La inseguridad es un fracaso colectivo



Por Carlos Santiago

La libertad y la seguridad no pueden sobrevivir una sin la otra, por así decir, pero tampoco pueden convivir en paz. Es muy importante que alguna vez se encuentre el "punto medio", es decir el equilibrio satisfactorio entre ambas, aunque (o por lo cual) su búsqueda jamás cesará.

"Todo individuo tiene derecho a la vida,a la libertad y a la seguridad de su persona". (Declaración Universal de los Derechos Humanos)

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El movimiento pendular es el resultado de esa aporía, "dificultad lógica insuperable de un razonamiento o de su conclusión", ha dicho Zygmunt Bauman en su libro (escrito en colaboración de psicólogo argentino Gustavo Dessal) "El retorno del péndulo" un texto esclarecedor sobre el psicoanálisis del llamado "mundo líquido".

Por ello aunque la protección de la seguridad ciudadana y el ejercicio de las libertades públicas constituyen un binomio inseparable, según lo expresa nuestro ordenamiento jurídico, y ambos conceptos son requisitos básicos de la convivencia en una sociedad democrática, desde una concepción de progreso sería conveniente superar aquellas interpretaciones antinómicas de libertad y seguridad que buscan mantener equilibrios entre la tarea de proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y la tarea de garantizar la seguridad ciudadana.

Sabemos que en nuestra sociedad hay más de un pensamiento contradictorio sobre el esencial tema que está en la base misma de la preservación o no de nuestro sistema republicano, una conquista que los uruguayos debemos valorar y defender, porque su mantenimiento es esencia misma de la democracia, sin la cual nada sería posible en ninguno de los aspectos, para la construcción de un estado-nación pujante y moderno. Y esa defensa va más allá de todas las consideraciones de carencias sociales que tratan de explicar la de socialización de algunos y la violencia de otros.

La seguridad ciudadana es una reivindicación permanente en un Estado democrático Social y de Derecho, necesaria para mejorar las condiciones de vida en una sociedad progresista y avanzada. Un discurso de profundización y desarrollo democrático tiene que contemplar que vivir acordes con el valor de la tolerancia, exige una democracia fuerte que impida la violencia en todos los ámbitos y que haga de la seguridad ciudadana, solidaria, próxima, preventiva y eficaz, un baluarte de la convivencia y de la democracia.

Solo es posible vivir en libertad si impedimos que haya gente que nos la quite, es decir si somos capaces de desarrollar una política de seguridad que impida que nadie, persona, grupo o ente alguno, emprenda y desarrolle actividades o actos tendentes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados universalmente. Por ello tememos en leyes que crean comisiones destinadas a analizar contenidos de medios de comunicación, con el derecho de cercenar, modificar y sancionar el derecho inalienable de la comunicación. ¿Es qué también aquí lo político se impone a lo jurídico, a la esencia de las libertades que hacen a la democracia que sustenta la república?

Existe una lógica, a todas luces conservadora, que presenta la seguridad en contradicción con el principio de libertad y que sostiene que si el ciudadano aspira a tener más seguridad eso le va a costar perder libertad o viceversa. Nada más lejos de la realidad presentar esta dialéctica excluyente de dos condiciones indispensables para el desenvolvimiento de los ciudadanos en una sociedad democrática. Por el contrario, la seguridad es la condición necesaria para la libertad, y no es posible la democracia sin libertad.

Esta interpretación subsidiaria de la seguridad, como instrumento al servicio de la garantía de los derechos y libertades, interactiva con valores democráticos como la solidaridad, la tolerancia y la convivencia pacífica, de servicio público para el conjunto de la ciudadanía y al servicio del bien común para la sociedad, es lo que debe prevalecer en un Estado Social y Democrático de Derecho.

El sentido que confiere a la seguridad ciudadana la Declaración Universal de los Derechos Humanos confirma esta orientación. En su preámbulo considera que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tiene por base el reconocimiento de la dignidad y derechos de todos los miembros de la familia humana y que deben de ser protegidos por un régimen de Derecho, así en su art. 3º, de forma significativa explicita: "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona".

Nuestra Constitución refuerza esta posición humanista y universalista, expresa que: "Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a torturas, ni penas o tratos inhumanos o degradantes ..."; reafirmando a su vez la inseparabilidad del binomio aludido, manifestando : "Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad"; además, nuestra Constitución orienta la función de sus instrumentos operativos en el art. 104, de forma que: "Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, bajo dependencia del Gobierno, tendrán como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana".

El autor es periodista

Publicado en bitácora.com.uy


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