Tiene que noquear

En 1972, Víctor Echegaray, sanjuanino y campeón argentino de los livianos fue a Honolulu a pelear por el título mundial con el joven Ben Villaflor, dueño de la corona. El desarrollo del combate fue ampliamente favorable para el pupilo de Juan Carlos Pradeiro, quien a lo largo de los quince rounds, sacó notorias ventajas gracias a su buen boxeo. Los únicos que no las apreciaron fueron los jueces, quienes le dieron la victoria al filipino, en un fallo escandalosamente localista.
Cinco años más tarde, en Tokio, le pasó lo mismo a Manuel González, mendocino y campeón argentino de los medianos junior. Tras dominar claramente al campeón Masashi Kudo, los jueces fallaron en favor de éste, despojando de la victoria al pupilo de Paco Bermúdez.
Historias como éstas son muy frecuentes en el boxeo, ambiente en el que se sabe que para ganar un título mundial de visitante, hay que noquear o darle una feroz paliza al campeón, para no sufrir un despojo. Ejemplo: Carlos Monzón, en Roma, cuando destrozó a Nino Benvenuti.
Francisco De Narváez se halla frente a una situación semejante. Tiene delante suyo, el gran desafío, que es derrotar a Néstor Kirchner. El domingo 28 habrá varias peleas importantes, y con resultados aún no determinados: en Santa Fe, lo que parecía un triunfo seguro de Carlos Reutemann, ahora se ha emparejado, con una leve ventaja del socialista Rubén Giustiniani; en Córdoba, las distancias entre Luis Juez, Ramón Mestre (h) y Eduardo Mondino son relativas; en Mendoza, se estrechó el margen cómodo que semanas atrás tenía el Acuerdo Cívico y Social tejido por Julio Cobos.
La pelea de fondo es la que se librará en la provincia de Buenos Aires. Allí está el territorio mayor, y el principal exponente del oficialismo, junto al Gobernador y el Jefe de Gabinete. Una derrota de Kirchner cerraría el capítulo de la historia que se abrió tras la caída de Fernando de la Rúa.
Las encuestas venían señalando una ventaja para Kirchner, pero al acercarse al día de la elección, sugestivamente van poniéndose de acuerdo en un empate técnico.
Kirchner tiene a favor el uso a piacere de los todos los aparatos: gobierno nacional, gobierno provicial, municipios, PJ, CGT... El día de la elección, mostrará una vez un poder logístico inigualable, que será fundamental en el conurbano, en especial en el segundo cordón, donde la exclusión social fideliza votos para los aparatos.
Todas las decisiones tácticas del oficialismo jugarán a su favor, en especial, el adelantamiento de las elecciones y las candidaturas testimoniales.
La abundante publicidad pone el acento en los evidentes logros del kirchnerismo de los primeros años, la mayoría de carácter económico social, contrastantes con el desastre dejado por De la Rúa.
Además, el oficialismo ha dejado en claro que está dispuesto a todo para obtener la victoria. Mecanismo como el voto cadena -hermano del clientelismo político- la sustitución de boletas del adversario para poder impugnarlas en el escrutinio, o su robo liso y llano estarán a la orden del día, tal como ocurrió en 2007, aún cuando en esa elección hubiera ganado igual sin recurrir a esas prácticas.
Saben que a sus adversarios les costará evitar estas artimañas. El Acuerdo Cívico y Social a duras penas llegará a cubrir con fiscales la totalidad de las mesas. En el sector de De Narváez, la postergación que éste le impuso al peronismo disidente lo privará de contar con una masa de operadores expertos en elecciones bravas.
El colorado cuenta con una profusa publicidad realizada durante casi dos años, que lo ha posicionado como la alternativa opositora en la provincia. Su perfil moderado lo beneficia para intentar la polarización que le daría la victoria. El estilo de De Narváez es compatible con el paladar del votante tradicional del radicalismo. La foto con Julio Cobos así lo sugiere.
Pero quien más hace por la polarización es el propio Néstor Kirchner, aun contra sus intereses. Al Frente para la Victoria le conviene que la oposición -que se llevará cerca del 65% de los votos- se divida en partes iguales.
Pero el Pingüino no puede contra su naturaleza combativa, la que lo llevó a la cima algún día. Por más que bese niños, abrace a ancianos, regale televisores a los jugadores de Racing y se muestre tan canchero y simpático como su clon Freddy Villarreal, termina alimentando el todo o nada: la movida judicial contra De Narváez lejos de mancharlo a éste lo convirtió en víctima, y las fallidas candidaturas de Luis Patti y el Narváez trucho llenaron de sospechas el accionar oficial, galvanizando sectores independientes o indecisos contra el estilo K.
La clave para saber quién será el ganador estará en determinar el grado de polarización del electorado, y que éste determine una victoria holgada para De Narváez. De lo contrario, el triunfador será el kirchnerismo, porque la polarización no fue suficiente, o porque el aparato fue imparable.

La campaña seguirá el lunes 29 por dos andariveles:

Uno, el de la interpretación de los resultados. En los totales nacionales, los votos del PJ se contarán como una unidad o discriminándose entre oficialistas y opositores, según le convenga a cada interesado. El radicalismo, aun haciendo una elección mediocre, incrementará su representación parlamentaria, hecho que será destacado por sus referentes. El oficialismo perderá allí su hegemonía, pero el hecho recién será evidente en marzo de 2010, cuando comiencen las sesiones ordinarias del próximo período.
Otro, el del posicionamiento de cara al 2011. En el peronismo, Néstor Kirchner, de triunfar será un referente importante pero no el líder excluyente que fue. En ese caso, Daniel Scioli quizás se decida a caminar separado de Kirchner, y si pierde, probablemente deje la gobernación y asuma su banca de diputado en diciembre. Sergio Massa tendrá para elegir entre retomar la intendencia de Tigre o asumir su banca. Carlos Reutemann queda bien posicionado para el 2011 si gana, pero si pierde, se acerca a su ostracismo. Das Neves, Gioja, Romero, Rodríguez Saá y tantos otros intentarán saltar de nivel si triunfan.
Francisco De Narvaéz buscará la gobernación si pierde por poco, y si gana, estará en condiciones de aspirar a la presidencia. Al fin y al cabo, si le gana al más taura, ¿por qué no ir por el premio mayor? En ese caso, ¿seguirá junto a Mauricio Macri? ¿Y a él lo seguirá acompañando Gabriela Michetti, una vez más indispensable electoralmente para el PRO?
En el radicalismo, Julio Cobos definirá si situación según sean los resultados propios y ajenos. Una victoria en Mendoza lo deja en carrera, pero debería renunciar a la Vicepresidencia en 2010. Una derrota lo mandaría a Siberia. Además, mientras tanto, sigue siendo el primer sucesor presidencial...
Elisa Carrió -tras esconderse en el tercer lugar de la lista de Capital- quizás cambie de distrito y se haga bonaerense, lo que generará algún conflicto con Margarita Stolbizer. Frente al amesetamiento de Gabriela Michetti, ¿què hubiera pasado si la contrincante era Carrió? ¿No deberìa haber tomado ese riesgo para revalidar su liderazgo? ¿Una candidata como Carrió no estaba en condiciones de remontar la desventaja inicial, cosa que es imposible para una figura insípida como la de Alfonso Prat Gay?
A una semana de su concreción, nunca una elección intermedia había dejado tantos interrogantes sin resolver.

Buenos Aires, 20 de junio de 2009

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