis en el partido y el primer ministro Tsipras se vio obligado a cambiar una decena de ministros que no criticaban el acuerdo, que fue aprobado por 229 a 64 votos, siendo estos últimos del ala izquierda de Syriza. El día que fue votado el acuerdo, tuvieron lugar protestas violentas frente al parlamento. La división del oficialismo, lleva al primer ministro a buscar acuerdos con sus adversarios que apoyaban el acuerdo, logrando la aprobación de la segunda parte de los compromisos, exigidos por Europa. Ello ha profundizado las críticas y divisiones dentro del propio oficialismo. Ya comenzó a regir el aumento de la tasa del IVA del 13 al 21% y ello generó nuevas protestas. Pero los sondeos por ahora muestran que Syriza, aun perdiendo su ala izquierda, igualmente ganaría las elecciones. El giro de Tsipras hacia el realismo desilusionó a las fuerzas populistas de Europa y América Latina, que apoyaban al gobierno griego para enfrentarse con el Eurogrupo, como así también a los economistas heterodoxos estadounidenses, como Stiglitz y Krugman, que alentaban una posición más inflexible por parte del gobierno griego. Pero queda la sensación de que el acuerdo es precario y que en poco tiempo Grecia puede requerir un cuarto rescate, el que será más difícil de lograr que el último.

En conclusión: el acuerdo con Irán para evitar que su proyecto nuclear tenga fines militares es considerado un éxito por las potencias del G6 porque alejó la posibilidad de un conflicto bélico como solución alternativa; pero los conflictos en Medio Oriente pueden escalar por el temor de Arabia Saudita y las monarquías del Golfo, Egipto e Israel a que Irán, fortalecido económica y militarmente, aumente su protagonismo; el acuerdo entre el Eurogrupo y Grecia evitó su salida del euro, el default del país genera una crisis de consecuencias políticas y sociales imprevisibles para el país; por último, queda la duda de si no será necesario en breve un cuarto rescate, el que será más difícil de lograr que el último, lo que genera incertidumbre hacia el futuro.

Publicado en Nueva Mayoría

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