¿Es una alternativa el PJ disidente?

Por Rosendo Fraga

Esta semana tiene lugar un nuevo intento de unificar la acción política del peronismo disidente o antikirchnerista.
Cabe recordar que por primera vez en la historia, un presidente de origen peronista, como lo es Cristina Kirchner, no tiene el control del Congreso.
El PJ ha gobernado 32 de los 64 años transcurridos desde que llegó al poder por primera vez, en 1946. En los dos primeros gobiernos del peronismo (1946-1955) siempre tuvo amplia mayoría en el Congreso y lo mismo sucedió durante el traumático periodo que culminó con el derrocamiento de Isabel Martínez de Perón (1973-1976).

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Con el restablecimiento de la democracia, Menem mantuvo el control de ambas cámaras durante los diez años y medio que gobernó (1989-1999), lo mismo sucedió con Duhalde (2002-2003) y con el kirchnerismo desde 2003 hasta el 10 de diciembre de 2009.
Las disidencias como la registrada con el sector antiverticalista en 1975 o como el Grupo de los Ocho al inicio del gobierno de Menem no llegaron a sumar una decena de diputados nacionales y no alteraron la mayoría oficialista.
Es así como el peronismo se encuentra con una situación política inédita desde el 10 de diciembre de 2009.
Ello es porque nunca en el poder tuvo una disidencia tan importante como ahora, que alcanza a la cuarta parte del bloque de senadores nacionales y a casi un tercio de los diputados nacionales.
Esta situación tiene lugar tras un fenómeno electoral nuevo para el peronismo: en las elecciones legislativas del 28 de junio del año pasado, los disidentes le ganaron al oficialismo dos distritos electorales que reúnen la mitad de los votos del país: la lista encabezada por Francisco de Narváez se impuso en la provincia de Buenos Aires y la de Carlos Reutemann lo hizo en Santa Fe.
Cohesión. Pero la cuestión hacia delante es qué grado de cohesión puede lograr el peronismo disidente, frente a un oficialismo que ha perdido las elecciones, ya no controla el Congreso, tiene siete de cada diez opiniones en contra, pero cuenta con un liderazgo unificado y una férrea voluntad para mantener y ejercer el poder, como sucede con Néstor Kirchner.
Las cuatro figuras más destacadas del peronismo disidente podrían encontrar un acuerdo que les permita concurrir a las internas contra el oficialismo sin conflictos. Carlos Reutemann es un lógico aspirante a la candidatura presidencial, más allá de sus ambigüedades y señales contradictorias, que bien puede llevar a un bonaerense como Felipe Solá para la vicepresidencia. Se trata de una formula atractiva tanto para el peronismo como para los votantes independientes y sobre todo para el 15% del electorado que representa el campo.
En la decisiva provincia de Buenos Aires, Francisco de Narváez es un lógico aspirante a la gobernación. Ya demostró capacidad de captar el voto peronista, pero al mismo tiempo su imagen es bien vista por sectores no peronistas, como lo mostró su alianza con Pro.
Eduardo Duhalde es quien más claramente ha manifestado su vocación de ser candidato presidencial, pero su imagen sigue siendo resistida por el electorado independiente. Su llegada a la presidencia del PJ sería un paso previsible que le permitiría tener poder y ejercerlo. No es fácil para el peronismo que el presidente no presida el partido, pero en el caso de Carlos Reutemann, que muestra una vocación más bien moderada por el poder, ello sería posible.
Aunque hoy él no lo quiera, una coalición peronista disidente de este tipo deja lugar para un acuerdo con Macri, quien puede competir nuevamente por la jefatura de gobierno porteña.
En caso de ser electo, Reutemann llegaría al poder a los 70 años y más de una vez ha señalado que a los 74 no se presentaría a la reelección. Ello hace posible para Solá, Macri y Narváez -si supera judicialmente la cuestión de la nacionalidad- aspirar a una candidatura presidencial en 2015.
Se trataría en consecuencia de una alternativa bastante articulada para disputarle el peronismo al kirchnerismo, cuando tanto gobernadores como intendentes muestran una cautelosa adhesión al oficialismo nacional. Señales como el gobernador de Salta diciendo que puede haber mejores candidatos que los Kirchner, mandatarios provinciales adelantando la elección provincial para evitar ir a elecciones con el ex presidente y el sordo estado deliberativo de los intendentes del conurbano para evitar que Moyano avance en la provincia con apoyo del gobierno nacional, evidencian que el alineamiento con el kirchnerismo puede ser modificado si aparece una alternativa más atractiva.
Si finalmente se realiza la interna abierta y obligatoria el 14 de agosto, una formula Reutemann-Solá podría ganarle al kirchnerismo si logra mostrar al electorado independiente que la elección contra el ex presidente se decide en realidad ese día y no el último domingo de octubre.
Esa misma fórmula estaría en condiciones de ganar una elección presidencial frente al radicalismo, porque podría sumar el voto del campo y el de sectores moderados.
Pero en política nada es seguro y además el imprevisto es su materia prima.
Frente a las posibilidades del peronismo disidente se encuentra Kirchner, dispuesto a retener el poder hasta la última instancia y esto es algo que no se puede subestimar.

El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
Publicado en el diario La Nación

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