Perón y el liderazgo




Conducción política es la biblia peronista sobre aspectos de lo que hoy llamamos liderazgo. Sus postulados son aplicables a todo tipo de organizaciones, no sólo las relacionadas a la actividad política. Pueden detectarse embrionariamente entre sus párrafos muchos principios recogidos décadas después por el coaching organizacional. Aquí transcribimos los más claros y relevantes.



Formar realizadores y formar también predicadores, los dos son indispensables.

En los movimientos colectivos, siempre la función más difícil es la de conducir.

La conducción un arte, y los artistas no se forman en las escuelas… (que) dan técnicos, pero no dan artistas.

En la técnica de la conducción hay factores ponderables, y factores imponderables.

No hay recetas para conducir pueblos…en este proceso no se puede aplicar un cálculo de probabilidades, porque los imponderables son tan grandes como los factores previstos.

En la historia no se repite dos veces el mismo caso en igual forma. No se estudian para aprenderlos: se estudian como una gimnasia para ser más sabios en todas las ocasiones.

Hay que trabajar el criterio propio en cada caso, porque es el criterio el que va a servir en los casos y no el ejemplo ni el principio.

Los problemas que la conducción plantea son casos concretos.

El objeto de la conducción política es la capacitación…la conducción no se enseña…más bien es una facultad que se desarrolla que una cuestión teórica que pueda aprenderse. Se comprende, no se aprende.

En el arte de la conducción hay sólo una cosa cierta. Las empresas se juzgan por los éxitos, por sus resultados.

En la conducción no son sólo valores materiales los que cuentan y no es sólo la inteligencia del individuo la que actúa. Actúan también sus sentimientos, sus valores morales, sus virtudes. Un hombre sin virtudes no puede conducir, y no puede conducir aunque quiera o aunque deba.

Siendo la conducción todo un sistema de acción…es indispensable recurrir a un método.

Existen dos clases de acciones: unas obedecen a la conducción del conjunto, la conducción estratégica… y las otras a la conducción de las partes, la conducción táctica.

La estrategia busca dominar a los adversarios de conjunto, y la conducción táctica prepara el éxito de la conducción estratégica, dominando local y parcialmente en la lucha de las partes.

El método es el mismo para ambas…es menester desarrollar al máximo el raciocinio, pero sin matar la intuición.

El hombre observa un hecho real, inmediato y objetivo, y lo somete … al análisis que desmenuza las partes…y después pasa a la síntesis.

El método es un cálculo de posibilidades mediante un proceso eliminativo de factores: los favorables y los desfavorables.

Los errores provienen de un conocimiento defectuoso.

El elemento humano en toda apreciación política es el elemento preponderante.

El segundo elemento de apreciación es el escenario: dónde y cómo se actúa.

Cada hombre debe hacerse antes de la acción una pregunta: ¿qué quiero? ¿adónde voy? ¿Qué es lo que busco?

Con ese objetivo y esas conclusiones, surge el verdadero plan de acción.

La obra de arte no está en hacer un gran plan de acción. La obra de arte está en ejecutarlo, porque el plan es solamente la concepción.

En los hechos sociales, políticos y económicos, la acción está siempre por sobre la concepción.

Sólo se puede prever hasta la decisión.

En política, no hay nada que por sí, sea decisivo.

La conducción estratégica sólo da grandes directivas.

El conductor puede nacer, pero también puede crearse y perfeccionarse.

La conducción es la construcción de éxitos…y los éxitos casuales son muy raros.

El conductor debe tener una fe en sí mismo muy grande.

Conviene que el conductor sea capaz de jugarse todo a una carta…sólo con los grandes riesgos se obtienen grandes éxitos.

El deber de vencer es indispensable en la conducción.

El conductor político no es autoritario ni intransigente.

La sinceridad es el único medio de comunicación en política

Para ser obedecido, nunca mandé nada que no se pudiera realizar. …Y siempre…traté de que lo que yo decía que se debiera hacer fuera una cosa lógica, y que el hombre la hiciera con placer, y no con violencia.

Y para ser respetado, hay un solo método: respetar. Nadie es tan indigno y tan miserable que no merezca el respeto. Si uno respeta a todos, aun quizás al que no lo merece, gana siempre el respeto de los demás.

El principio de la economía de fuerzas establece, como condición fundamental para vencer en la lucha política, que es necesario ser más fuerte en la acción en un momento y en un lugar, que es donde se produce la decisión.

La conducción nunca se estudia en un caso en general, porque la conducción no tiene casos generales. En la conducción, las verdades absolutas suelen ser unas grandes mentiras. Cada cosa tiene su verdad, que hay que desentrañar.

Cada peronista lleva el bastón de mariscal en su mochila.

El método no puede ser jamás el del mando; es el de la persuasión. Allá se actúa por órdenes, aquí por explicaciones. Allá se ordena y se cumple. Aquí se persuade primero, para que cada uno a conciencia, cumpla una obligación dentro de su absoluta libertad…El conductor político es un predicador que persuade, que indica caminos y que muestra ejemplos: y entonces la gente lo sigue.

Desgraciado el político que lleva a sus hombres adelante; debe llevarlos detrás de él. Vale decir, no debe empujar; lo deben seguir. Si los tuviera que empujar, no le alcanzarían las manos…

El carácter se educa, se forma.

En la lucha política, vence el mejor organizado.

Lo único que vence al número es la organización…La organización es lo único que ha conseguido vencer a la muerte. Porque la organización vence al tiempo…Las organizaciones sobreviven a los hombres…

Cuanto mayor sea la jerarquía del dirigente, mayores serán sus obligaciones y responsabilidades.

En la acción política, cada uno es artífice de su propio destino.

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