Francisco Salamone



Nació en Leonforte (Sicilia) en 1897. Llegó a la Argentina junto a sus padres y tres hermanos entre 1903 y 1906. Siguiendo los pasos de su padre Salvatore, quien era arquitecto, estudió en el Colegio Otto Krause de Buenos Aires, donde se graduó como maestro mayor de obras. Posteriormente, ingresó en la Universidad Nacional de La Plata, y en la Universidad de Córdoba. En 1917, se graduó como arquitecto e ingeniero civil.



En 1919 participó en exposiciones en Milán y Barcelona, obteniendo medallas de reconocimiento.

En 1928 se casó con Adolfina Vlieghe de Croft, con quien tuvo cuatro hijos: Ricardo, Roberto, Ana María y Stella Maris. Sus primeros trabajos como arquitecto e ingeniero fueron viviendas particulares y construcciones menores, en los años veinte en la provincia de Córdoba. Allí también incursionó an la política provincial, siendo derrtado en elecciones internas de la Unión Cívica Radical en 1923, para representar al departamento de Punilla en el Senado cordobés.

Sus primeras obras públicas las realizó en Villa María: la Plaza Centenario y el matadero; y en Las Varillas, en donde construyó el palacio municipal.

En donde desarrolla lo más importante de su obra es en la provincia de Buebnos Aires, durante la gobernación de Manuel Fresco, del Partido Demócrata Nacional, entre 1936 y 1940. Con la idea de fomentar el crecimiento de puqueños pueblos y ciudades del interior provincial, le encomendó una larga lista de obras públicas. Salamone llegó a construir más de sesenta grandes obras en dicho período. El mensaje simbólico de la arquitectura de Salamone era el de transmitir a los ciudadanos bonaerenses la presencia de un Estado fuerte, algo que fue común en el mundo tras la crisis financiera global de 1930. Su estilo predominante fue el monumentalismo, cuyo rasgo fundamental la espectacularidad de sus construcciones. En el caso de sus realizaciones en territorio bonaerense, resultó frecuente que las mismas superasen los cuarenta metros de altura, rodeadas de casas bajas. Aún era frecuente que sobrepasaran a las iglesias, lo que conllevaba un innegable mensaje político simbólico.

También integraban su particular estilo, aportes del art-decó, el funcionalismo y el futurismo italiano.

En su paso por la provincia de Buenos Aires, construyó los palacios municipales y delegaciones de Carhué, Guaminí, Pellegrini, Rauch, Tornquist, Puán, Alberti, Laprida, Adolfo Gonzales Chaves, Rauch, Vedia y Coronel Pringles. En ellos, se representan el avance de la civilización contra la barbarie del desierto. En las zonas circundantes, también diseñó plazas, ramblas, veredas y luminarias.

También levantó portales de cementerios en Tres Lomas, Salliqueló, Balcarce, Tornquist, Laprida, Azul y Saldungaray, con imponentes imágenes religiosas; y mataderos en Azul, Alem. Alberdi, Tres Lomas, Guaminí, Salliqueló, Balcarce, Pellegrini, Coronel Pringlés y Carhué. Asimismo, hizo realidad el hospital de Rauch, mercados en Saldungaray y González Chaves y los parques municipales de Alberti y Venado Tuerto (Santa Fe).

Cuando terminó la administración del gobernador Fresco en 1940, Salamone se trasladó con su familia a Buenos Aires. En 1943, se fue a Uruguay, tras una acusación de corrupción en obra de pavimentación en San Miguel de Tucumán, la que fue retirada y así pudo volver al país.

Salamone fue ignorado y despreciado por sus pares, especialmente, los nucleados en la Sociedad Central de Arquitectos. Dicha entidad había anulado un concursado en el que había resultado ganador, y tras ello, rompió relaciones con la entidad. Recién el años noventa, la misma comenzó a reconocer su aporte.

Seguramente, su cercanía con el gobernador Fresco contribuyó a la falta de reconocimiento. El mandatario bonaerense, pese a pertenecer a la Concordancia integrada por el conservador Partido Demócrata Nacional y aliados, era un explícito admirador de Benito Mussolini, quien en esos años era el Presidente de Consejos de Ministros de Italia, hallándose el fascismo en su apogeo.

También se le atribuyó erróneamente alguna simpatía por el nazismo, al descubrirse banderas alemanas con la esvástica en un acto de inauguración de una de sus obras en Tornquist en 1938. Lo cierto es que dicha simbología fue llevada por parte de la nutrida colectividad alemana que habitaba el lugar.

Con el paso del tiempo, su obra como arquitecto comenzó a ser revalorizada, más allá de las especulaciones políticas. Las universidades, el periodismo especializado, los académicos de historia y el mundo de la arquitectura en general fueron cambiando la mirada sobre la obra de Salamone, reconociendo su genio innovador.

En este proceso también fue importante la labor de difusión de los mismos municipios en donde Salamone dejó su impronta, los que exhiben orgullosamente la espectacularidad de sus construcciones, las que pese a la desproporción que guardan con su entorno urbanístico, constituyen atracciones turístico-culturales que refuerzan su identidad.

En 2001 sus trabajos fueron declarados como Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos Aires y en 2014 muchas de sus obras se clasificaron como Monumentos Históricos Nacionales.

Francisco Salamone falleció el 8 de agosto de 1959 en la ciudad de Buenos Aires

Municipalidad de Pellegrini (PBA)

Cementerio de Saldungaray (PBA)

Matadero de Azul (PBA)





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