Las oscuras cuentas de la política



Por Orlando Novara

Hay quienes sostienen que el costo de la campaña presidencial de los candidatos que lideran esta elección es de 100 millones de dólares cada uno. Habría que verlo. Mientras tanto creemos más importante que preguntarnos por los gastos de la política, es hacerlo sobre los modos en que ésta es financiada. Sobre esto hay muchas respuestas pero la mayoría son incompletas e irreales como los registros oficiales de los aportes públicos y privados. Es así porque la diferencia en fuerza y alcance de una campaña electoral está dada por los fondos que se reciben sin declarar: aquellos que escapan a la fiscalización de contribuciones, gastos partidarios, topes y auditorías.

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Los números se “dibujan” y es corriente aunque no siempre visible el desvío de fondos; aportes “en negro”; testaferros y/o canales ocultos de financiamiento, apalancados en corporaciones empresarias, sindicales o grupos de presión. Más evidente pero no por ello más sancionado es la apropiación del presupuesto público con fines electorales y el uso discrecional de la publicidad gubernamental. Desde “Fútbol para todos” hasta la abusiva invasión de los colores amarillo y naranja en la vía pública.

El problema es grave no sólo por la asimetría en la competencia electoral o por la mera promoción de intereses o de autoprotección. “Patria contratista”, “robo para la corona”, “retornos” exigidos a proveedores del Estado, y “cajas políticas” (también personales) son pasos de una política crecientemente secuestrada por la corrupción y los nuevos actores del narcotráfico. La consecuencia del “capitalismo de amigos” es conocida: la colonización y saqueo del Estado. Aunque podamos imaginarlo poco sabemos sobre qué más podría depararnos las “cajas políticas” socias del narcotráfico.

El primer toque de alarma lo dio el «Triple crimen» de Bina, Ferrón y Forza, al descubrirse que este último hizo aportes al “Frente para la Victoria” en la campaña del 2011: una causa (efedrina) hoy actualizada por denuncias al Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Estos hechos como el “lavado de dinero” con fines políticos o el “clientelismo” con droga afectan profundamente la legitimidad y credibilidad de la democracia.

La política es un espacio de convergencia y/o confrontación de las ideas e intereses de la sociedad y, como tal, no sólo es loable sino necesaria e inevitable. Pero no es gratis ni debe depender de contribuciones especiales y mucho menos clandestinas. Se puede financiar el costo político con una imposición a los ciudadanos tan igualitaria y universal como lo es el derecho al voto. Además esto debería suponer que cada uno de ellos esté habilitado para elegir a qué actor político destina una parte de ese aporte. Un sistema regulado por un órgano autónomo con independencia política, autonomía financiera y solvencia técnica, para dar pautas y sancionar transgresiones.

¿Habrá algún candidato que se haga cargo de esto? No se puede seguir mirando para otro lado. Es urgente elaborar un proyecto para cerrarle esta puerta a la impunidad.

El autor es periodista

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